El principal peligro es la metralla de los bombardeos, especialmente para los fotógrafos que trabajan en la primera línea. Cuando estuve en Afganistán e Irak el gran riesgo era ser secuestrado, cosa que no ocurre en la guerra de Ucrania, donde las líneas del frente están más definidas.
Dice John Moore, fotoperiodista de Getty, una de las agencias de contenido visual más destacadas del mundo con más de 507 millones de activos visuales en su biblioteca.

Este estadounidense no da explicación del porqué se le ocurrió ir a la guerra. Quizás porque es su trabajo como fotoperiodista; porque no le gustaba la información que se da en los medios; o tal vez, no quería limitarse a las estadísticas y la propaganda estatal de una guerra que lleva 11 meses, 100 mil muertos y heridos en los frentes ucranianos y 300 mil muertes de civiles. Porque los números, sin duda, no se comparan a la visión más detallada y sensible de los afectados a través del retrato de Moore, quien explica que “siempre da lo mejor para mostrar una versión de la realidad más auténtica y menos barnizada”.
Y lo digo porque la objetividad total no es realmente una opción. Me doy cuenta que eso va en contra de la tradición, los fotoperiodistas estamos constantemente limitados por la falta de acceso y la aleatoriedad de lo que ocurre en un lugar u otro. Además, vemos la realidad a través de filtros de nuestras propias experiencias.
Es por eso que Moore cuando aterrizó en Ucrania, al segundo mes de haber empezado la guerra contra Rusia, esperaba encontrarse un pueblo mermado y con pocas ganas de hablar, pero fue todo lo contrario: los ucranianos lo recibieron con los brazos abiertos, pues su principal temor es que el mundo se olvide de ellos y su sufrimiento.

Un día estaba volando mi dron y haciendo fotos de la destrucción generalizada de un barrio de Motomel (una de las centrales industrializadas y productivas de Ucrania), situado en una antigua línea del frente en las afueras de Kiev. Desde el aire, observé que alguien sacaba pertenencias de una casa gravemente dañada. Así que aterricé el dron, me acerqué a la casa y me encontré con Oksana una mujer que me condujo a las escaleras en ruinas de la construcción que parecía que había sido alcanzada por un tornado, pero no, había sido un cohete ruso. Su madre y abuela estaban en casa en ese momento, pero sobrevivieron. Ahora estaba recogiendo lo que pudo salvar. La franqueza y la naturalidad con que contó la historia de su familia me impresionaron. Sin hipérboles ni melodramas, solo los hechos.
La realidad de la guerra en Ucrania

Todo lo que está sucediendo en Ucrania ha sido una sucesión de errores: para empezar, como en la mayoría de los países, este tiene divisiones políticas muy profundas, entre partidarios del presidente Zelensky y aquellos que creen que siendo parte de Rusia tendrán un futuro mejor, como revela la BBC.
Y entonces cuando las discusiones políticas pasaron al plano militar, empezó la invasión, en la que ningún país se atreve a meter las manos, pues saben que las alianzas rusas suponen un poderío que desate una guerra mayor a la actual, como lo dejó claro la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), organización que solo ha permitido el envío de armas a Ucrania por parte de países aliados, como lo señala el New York Times.

La invasión rusa a Ucrania, por supuesto, lo cambió todo. Ahora los ucranianos se unieron para apoyar al antiguo cómico y actor que ahora es presidente. Incluso muchos habitantes del sur y el este del país, donde el ruso es la lengua materna, apoyan al gobierno de Kiev. Como fotoperiodista, tuve un acceso para fotografiar a la gente en condiciones difíciles y ellos se mostraron abiertos a mostrar esa realidad. Incluso, la gente me permitió entrar en sus casas para ver cómo vivían entre los escombros. Estaban afligidos, pero orgullosos de su dolor. Ellos quieren que el mundo vea lo que están pasando.
Errores técnicos

El gobierno ruso eligió bombardear fábricas, zonas residenciales, hospitales, refugios, autopistas y puentes como los retratados por John Moore.
En una ocasión en la que mi ayudante intentaba rodear un enorme agujero en un puente, probablemente causado por un mortero que también había volado las barandillas de seguridad, se desvió demasiado y el auto empezó a colgar del puente. La rueda delantera se salió, el eje tocó fondo y, justo cuando pensaba que íbamos a caer por el barranco, él tiró hacia la izquierda y el vehículo volvió a saltar sobre el puente. A partir de entonces, conduje yo.

Por las calles corren soldados vestidos con uniformes camuflados y fusiles al pecho, miran a los periodistas de reojo, pero no les hablan. Los militares se mezclan con los voluntarios en tiempos de guerra, algunos de estos hombres y mujeres que se han preparado para este momento, hasta algunos fotoperiodistas que acompañan a Moore, quien asegura que han mostrado una valentía y dedicación extraordinaria.
Mi objetivo era hacer una contribución visual lo más fuerte posible al increíble canon de fotografía de conflictos que ha surgido de esta trágica y prolongada historia. Tanto periodistas internacionales como ucranianos han captado momentos verdaderamente históricos. Y esto es algo que ningún fotógrafo puede adueñarse, de hecho es amplia y duradera por lo que todos podemos contribuir a la cobertura de este hecho histórico.
Una lección de la guerra de Ucrania

Esta guerra está pensada como un curso acelerado para mostrarle al mundo quién es el que manda. Las bombas rusas empezaron por acabar con buena parte de la industria, crearon una tasa de desempleo importante y cortaron todo rastro de vida moderna en Ucrania: no hay luz, no se pueden conservar los alimentos, ni mirar televisión, ni usar redes sociales, ni darse un baño, ni ningunas otras cosas que parecen normales. No tienen combustible, no hay transporte y tampoco tienen puentes, ni vías de tren y ahora el pueblo ucraniano debe aprender a vivir con hambre, como relata Moore.
Con este cubrimiento he aprendido lo fuertes y resistentes que pueden ser las personas, a pesar de la increíble adversidad, la tragedia y el dolor. Cuando la gente ve que su causa es justa, puede ser mucho más fuerte y soportar mucho más de lo que nunca imaginó.

Moore sale de Ucrania donde la guerra continúa, después de regresar a Estados Unidos, a su casa, dice que a través del lente debería hacerse la justicia con la que ha retratado a los cientos de miles de afectados por este conflicto que no parece tener fin.
Nuestro objetivo debería ser la justicia. Imparcialidad con las personas que fotografiamos, mostrando la dignidad que se merecen. Y a su vez, mostramos imparcialidad con la historia. Lo hacemos lo mejor que podemos. Espero que los espectadores vean la dignidad de estos personajes en mis fotos y videos.