Cristina Uribe, quien inicialmente desarrolló su carrera como administradora de empresas en el ámbito comercial de la moda, dió un giro inesperado a su vida con el lanzamiento de Crur, su propia marca de accesorios tejidos. Tras años de trabajo en la industria, un despertar creativo la llevó a buscar un camino más artístico, dedicándose por completo al diseño.
Su primera colección, Tejido Colectivo, nace de un profundo trabajo con la fibra natural de fique, originaria de Santander. Cristina decidió mudarse por ocho meses a Barichara, donde trabajó de cerca con un grupo de artesanas que viven en las veredas aledañas.
“Lo que quería era crear un puente entre la tradición de las artesanas y mi visión como diseñadora”, explicó. Estas mujeres fueron parte esencial de la creación de la colección. Cada una se encargó de un diseño, que va desde bolsos hasta sombreros, aportando su conocimiento y experiencia.
La colección se compone de Maxi Bags, bolsos de gran tamaño que, más allá de su funcionalidad, buscan ser piezas de alto impacto visual. Son prácticos, con compartimientos internos que facilitan su uso diario, pero su gran tamaño y su diseño llamativo los convierten en una declaración de estilo o, como asegura Uribe, se conviertne en una pieza de arte que se puede vestir. Además de los bolsos, Crur incluye sombreros, todos elaborados en fique, sin elementos decorativos añadidos, respetando la belleza natural de la fibra.
Sostenibilidad y artesanía: el corazón de Crur
Desde el principio, Crur ha mantenido un enfoque claro en la sostenibilidad. La marca evita el uso de materiales adicionales, apostando por el fique en su estado más puro. “A veces me preguntan por qué no decoramos más las piezas, pero para mí, el fique es perfecto tal como es. El proceso desde que se cosecha hasta que se transforma en hilo es increíble, y quería que esa autenticidad se mantuviera”, afirmó Cristina.

Las marquillas de las piezas están hechas de cuero con curtido vegetal, un proceso más ecológico y duradero que también refuerza el compromiso de la marca con el medio ambiente.
La primera colección de Crur utiliza una paleta de colores que incluye tonos tierra, negro, natural, cobre y café, todos inspirados en la naturaleza. Estos colores evocan un aire sobrio y sofisticado, que contrasta con la textura rústica del fique. La colección rinde homenaje al poder de la comunidad y a la colaboración entre la diseñadora y las artesanas, quienes trabajaron juntas para crear piezas que unen tradición y modernidad.
El futuro de Crur
Con su primera colección ya en marcha, Cristina tiene claro que el próximo paso de Crur es consolidarse en el mercado colombiano. “Quiero que la gente valore primero el trabajo artesanal aquí, en nuestro país, y luego, poco a poco, llevarlo al mercado internacional”, comentó.
Las piezas de Crur, al ser elaboradas de manera artesanal, requieren de tiempo y dedicación. Un bolso puede tardar entre 20 y 30 días en ser terminado, lo que asegura que cada producto sea único. Por eso, la marca tiene un enfoque exclusivo, con producciones limitadas de cinco unidades por referencia.
A largo plazo, Cristina espera que Crur sea más que una marca de accesorios. Su visión es que cada pieza cuente una historia: la del artesano que la elaboró, y la suya como diseñadora. “En Crur, el artesano y el diseñador se unen para crear algo único, una expresión del alma de ambos”, indicó Cristina.
