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¿Cuánto microplástico estamos comiendo sin darnos cuenta?

Un estudio de la WWF y la Universidad de Newcastle descubrió que varias de nuestras comidas incluyen partículas de microplástico ¿qué podemos hacer?
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agosto 14, 2019
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Imagine que en lugar de arroz, pollo y ensalada, en el plato está el plástico de una tarjeta de crédito esperando para ser devorada. La imagen no tiene mucho sentido, y aunque en teoría nadie se la comería, un estudio descubrió que semanalmente consumimos cinco gramos de plástico a la semana, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito. Eso es aproximadamente 21 gramos al mes, la cantidad de una percha, y poco más de 250 gramos al año.

Microplástico en nuestro organismo

¿Cómo es que estos números llegan a nuestro cuerpo? El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Universidad de Newcastle, Australia, revelaron un estudio que sugiere que, sin darnos cuenta, los seres humanos estamos consumiendo alrededor de 2000 piezas pequeñas de plástico cada semana través de ciertos alimentos como el agua, sal, azúcar, cerveza, mariscos y miel.

Vivimos en un mar de plástico del que no tenemos control. Según datos de Greenpeace, hasta el día de hoy se han fabricado unos 8,3 mil millones de toneladas de plástico desde 1950, la época en donde empezó su producción en masa. Eso equivale al peso de unos mil millones de elefantes. Cada año se producen alrededor de 500 mil millones de botellas de plástico y se estima que para 2020 se producirá un 900 % más que en 1980.

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El plástico es el contenedor por excelencia de finales de siglo XX y principios de siglo XXI, es flexible, rentable y reciclable. De hecho, cuando se usa adecuadamente, puede tener un impacto ambiental positivo. El problema es que hemos aprovechado la practicidad de sus propiedades para adaptarlo a nuestro sistema de producción y consumo: vemos el plástico como un producto barato y desechable, y sin embargo, es un material que dura cientos de años. Por eso, el costo de este sistema de uso ha sido la contaminación que, ahora, también reposa en nuestro cuerpo.

La Universidad de Newcastle es la primera en combinar datos de más de 50 estudios sobre la ingesta de microplásticos por personas. Los resultados son un paso importante hacia la comprensión del impacto de la contaminación plástica en los seres humanos, porque hasta hoy no se conoce con exactitud cuáles son las implicaciones en la salud.

El microplástico en la mesa

Mary Lou Higgins, directora de WWF Colombia, dice que “este estudio nos ofrece evidencia de que este material no está solo en los océanos y fuentes de agua dulce, sino también en nuestra mesa”.

Según la WWF, solo en Colombia, cada persona usa aproximadamente 27 kilogramos de plástico por año, lo que se refleja en 1,250,000 toneladas en total para el país y, como circunstancia agravante, solo se recicla el 8%, lo que evidencia la necesidad de mejorar el sistema nacional de recolección y manejo de residuos. De hecho, el río Amazonas, que atraviesa 9 países de América del Sur, entre ellos Colombia, se encuentra entre los 20 más contaminados por plásticos.

Un compromiso con el futuro

Ante la problemática la WWF ha creado una campaña para concientizar a la gente sobre el consumo de plástico. Para empezar, la organización diseñó el sitio web tudietaplastica.org, allí se pueden conocer los resultados del estudio y saber, a través de un quiz, el consumo individual de plástico.

Lo que revela este estudio es un escalamiento de la contaminación que todavía no sabemos cómo manejar. Sin embargo, la WWF está movilizando al público para apoyar la petición global que pide un tratado legalmente vinculante sobre la contaminación de los plásticos marinos que ya ha reunido más de 500,000 firmas.

El tratado establecerá objetivos nacionales de compromiso, mecanismos de información que se extiendan a las empresas, y apoyo financiero y técnico a los países de bajos ingresos para ampliar su capacidad de gestión de residuos.

Pero así como es un compromiso de los gobiernos también lo debe ser para las empresas y los ciudadanos. Para muchas industrias ha resultado más barato comprar plástico nuevo en lugar de plástico reciclado, este sistema es altamente contaminante, las empresas pueden pueden ser partícipes del cambio si garantizan que sus modelos de producción trabajen con material reciclado. Los individuos, por otro lado, pueden ayudar evitando el uso de pitillos, comprando bolsas reutilizables y reciclando.

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