You are more beautiful than you think
Usted es más bonita de lo que piensa
–Mi mamá me decía que tenía una quijada enorme
–Tengo una cara redonda y gorda
–Con los años se me ha ido llenando la cara de pecas
–Diría que tengo una frente gigantesca
Los comerciales de Dove hace rato que generan controversia en algunos pero, sobre todo, producen asombro y conmueven a muchos. Porque más allá de una estrategia de venta –que es en lo que se quedan unos pocos–, realmente ponen a pensar y hacen sentir.
¿Qué hay más allá de esto que nos están mostrando? ¿Detrás de estos tres minutos en los que las mujeres se describen a sí mismas? ¿Sabrán ellas que son bonitas? ¿Se considerarán bonitas? ¿Qué es “ser bonita”?
La subjetividad de la estética humana ha hecho que definamos por lo que vemos, pero también desde el espejo, ese concepto de belleza. Y lo que parece –y lo comprueba la cuña– es que la mayoría de las mujeres no se consideran bellas a sí mismas: bella la otra, la vecina, la colega, la modelo. Porque, generalmente, esa consideración se cataloga como vanidad o, en el peor de los casos, la psicología introdujo la idea de narcisismo que nos embolató la posibilidad tranquila de la admiración a la estética propia.
En este último comercial de Dove aparece un artista forense a quien se le pide que pinte algunos rostros, según una descripción realizada por diversas mujeres; y, seguidamente, según la descripción de alguien que conoce a cada una de ellas.
¿Cómo se percibe la belleza?
Lo que se muestra es la diferencia entre las percepciones personales y las de los otros, apuntando con frecuencia a una distorsión desde la autodescripción. La revelación es que las mujeres en su mayoría se ven menos bellas de lo que los demás las perciben. Es algo que, no lo vamos a negar, pasa a menudo. Una de ellas al final dice: “Yo debería estar más agradecida por mi belleza natural”.
Y es que la campaña publicitaria global sobre la “belleza real” –el comercial se llama Real beauty sketches–, pone a consideración un concepto básico: la aceptación de uno mismo tal como es.
Es decir, habla de la autoestima. Es muy frecuente oír sobre la baja autoestima o la falta de seguridad en sí mismo. Algo que nos pasa a todos. ¿Quién no se ha sentido inseguro de sí mismo? Así, la propuesta de la posmodernidad es dejar a un lado esos prejuicios y hablar de diferencia, aceptación, rareza… Antes, no ser igual era ser peor, como lo fue durante tanto tiempo para tantos. Hoy ya no es el caso, si bien todavía muchos buscan uniformar al otro.
Una de las co-creadoras de esta campaña es la psicoanalista británica Susie Orbach. Ella se ha dedicado en gran parte de su trabajo clínico y como columnista de The Guardian a hablar sobre el conflicto actual de tantas mujeres: las que odian su cuerpo, las que se sienten menos bellas.
Autoestima, un problema atemporal
Desde su Women’s Therapy Centre ha ayudado a muchas mujeres con esta problemática, algo que fue combinando con la exposición de sus ideas en campañas publicitarias sin pelos en la lengua. Para muchos psicoanalistas es una opción arriesgada, esa de salirse del consultorio y proponer campañas en el mundo del mercadeo. Pero logró su objetivo: nos puso a hablar de ello. A todos.
Porque, ¿de qué estamos hablando hoy en día? De la belleza natural. De la posibilidad de darle una dimensión a la belleza desde otras perspectivas, no solamente las establecidas bajo los parámetros de unos pocos.
Esto trae a la memoria las batallas del feminismo en relación con los concursos de belleza o con la necesidad masculina de una mujer bella al lado (como veíamos en telenovelas tan icónicas como El Gallo de oro de comienzos de los ochenta). No hay que cansarse de repetirlo: el extremo de la violencia es tomar al otro como una cosa.
Por fortuna, cada día es más evidente cómo las nuevas generaciones están superando algunas de esas tareas. Hoy en día pareciera que las mujeres dependiesen menos de la valoración de su pareja como objetos, como si esa “campaña” de la psicología moderna, la búsqueda de la autonomía, y del feminismo, hubieran surtido efecto realmente.
Pero, por otro lado, resulta difícil (si no imposible) pensar (y pensarnos) al sujeto como un ser aislado de las miradas y apreciaciones de los demás. Por eso, se considera importante resolver la contradicción, la autonomía no es soledad. Una cosa es la valoración como ejercicio de poder y sentido de propiedad, y otra, muy distinta, la valoración como manifestación de afecto y admiración. Esa puede ser la diferencia conceptual alrededor del tema. Los conflictos pueden ser otros, pero el de baja autoestima realmente está cambiando.
En la actualidad
Hay mujeres que realmente se sienten feas. Hay mujeres que prefieren no sentirse bonitas por la responsabilidad que eso implica o porque la belleza, muchas veces, se considera un atributo superficial. Hay mujeres que se sienten feas porque nadie les ha dicho que son bonitas. Hay mujeres que se sienten bonitas y no lo dicen.
¿Cómo me veo yo? ¿Cómo me ve el otro? ¿Cómo me ve la sociedad? Estas son las tres perspectivas básicas en las que los sujetos nos movemos. Y sí hay una responsabilidad de los medios que los mensajes tengan coherencia y apuntalen a algo creativo. El sujeto, en una gran medida, es una construcción del mundo. Somos sujetos que nos vamos construyendo en el hacer con los otros y con el mundo.
Como lo dice el sociólogo Max Weber: “Los hijos de hoy se parecen más a su época que a sus padres”. Otro gran paradigma que está cambiando.
Me gusta la frase final del comercial. Si bien es un poco aleccionadora, rescata lo que es verdaderamente esencial:
Como mujeres estamos siempre tratando de analizar y arreglar las cosas que no están bien, y quizá, deberíamos apreciar las cosas que de verdad nos gustan.