Mini-Mal, restaurante
Foto: Alejandro Osses, Distrito CH y Mini-Mal.
Estilo de vida Gastronomía

Restaurante Mini-Mal: El sabor de Colombia en un solo lugar

Con reconocimientos nacionales e internacionales Mini-Mal es un referente gastronómico en Bogotá, que con bases sólidas se mantiene igual de fresco e invaluable.
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febrero 21, 2024
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Mini-Mal es un restaurante que lleva 22 años con una propuesta gastronómica y de investigación que resalta los ingredientes nacionales, la diversidad del territorio y las cocinas tradicionales que existen en Colombia.

Es por eso que, lejos de ser un descubrimiento, este restaurante que funciona frente al Parque Portugal -Transversal 4bis #56a- 52-, es en realidad el ejemplo de un lugar rentable y sostenible que nació de la idea en conjunto del equipo multidisciplinario compuesto por Germán Martínez Cañas, los chefs Eduardo Martínez, Antonuela Ariza, el artista Manuel Romero, los reposteros Ángela Martínez y Jason Vargas, además de una veintena de cocineros procedentes del Pacífico, Cauca, Tolima y Chocó.

Proyectos sostenibles en Mini-Mal

Ensalada campesina. Foto: Mini-Mal.

Desde su fundación, Mini-Mal ha buscado generar proyectos colaborativos con diferentes comunidades indígenas y campesinas en todo el territorio colombiano. Sus ingredientes llegan desde diversos municipios de Cundinamarca, Montes de María, el Amazonas, el Páramo de Sumapaz y las aguas del Pacífico colombiano. Esto ha convertido su cocina en un encuentro de saberes y sabores ancestrales, donde se aprovecha al máximo los ingredientes para generar un mínimo de desperdicios.

Su espacio físico habla por sí mismo de los esfuerzos de los agricultores y el arte de sus paredes genera conciencia sobre la riqueza de ingredientes que hay en el país, donde siempre se muestra la importancia de la comida nacional como un lujo que cualquier colombiano o extranjero debe probar al menos una vez en la vida. En pocas palabras, es una visita obligada cuando esté en Bogotá.

Y es que acá los chefs le contarán de los diversos proyectos que tienen con las cocineras de la Plaza de la Perseverancia y otros espacios de la capital que quieren mostrar a sus comensales.

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Fiel a la identidad Mini-Mal

Foto: Mini-Mal.

Son pocos los restaurantes que pueden decir que llevan más de dos décadas en el negocio y más aún exaltando las cocinas tradicionales. El secreto está en su filosofía, que propone que lo cotidiano y lo simple se convierta en extraordinario ante los ojos de sus invitados. 

Además, sus chefs se mantienen en constante aprendizaje del territorio con el fin de descubrir y aumentar la curiosidad frente a los ingredientes autóctonos de diferentes departamentos del país.

Esto se ve reflejado en su menú, que desde sus entradas invita a construir un estilo de vida alimentado por la cocina colombiana, esa que está llena de historias, pasiones y, sobre todo, mucho amor. 

Pruebe los buñuelos de plátano maduro con carne de jaiba (cangrejo) o la famosa oreja de perro, que son tres arepitas de yuca con conejo desmechado guisado en leche de coco y salsa de ají dulce. 

De fuerte, vaya a la fija con un pescado del Pacífico -que cambia semana a semana según lo que reciban de la pesca fresca-, que viene acompañado con arroz de coco y vegetales, o un morrillo de res braseado, bañado en salsa de tucupi amazónico -yuca brava ligeramente picante- y acompañado con yuca frita, casabe del llano, hormigas y vegetales.

Un sabor diferencial en Mini-Mal

Sopa cítrica. Foto: Alejandro Osses.

La idea es que visite Mini-Mal cuantas veces pueda para disfrutar de todo su menú. Sólo así se dará cuenta que se trata de un recorrido por la geografía colombiana y su multiplicidad de proteínas, vegetales y especias.

Incluso en sus postres encontrará ingredientes autóctonos, como el dulce de guayaba en la torta de almojábana o los helados elaborados con frutos nativos de la heladería Selva Nevada, que además promueven la reforestación y el cuidado del bosque.

Además de que la atención es personal y cálida, pida las recomendados del día, pues los chefs siempre están experimentado con diferentes ingredientes y platos que no encontrará en el menú. Un día puede probar un mamey de los Montes de María, al siguiente día una trucha con puré de arracacha con zanahoria y mantequilla de naranja y luego un pescado albacora con macambo ahumado y ceviche de caraota. 

En conclusión, si busca un viaje gastronómico, aprender de ingredientes ancestrales y probar algo de alta cocina y mucha investigación, Mini-Mal es el restaurante ideal. 

Precio promedio por persona con bebida y postre: $100.000 pesos.

Horarios: De martes a sábado de 12 m. a 10 p. m. y domingos de 12 m. a 5 p. m.

Reservas: 601 347 5464 y 601 455 0630.

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