Publicado originalmente en Revista Diners No. 188, noviembre de 1985
Este es un aparte de una conferencia, que el autor leyó en la Universidad de Cartagena y que está inédita. Plantea un tema esencial: la mentalidad colectiva que se está creando en el país y que llevará a que nuestra comunidad vaya hacia el pesimismo y la desesperación.
Los planteamientos y demandas actuales
No es fácil para la prensa, si no hace un riguroso escrutinio de la realidad colombiana, acercarse a ésta con sereno y perspicaz juicio. Ella está -como cada uno de nosotros- frente a demasiados conflictos antes desconocidos. Enunciemos, por vía de ejemplo, unos pocos:
a) se ha acelerado la presencia de nuevas clases sociales;
b) se demanda mucha Información por los jóvenes y las mujeres. Los primeros, porque son la mayoría de nuestra población y, las segundas, porque han entrado a participar en la vida económica colombiana con ímpetu y audacia;
c) los problemas ético-ciudadanos son muy laberínticos, porque hay desconocidos -guerrilleros, narcotraficantes, participantes de vicios no presentidos en nuestra colectividad, etc., etc- han modificado la etiología de los delitos;
d) la especulación, los negocios aventurados, y el descuido del sector financiero han llevado a grandes choques en los cuales los pequeños ahorradores han sido golpeados, sin tener capacidad ni de defenderse ni de alcanzar justicia;
e) el mundo administrativo ha derivado hacia una sede de vicios, los cuales favorecen que los ciudadanos piensen que el Estado no garantiza el uso normal de los bienes que pertenecen a toda la comunidad;
f) la ruptura de formas tradicionales de desarrollarse la familia, está acelerando traumas en parte de ésta, sin que se hayan alcanzado ajustes, ni la comunidad tenga explicaciones lógicas;
g) el drama de la universidad es preocupante, pues hay conciencia de que la del Estado, la pública, sufre permanentes abandonos de los gobiernos. Cuando es la única que garantiza la independencia de la investigación, porque no está atada a creencias religiosas, o a afanes económicos o a ciertos matices de nuestra sociedad.
h) el crecimiento monopolístico estabiliza injusticias y las iniciativas gubernamentales y parlamentarias son muy débiles y nadie cree que con éstas se ponga remedio a los abusos, canonjías y prebendas de que gozan.
i) tenemos que sumar la fuerte presión de otro fenómeno internacional como es el de las multinacionales, que modifican el régimen jurídico; atropellan desarrollos económicos, modestos, si se quiere, pero que tenían el espíritu del impulso nacionalista. Desde luego, su administración y el escrutinio de sus interioridades, son de extrañas dificultades;
j) la lucha sindical, la cual ha abandonado sus múltiples demandas laborales, que han regido tradicionalmente nuestras disputas internas, para complicarse con ingredientes políticos de mayor alcance;
k) la regionalización económica, que, a veces parece amenazar más la unidad entre las comarcas, cuando se pierde el alcance de integración de los beneficios para toda la nación y se quieren levantar compartimientos como reviviendo el sentido “individual” para asentarlo en cada localidad;
l) la descentralización, que es aspiración general del país, se desea concederla con instrumentos legales que no la garantizarían. Inclusive se rehúsa aplicar la Reforma Constitucional de 1968, que contiene los artículos y regulaciones generales que absolverían esta preocupación general, y
m) las mafias que se han apoderado de algunos sectores del país y que tratan de influir sin recato, porque algunos parciales de nuestros partidos les han dado ocasión de hacer presencia electoral. Tienen diferentes caracteres: internacionales, económicos, y sociales.
