A 4.351 kilómetros, aproximadamente, de Bogotá se encuentra un lugar llamado “El fin de la tierra”. Sí, así lo llaman, porque queda en el extremo sur de la península de California, en México, y más allá solo queda el océano. La siguiente porción de tierra firme es la Antártida, a unos 12.000 kilómetros de distancia.
“El fin de la tierra” está ubicado, exactamente, en el municipio de Los Cabos, en el estado mexicano de Baja California Sur y sus paisajes son de otro mundo, pues el desierto se mezcla con el Pacífico de una manera inquietante.
Además, en los últimos años se ha convertido en el destino favorito de varias estrellas de Hollywood, porque está a solo dos horas de Los Ángeles. George Clooney, por ejemplo, tiene una villa aquí.
También es la residencia de jubilados, habitualmente extranjeros, que buscan un lugar tranquilo, caliente y alejado del ruido de las grandes ciudades y del turismo masivo. Vale la pena anotar que este estado es el de menor densidad de todo México, pues tiene, en promedio, ocho habitantes por kilómetro cuadrado.
El fin de la tierra, el paraíso por descubrir
Foto: Diego Delso/ Wikimedia Commons/ CC BY-SA 4.0.
Pero ¿qué hay que hacer en este lugar? En realidad existen muchas opciones, tanto para un viajero que le guste la tranquilidad y el lujo como para uno aventurero y arriesgado.
Un buen punto de llegada es San José del Cabo, un pequeño pueblo del municipio. A su aeropuerto llegan a diario vuelos de todas partes del país y lo que más llama la atención, al descender del avión, son las montañas áridas y la vegetación desértica que está a su alrededor.
El cielo azul, sin una nube, contrasta con los cactus de gran tamaño que están al frente de su fachada. Parece, literalmente, una escena sacada de la serie de dibujos animados El correcaminos.
A unos treinta minutos del aeropuerto, en carro, se encuentra el denominado corredor turístico, una carretera de cuatro carriles que a lo largo de 33 kilómetros está rodeada de complejos hoteleros, resorts de lujo, campos de golf y playas.
Cuando finaliza el corredor, aparece Cabo San Lucas, una ciudad reconocida por sus bares, discotecas y restaurantes con una vida nocturna mucho más alegre que la de San José del Cabo. Vale la pena mencionar que en todos los lugares aceptan tanto pesos mexicanos como dólares y la gran mayoría de los habitantes hablan inglés.
Dentro y fuera del hotel
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Una vez instalado en el hotel que elija –hay muchas opciones en la zona– y con ese mapa dibujado en la mente, es tiempo para pensar qué quiere hacer.
Claro, puede quedarse, literalmente, en un hotel cinco estrellas, en la orilla del mar de una playa privada, todo el día, tomando el sol, sin el acoso de vendedores y sin escuchar más que el sonido de las olas, y luego buscar algún plan dentro del hotel, como una terapia en el spa, tomar mezcal en uno de los bares o, simplemente, probar platos mexicanos con un toque contemporáneo. Con toda seguridad, descansará y recargará sus energías por completo.
Pero si tiene un espíritu más aventurero y busca otra clase de experiencias, puede aprovechar aún más este lugar. El avistamiento de ballenas es una actividad que no puede perderse.
La temporada para verlas en acción tiene lugar entre diciembre y abril. Suelen medir hasta 15 metros, pesan 30 toneladas y llegan hasta estas costas para aparearse. Bucear o realizar otra actividad acuática como el surf y el kayak, por supuesto, constituye otra posibilidad.
El famoso investigador francés Jacques Cousteau llamó al mar de Cortés el acuario del mundo, por su gran riqueza en fauna y flora marina. Así que hay mucho por ver. Un punto perfecto para ir es el Parque Nacional Cabo Pulmo, que tiene el único arrecife coralino del golfo de California y fue decretado área natural protegida en 1995.
