Remando por la Paz es un equipo de rafting conformado por excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y víctimas del conflicto armado de San Vicente del Caguán, en Caquetá. Estos deportistas, cuando no están representando a Colombia en las competencias organizadas por la World Rafting Federation —como sucedió en Australia, en 2019, y en Italia, en 2023—, se dedican a recibir a turistas para que conozcan este territorio y se animen a remar por sus ríos.
Anderson Guaraca, por ejemplo, es un habitante de San Vicente del Caguán. Él conoce este proyecto turístico desde hace seis años, pero hasta ahora se animó a vivir la experiencia de ir a remar junto con su esposa, su hijo y su cuñado. “Vivo en el municipio, y gracias a este proyecto tengo trabajo, pues yo transporto a los turistas hasta el río Pato y a la vereda de Miravalle, donde se hacen diferentes recorridos en los botes inflables”, explica.
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Mientras John Didier Rivera, miembro del equipo de Remando por la Paz, le ajusta el chaleco de seguridad, Guaraca afirma que lo conoce desde antes de la firma del acuerdo de paz. “Nos saludábamos de lejos cuando caminaba por el pueblo con su rifle al hombro y ahora somos amigos; él conoce a mi familia y yo conozco a la de él”. Luego, Rivera le explica al grupo de turistas todo lo que deben tener en cuenta para adentrarse en los cajones del río Pato, a través de la reserva natural El Pescador.
Durante el recorrido, Rivera les recuerda a los tripulantes que es una travesía de dieciocho kilómetros y tres horas de duración. “Aunque las aguas son tranquilas, tenemos que trabajar coordinados. Cuando diga ‘izquierda’, los tripulantes de ese lado reman para el frente y los de la derecha para atrás; cuando diga ‘adelante’, todos reman hacia adelante”. Los seis tripulantes asienten, mientras el hijo de Guaraca señala a unos pájaros de una belleza impresionante. Rivera asegura que es una familia de guacamayas escarlatas que vive a las orillas del río.
La paz es de todos

“Muchas veces nos dan a entender que la firma de la paz en Colombia es entre dos partes, pero construirla e implementarla es un deber de toda la sociedad, porque la paz es de todos y, de alguna manera, debemos hacerla nuestra. Entonces, ¿qué puedo hacer yo desde mis capacidades y conocimientos? Bueno, pues acompañar este proyecto e invitar a más personas a que se sumen a construir la paz”, asegura Carlos Ariel García, quien llegó a Caquetá como delegado de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y se quedó para ser el director de Caguán Expeditions, un operador turístico que desde 2017 lleva turistas a la región y ofrece varios planes con actividades como el rafting.
Así las cosas, este deporte se ha convertido en una excusa para que tanto extranjeros como colombianos se queden semanas en esta región del Caquetá, donde se sorprenden por la geografía inexplorada, la riqueza de la flora y la fauna y, sobre todo, por los relatos que ayudan a fortalecer la construcción de paz. “Vine en busca de aventura y encontré mucho más. A través de estas historias de vida pude conocer de primera mano cómo esta comunidad vivió ese conflicto que no sale en televisión”, explica Álvaro Palacio, quien viene de La Calera, en Cundinamarca.
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Y es que este pueblo ganadero, construido por colonos en las selvas del Caquetá a comienzos del siglo XX y poblado por desplazados de las diversas violencias de Colombia, fue uno de los centros estratégicos para las FARC, gracias a su importancia militar, táctica y económica. Luego de la firma del acuerdo de paz, sus habitantes están intentando transformar su percepción ante el país y el mundo con diversos planes turísticos.
Además del rafting, se pueden hacer recorridos por el casco urbano de este municipio y hablar con jóvenes como Taylor Jesús Rincón, miembro de la asociación juvenil de Red Compaz (Red de Compadres y Comadres por la Paz).
“Buscamos borrar el estigma de violencia que nos ha acompañado injustamente durante años, porque acá en San Vicente del Caguán hay gente muy amable, que brinda todo lo que tiene para que los visitantes se sientan como en casa. Nuestra intención es llevar una vida digna y no tener que movilizarnos a otras ciudades del país”, comenta Rincón, a quien se le puede encontrar en la pista de patinaje del barrio Villa Ferro enseñándoles trucos de skate a los jóvenes del municipio.
En ese recorrido, los turistas pueden escuchar historias de quienes vivieron los tiempos de guerra y la transición a la paz, la remodelación de su plaza principal e incluso avistar diferentes aves, como el paujil negro, el hormiguerito estriado y la coqueta coronada.
Senderismo y café en San Vicente del Caguán

Otro de los planes que se pueden realizar en la zona son las caminatas ecológicas, como la de la Vía Láctea, un recorrido de cinco kilómetros en medio de la selva andinoamazónica, donde se pueden avistar osos de anteojos, monos ardilla, marimbas, dantas, entre otras especies protegidas. La ruta finaliza en la finca de la familia Baquero, espacio en el que reciben a los turistas con media libra de queso, un trozo de panela y un generoso vaso de guarapo para calmar la sed.
“Esta ruta recibe su nombre del lactoducto que la familia instaló para mandar la leche a la vía principal, que está situada 500 metros abajo de nuestra ubicación. Aquí buscamos que los turistas disfruten de la naturaleza y pregunten todo lo que quieran sobre el pasado y la reconciliación entre reincorporados y campesinos”, explica Carlos Javier Samudio, guía del recorrido y presidente de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Miravalle, localizado a dos horas de San Vicente del Caguán.
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Así mismo, se puede ir hasta Miravalle para recorrer el filo de la montaña, donde se encuentran ubicadas las casas de los reincorporados, pintadas con murales de colores. Allí está Adriana Villa, miembro del Comité de Reincorporadas Asociadas por la Paz y Creapaz Colombia, quien ofrece catas de café cultivado en la región.
“Este es un café de la variedad castillo, al que le hacemos una tostión media para que la gente pueda disfrutar de sus notas afrutadas. Con este proyecto demostramos que el acuerdo de paz ha logrado salvar muchas vidas y ha servido también para subsanar el daño que sufrió la población”, comenta Villa, quien con ayuda de organizaciones extranjeras aprendió a utilizar las máquinas de trilla y de tostión para capacitar a otras mujeres de Miravalle.

En conclusión, es como asegura el joven Taylor Jesús Rincón: “Si alguna vez se ha preguntado cómo le puede aportar algo a la paz, yo le tengo la respuesta: visítenos y disfrute de este destino tan interesante en Colombia. Venga y nos ayuda a quitar ese miedo y el estigma que existe sobre nosotros, porque somos el ombligo de Colombia, la puerta del Amazonas y una despensa alimentaria muy importante para el país”.