Estar inmerso en el mundo de la tecnología es tener de alguna manera una ventana privilegiada al futuro y más cuando uno trabaja en la compañía que invierte más dinero en el mundo en investigación y desarrollo: diez billones de dólares al año. Por eso Silva ha podido probar anticipadamente productos que hoy están el mercado y conocer otros que jamás verán la luz pública, por razones económicas o éticas, como un botón que se pone en la ropa y graba en video toda la vida de uno. “Decidimos no sacarlo porque creemos que se presta para una invasión a la privacidad.
Sin embargo nuestros competidores están a punto de sacarlo al mercado”. En la época del internet de las cosas, Silva anticipa que no pasará mucho tiempo antes de que veamos grandes revoluciones como lentes de contacto que miden los signos vitales de las personas y algunos índices como su nivel de azúcar y envían los datos directamente al médico, o papel digital en el cual se puede “imprimir” cientos de veces y leer el periódico de todos los días.
A pesar de lo tecnológico, lo primero que hace al levantarse es leer el periódico impreso. “Eso sí, sin que nadie lo haya leído antes”. Todo lo demás lo hace desde su celular, que es su centro de trabajo, y donde maneja todos sus archivos con One Note, la aplicación de cuadernos de Microsoft. Aunque inicialmente quería mantener sus cuentas de Facebook y Twitter solo para asuntos privados, terminó por convertirlas en herramientas de trabajo, desde las cuales difundir ideas o hacer comentarios que puedan ser útiles para otros.
Sus hijas jugaban con computadores desde los 2 años y tenían toda clase de programas educativos. Sin embargo, cree que hay que proteger a los niños del contenido nocivo en internet. “Nos llevamos un buen susto con una de nuestras hijas, a quien estaban amenazando unos niñitos de colegio haciéndose pasar por presos de La Picota. En Microsoft desarrollamos un programa para que los niños y padres aprendan a protegerse”. Para un papá tecnológico no es fácil sin embargo, manejar el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla. “Tratamos de que haya equilibrio. Pospusimos muchos años, por ejemplo, la entrada del Xbox a nuestra casa. Y cuando llegó lo usaron, pero nunca fueron obsesivas. Con el celular si hemos perdido la batalla, lo tienen todo el tiempo en la mano, pero así pasa con todos hoy. Se volvió una herramienta indispensable”.
En su pensamiento altamente racional y estructurado, faltaba espacio sin embargo para lo que no podría reducirse a fórmulas, para la parte sensible e intuitiva de si carácter, así que decidió incursionar en otros campos como la astrología y aprendió a hacer casrtas astrales y leer las runas, una especie de oráculo con piedras muy popular entre los vikingos. “En Microsoft a todos les hice la carta astral y les leí las runas y eran aterrados de los aciertos –dice entre risas–. Yo creo que realmente son herramientas que, combinadas con el coaching, pueden ser de gran utilidad”.
La tarde avanza y se nos acaba el tiempo. Así que me lanzo a hacerle la útima pregunta. ¿Le tiene miedo a la muerte? “A la muerte no sino a morirme muy temprano y no alcanzar a hacer todo lo que tengo que hacer”. Es lo único que, definitivamente, no puede prever dentro de su plan de vida.