César Alejandro Mejía es profesor de liderazgo de la Universidad EAFIT en Medellín y se describe a sí mismo como un pseudointelectual que criticaba todo y que vivía de destruir los sueños, hasta que le llegó el contagio de la amabilidad con su mamá.
“Recuerdo que estaba con mi mamá en el hospital para su quimioterapia -hace tres años falleció de cáncer- y en medio de los gritos de desespero de otros pacientes, ella se paró y los ayudó como pudo. El ambiente se tranquilizó y todos empezaron a imitarla. Cuando llegó el doctor a ofrecer disculpas por la tardanza, todos a una sola voz le dijeron: ‘tranquilo, nosotros sabemos que eso pasa’”, recuerda Mejía.
En este momento, el antioqueño se dio cuenta del poderoso efecto de la amabilidad, lo que lo inspiró a investigar todos los estudios científicos que había sobre el tema y luego escribir El contagio de la amabilidad, un libro con estos hallazgos, con una lecturabilidad fácil de entender y compartir.

“Está comprobado científicamente que la amabilidad trae beneficios económicos, sociales, políticos y en materia de educación. La idea con este libro es que le llegue a todas las personas, desde el peluquero hasta el político”, comenta Mejía, quien se ganó la beca del Ministerio de Cultura en 2021 para ir a los municipios menos favorables de Colombia y poner en práctica la verdadera amabilidad.
Justamente estas visitas le sirvieron de experimento a Mejía para comprobar que el contagio de la amabilidad sí existe. “Es un fenómeno muy bonito que se replica realmente muy fácil. Recuerdo la historia de una señora que se desmayó en medio de su trabajo -vender dulces en un semáforo- y corrí rápido a socorrerla. Cuando me di cuenta habían un montón de personas a mi alrededor queriendo ayudar”, dice.
Estas experiencias le sirvieron al catedrático para lanzar su segundo libro llamado Los experimentos amables, que presentó con éxito en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

La amabilidad está acompañada de otros valores
Para llegar a una amabilidad genuina hay que romper con muchos paradigmas y creencias que tenemos como colombianos, recomienda Mejía. “Creemos que somos amables porque no le hacemos daño a la gente, pero eso es lo básico. Amabilidad es hacer algo por el otro sin esperar nada a cambio”.
El catedrático explica que debemos cultivar este valor, olvidando antiguas enseñanzas del pasado, como por ejemplo: “al que es amable se la montan, eso no está bien visto”. De hecho, Mejía encontró una docena de estudios de la Universidad de Harvard que hablan de que el liderazgo sano viene de la amabilidad.
“Naturalmente nuestro cerebro se desarrolló para detectar los peligros, por eso cuando alguien es amable creemos que en cualquier momento va a dar el garrotazo, pero en realidad cuando un líder es realmente amable, la gente a su alrededor lo empezará a imitar”, explica César Alejandro Mejía.
Cómo identificar una amabilidad genuina

“No crea en seres de luz, porque no existen, corra de ellos porque esas personas lo pueden robar”, recomienda Mejía al identificar a aquellas personas que se muestran amables cuando en realidad están en busca de una segunda intención.
“Eso no es amabilidad, eso es oportunismo y lo vemos mucho en campañas políticas. Estos personajes se muestran impolutos y muy sonrientes, porque eso funciona para ganar adeptos”, comenta Mejía.
¿Entonces, qué es una amabilidad genuina? La respuesta es simple: son las buenas acciones que tiene una persona con otra, así no le caiga bien. Es decir, su trato no discrimina y se mantiene con toda aquella persona que lo necesita.
Hay que eliminar la agresividad para ser amables
“El problema de Colombia no son los guerrilleros o los paramilitares, sino las microagresiones. Estamos acostumbrados a sonreírle al extranjero, pero no somos capaces de tratarnos bien entre nosotros. Es ahí donde debemos mostrar la amabilidad con hechos y no con palabras”, dice Mejía.
Según cifras de Indepaz el 15 % de la violencia en Colombia se debe a los conflictos entre guerrillas y delincuencia organizada, el otro 85 % a casos de violencia doméstica. “Cuando más rápido reemplazamos la agresividad con una amabilidad consciente, más rápido nos contagiaremos de los buenos valores”, comenta Mejía.
Los más amables de Colombia
El experto en el contagio de la amabilidad explica que todos los colombianos somos amables en diferentes escalas. “Por ejemplo, si le preguntas a un antioqueño dónde queda una dirección te llevan hasta el lugar; un bogotano es más recatado pero sientes su amabilidad en su buena atención. En cambio con el costeño es diferente, te hace sentir amigo con un corazón bonachón y lleno de energía”, comenta Mejía.
Esto sirve para aclarar que cualquier persona puede ser amable si se lo propone, hasta el más introvertido. “Un estudio de la Universidad de Colorado en 2008 demostró que el simple hecho de darle una taza de café a una persona en sus manos activa en su cerebro una buena imagen de la persona, sin siquiera tener que decir una palabra. Es otro tipo de amabilidad”, explica Mejía.
El futuro del contagio de la amabilidad
Mejía seguirá compartiendo lo aprendido sobre la amabilidad en diferentes proyectos sociales, como Consciente, un programa de profesores que enseñan inglés a jóvenes de escasos recursos en Medellín o La Liga de la Justicia, que Mejía y otros colegas de la amabilidad se disfrazan de superhéroes para compartir regalos en Navidad en barrios marginales, hospitales y fundaciones.
“Hay personas que me dicen en tono despectivo que me metí a la superación personal, pero yo los invito a que lean mis libros, los cuales tienen pura ciencia. Aprovecho esta labor social para enseñar los poderes de la amabilidad con quienes más lo necesitan. Incluso, hago conferencias en empresas, porque después de la pandemia a la gente le ha costado relacionarse muchísimo. Entonces me considero un creyente que este conocimiento se debe compartir con toda la gente que sea posible”, concluye Mejía.
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