Usaquén es un barrio que se debe visitar de vez en cuando en Bogotá. No importa si es un turista local o internacional, sus calles adoquinadas resultan hipnóticas, así como su pasado colonial que se entrelaza de a pocos con la modernidad de sus restaurantes, hoteles de lujo y experiencias culturales.
Aquí el tiempo parece tener un ritmo único, las tardes son eternas y el olor a café recién molido invita a compartir y desear que ese momento nunca termine. En Diners le mostramos otra cara de este histórico barrio que nunca deja de brillar.
La historia de Usaquén
Es increíble que Usaquén pasó de ser un pueblo detenido en el tiempo con balcones coloridos y su iglesia del siglo XVII al pie de los cerros orientales a toda una zona sofisticada que de alguna u otra forma permanece aislada del caos de Bogotá.
De ahí se le conoce al barrio como un centro de experiencias para los amantes del arte, la música, la gastronomía y hasta la rumba. Descubra cómo este destino seduce a los locales y extranjeros por igual.
Y si busca un destino romántico para caminar y disfrutar un poco de naturaleza y arquitectura colonial, este es el lugar. Aquí los locales se adaptan a sus gustos, alumbrar su mesa con velas o simplemente darle una noche de rosas y baile a ritmo de son cubano, salsa y hasta un poco de dembow nacional.
Usaquén para beber, bailar y descansar
Si hay una zona de Bogotá que sabe combinar la tradición con la vida nocturna, esa es Usaquén. En los últimos años, la rumba se ha apoderado de la Avenida Pepe Sierra, entre la Carrera 19 y la Carrera 15, donde pubs icónicos como El Irish, Beer Station, BBC, Haus y Cuatro Cuervos han pasado de ser simples bares a verdaderos templos de la cerveza artesanal. Sus sabores frutales y combinaciones cien por ciento nacionales se mezclan con música en vivo y espectáculos que mantienen la energía hasta el amanecer.
Más al sur, las calles se llenan de turistas y locales en busca de experiencias auténticas. Usaquén ya no es solo un plan de fin de semana, sino un destino en tendencia para quienes buscan una escapada diferente. Hoteles como Regency Usaquén y One Sixteen han entendido esta evolución, ofreciendo pasadías diseñadas para aprovechar al máximo la zona. Desde recorridos personalizados hasta menús de inspiración europea que van del desayuno a la cena. Toda una revolución de la hospitalidad para todos los gustos.
En la 7a de Usaquén
El recorrido por Usaquén es un viaje entre lo tradicional y lo contemporáneo. Por eso no falta la visita al centro comercial Hacienda Santa Bárbara, que con su arquitectura anuncia la cercanía a la zona colonial de la localidad. Justo detrás, el mercado de pulgas despliega un mosaico de colores y texturas: artesanías colombianas, libros de segunda mano, joyas con historias que contar, mochilas tejidas a mano y antigüedades certificadas que capturan el espíritu de Bogotá. Cada fin de semana, de viernes a domingo, este rincón se convierte en un punto de encuentro entre el pasado y el presente.
Al otro lado de la Séptima, una escultura de acero color cobre oscuro captura la atención. Se trata de Piano de luna, una obra de la artista colombiana Claudia Hakim, instalada en 2001. Su composición abstracta deja espacio a la interpretación: algunos ven atriles ascendentes, listos para sostener partituras de un gran coro; otros, las teclas de un piano que parecen moverse con el brillo del sol y la luna.
Y si quiere sentarse y descansar un poco, camine dos cuadras al norte y llegue al parque central, donde sus árboles centenarios le hacen sombra mientras escucha las historias de los transeúntes que pasan por ahí. Incluso, tendrá la suerte de cruzarse con distinguidos ciudadanos que se saben al derecho y al revés la historia del Bogotazo -del 9 de abril de 1948-, y en donde Usaquén funcionó de refugio para la élite bogotana, que construyó acá sus viviendas que se mezclan con la esencia colonial.
Las historias de Usaquén
Sus restaurantes y tiendas conviven con la imponente parroquia de Usaquén, así como con el antiguo hospital y el histórico seminario Valmaría, cuya arquitectura se viste de gardenias y rosas. Sus prados cuidados reciben a los visitantes que, con cita previa, pueden explorar sus instalaciones y sumergirse en el aura de este lugar icónico.
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Y si sigue preguntando podrá encontrar el cementerio, donde celadores y sepultureros reviven aquellas historias de almas errantes y tumbas malditas de los años 50. Más al norte, la localidad número uno de Bogotá se transforma en un entorno vibrante de parques, colegios y universidades de renombre. Sin embargo, su mayor secreto yace en su territorio natural: un antiguo escenario de carreras trail running, donde los bogotanos desafiaban sus límites a lo largo de 14 kilómetros de senderos, quebradas y montañas.
Hoy, los amantes del senderismo pueden recorrer esta ruta en un circuito mixto de asfalto y montaña. El trayecto inicia en los senderos de La Aguadora y lleva hasta un mirador donde Bogotá se despliega a los pies del caminante. Desde allí, el ascenso continúa por los senderos de Santa Ana hasta el bosque nuboso, un remanso de aire puro y silencio. Para quienes buscan desconectarse de la ciudad sin alejarse demasiado, esta travesía es la mejor manera de hacerlo en tan solo dos horas.
Gastronomía en Usaquén
Finalmente, si no tiene donde desayunar, almorzar o cenar, en Usaquén encontrará opciones de talla internacional a un paso de distancia entre sí. Prácticamente el barrio tiene su propio circuito gastronómico y los restauranteros conviven en armonía porque saben que cada uno tiene una experiencia de lujo con sabores e ingredientes de origen.
Eso se traduce en cartas con ceviches, tapas, pastas, pizzas, kebabs, tacos, parrillas y claramente platos típicos, como por ejemplo, bandeja, paisa, posta cartagenera, ajiaco santafereño y tamales tolimenses. Haga clic aquí si desea ver los restaurantes recomendados de la revista Diners.