Después de sobrevivir a un paro cardiaco que limitó el 60% de las funciones de su corazón, mientras estaba en cuidados intensivos, Edgar Cahn estuvo pensando en cuál era la mejor manera de aprovechar las dos horas de actividad que, según los médicos, tenía permitidas ejercer diariamente hasta cumplir los 2 años de esperanza de vida que le daban.
Cahn, quien en la década de 1960 había sido asesor de John F. Kennedy, pensó que el sistema económico tiene una gran falla, pues es «un sistema monetario que valora lo que es escaso y devalúa lo que es más abundante, tratándolo como algo verdaderamente inútil. De pronto me di cuenta de que lo que se devalúa es ser un ser humano, porque no somos escasos. Pensé que tal vez necesitábamos un tipo de dinero que valorara lo que significaba ser un ser humano», le dijo a la BBC.
Entonces se le ocurrió el concepto de “banco de tiempo”, un sistema en el que se ofertan las habilidades a cambio de créditos de tiempo, es decir, si manejo un segundo idioma y doy una clase de una hora, en lugar de recibir un pago de la persona a quien le di la clase, gano una hora de crédito para usar cuando lo necesite.
Así comenzó TimeBanks USA, que desde 1995 ha reunido a más de 30 mil personas que han intercambiado cerca de 2 millones de horas y que no cobra la intermediación del servicio.
También existen start-ups como TimeRepublik, que agrupa a 100 mil usuarios en todo el mundo e intercambia servicios como diseño, clases de piano, entre otros, a través de transmisiones online. El modelo se ha replicado en países como Brasil, Chile, España, México, y en Colombia, Atisah Villalba y Maribel Moreno lo lanzaron en 2016 y funciona en varias ciudades del país como Yopal, Bogotá y Cali, adaptando el modelo desarrollado por bdtonline.org a y registrándose en la aplicación TimeOverflow.
En la página de internet de esta plataforma explican cómo funciona: Rebeca ofrece sus servicios como profesora de inglés, y Pedro quiere aprender este idioma porque lo necesita para aplicarlo en su trabajo en informática, así que Rebeca le brinda 5 horas de clases a Pedro. El saldo de esta “transacción de tiempo”, es que Rebeca cuenta con 5 horas de crédito para pedir de vuelta, y Pedro cuenta con -1, deuda que tendrá que pagar ofreciendo su conocimiento a otros usuarios que lo requieran.
Los servicios que más se ofrecen en la plataforma son de idiomas, matemáticas, clases de piano, coaching, técnicas de fotografía y de cocina, según le explicaron Arisah Villaba y Maribel Moreno a El Espectador en 2016.
“Es una estrategia de economía solidaria que busca fortalecer los lazos entre las personas y reducir los índices de consumo económico: que no se tenga que pagar por servicios que se pueden proveer a partir de una relación de confianza y solidaridad” le dijo Moreno al Espectador.
Según le explicó Edgar Cahn a la BBC, muchas veces los bancos de tiempo fracasan porque inician intercambiando grandes cantidades de horas y luego pierden el impulso, “en parte porque a la gente no le gusta pedir ayuda”, explica y añade que en general, hay más gente dispuesta a ofrecer su tiempo, que a pedirlo; Gabriele Donati, director ejecutivo de TimeRepublik, señala que en su start-up, por cada solicitud de ayuda, se reciben 8 ofertas.
Los bancos de tiempo se presentan como una alternativa que busca afianzar las relaciones de confianza entre las personas a la vez que se genera otra forma de consumo, “sí se puede, siempre hay alguien dispuesto a ayudar, hay que buscar e insistir hasta encontrar a esas personas, y todos debemos estar siempre prestos a hacerlo. Tomar cada oportunidad para ayudar es saldo positivo en la cuenta de la vida”, agregó Villalba en diálogo con El Espectador.