Todo ello es consecuencia de disímiles elementos. Intentemos reseñar algunos poquísimos, y sobre los cuales la prensa debe pensar cuál va a ser la manera de presentar la información y el despertar una actitud en nuestra comunidad:
1o.) de lo pastoral, pasamos a lo industrial. Ello estimuló la concentración de la población en las ciudades;
2o.) la iglesia ha declinado en su poder por varias con causas: el Concilio Vaticano Segundo que estimuló muchos cambios, y, luego, por el desencanto de las generaciones recientes, ante la precariedad de la existencia por la amenaza de la guerra de neutrones y la de bacterias. En Colombia, por haber justificado la violencia que aparece en 1947;
3o.) por las técnicas de velocidad, que han dado al traste con las distancias. No es posible mantener ocultos acontecimientos o ideas que cualquiera puede comprobar con simples y raudos desplazamientos;
4o.) la inseguridad del hombre, que parece ser más patética cada día;
5o.) la circunstancia de que el Estado crece cada vez más, ha resaltado dos hechos: Se reduce el espíritu público, porque hay sectores que consideran que no tienen ninguna obligación con la suerte que corra aquel, y ello, como es natural, debilita el sentido patriótico. Son materias difíciles de administrar para la prensa. No justifica unirse a las prédicas del «neoliberalismo» o a las que se conocen como el nuevo «reaganismo», que predican el retorno a los viejos cánones individualistas, que ya probaron que no hacían sino profundizar las diferencias entre los hombres, sin garantizar la felicidad de estos. En países con tantas precariedades, como el nuestro, el Estado debe asumir demasiadas funciones sociales y fortalecer las condiciones de infraestructura que no puede garantizar que implantará o fortalecerá el sector privado;
6o.) la moralidad administrativa es un anhelo colectivo. La prensa ha intensificado su acción por medio de las unidades investigativas. En ocasiones, cunde el desánimo al comprobar que no se alcanza el castigo que la sociedad encuentra razonable. Pero el hecho es que ellas sirven de freno, de severo enjuiciamiento y, lentamente, se manifiestan resistencias comunitarias contra el exceso de cualquier forma del poder;
7o.) la política que, a veces, pretenden que se ejerza con lealtades silenciosas. Sin crítica, sin juicios, sin valorizar los planteamientos, ni especulación sobre la bondad de lo que se propone, etc. Que es la prolongación de los defectos de unos partidos que quieren mantener más alejada la opinión pública de la participación popular. Esta, precisamente, es la que evita que gravite el desconocimiento sobre la calidad de la política nacional, y
8o.) el doblegarse al servicio de una economía de consumo, que lleva a utilizar los más crueles medios, para capturar compradores, sin tener en cuenta sus magras economías. Y así se desata el complicar a quienes tienen medios restringidos, que son los que agobian a gran parte de las colectividades nuestras.
Penetrar en el estudio de estos fenómenos, todos tan intrincados, requiere que el periodista se prepare. De allí que en la mayoría de las facultades de periodismo, la distribución del tiempo de clases, en los últimos años, según el profesor Day, se reparte así: setenta y cinco por ciento en las áreas de las materias humanísticas y sociales -economía, historia, política internacional, literatura, antropología, etc.- y el veinticinco, o menos, en clases específicamente de periodismo.
Quisiera saber si ante un conflicto tan grave como el de Centroamérica y el Cribe, en el cual puede resultar comprometida Colombia, nuestras universidades han dedicado el tiempo suficiente para aclarar y comprender su magnitud. Tenemos la mayor costa sobre el Caribe. Una operación en esta área tendría repercusiones inmediatas sobre nuestras vidas, la calidad de nuestra política, la manera como se emplearían nuestros recursos naturales. Esta advertencia no hace sino ponemos en vilo en cuanto al porvenir. Y suscitar en profesores y alumnos, la urgencia de revisar programas y actualizarlos. Ponerlos en el sitio de la gravitación internacional. Ya no hay un solo hecho, por aislado y remoto que parezca, que no comprometa nuestras vidas. La interrelación entre los países, es, cada vez, más dramática y con consecuencias inmediatas sobre el destino interno de cada uno.