Las playas de El fin de la tierra
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Otro de los recorridos imperdibles es ir hasta la Playa del Amor, cerca de Cabo San Lucas, pues allá está El arco, una formación rocosa que se erige en medio del océano y que se ha convertido en una de las imágenes más reconocidas y fotografiadas de esta región.
n el siglo XVI fue un escondite natural de los piratas, que se ocultaban esperando el paso de los barcos españoles para robarlos. Hoy en día permanece como un paisaje cautivante. Una manera diferente para apreciarlo es en parasailing, es decir, en un paracaídas que se sujeta a una embarcación. Los recorridos suelen durar diez minutos, pero ver todo desde arriba vale la pena.
Si le gusta pescar, esta es una de las actividades más populares en la región. Cabo San Lucas constituye un buen destino para ir, porque allí se une el mar de Cortés y el Pacífico, es la capital del pez marlín, y cada octubre celebra el torneo más grande de pesca del planeta.
Ya en tierra firme, y si es amante del golf, tiene que saber que aquí están algunos de los mejores campos de golf de México, diseñados por jugadores de gran trayectoria.
El Cardonal, por ejemplo, fue diseñado por Tiger Woods en 2014, mientras que Quivira estuvo a cargo de Jack Nicklaus. Los complejos son realmente impresionantes y los que saben dicen que jugar allí es como hacerlo en Escocia, pero con un clima espectacular.
También puede dar un paseo por el desierto californiano en cuatrimoto o, si prefiere, en camello. Si necesita un poco más de adrenalina, hay varios parques de aventuras en la zona que ofrecen bungee jumping, rappel, tirolesas, columpios gigantes y toda clase de actividades un poco más extremas para disfrutar el singular paisaje de Los Cabos.
De noche en la ciudad
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La temperatura promedio de la zona, durante todo el año, es de 26 grados centígrados. Sin embargo, por las noches el viento es frío, razón por la que se aconseja llevar un saco para abrigarse.
Salir a cenar en algunos de los restaurantes de la zona es una grata experiencia. Una recomendación consiste en degustar algunos de los platos típicos, como las almejas chocolatas, cocidas o a la plancha, con limón, chile y salsas; los tacos de pescado o camarón, con guacamole, y el marlín ahumado. Para complementar la gastronomía local, también hay una amplia oferta de restaurantes de cocina internacional.
Ya entrada la noche, Cabo San Lucas es el lugar perfecto para ir a tomarse unos tragos, escuchar música o bailar –la mayoría de los locales, o antros como dicen los mexicanos, están abiertos hasta las cuatro de la mañana–. Algunos de los sitios más reconocidos son Mandala, Cabo Wabo y Pink Kitty.
Arte de noche
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Un plan nocturno más tranquilo consiste en realizar la caminata del arte. De noviembre a junio, cada jueves, en San José del Cabo, desde las seis de la tarde hasta las nueve de la noche, las galerías y los estudios de artistas cercanos a la calle Álvaro Obregón abren sus puertas y exhiben sus pinturas, esculturas y artesanías.
Es una buena estrategia para conocer las callecitas de este lugar, sus habitantes y sus costumbres y pasar una noche distinta conversando con la gente, sin preocuparse por nada más.
Así que si quiere planear unas vacaciones en este lugar, tenga en cuenta que actualmente no hay vuelos directos desde Colombia. Debe hacer una escala en Ciudad de México y luego tomar un avión que tarda dos horas y veintidós minutos hasta San José del Cabo. Aunque este destino no es tan conocido como Acapulco o Cancún, vale la pena ir a conocerlo y disfrutarlo en todas sus dimensiones.
Una opción de lujo
JW Marriott acaba de abrir las puertas de un hotel a tan solo 25 minutos de San José del Cabo. Ubicado frente al mar de Cortés, cuenta con 299 habitaciones y tiene una vista inigualable.
El lugar fue diseñado por el arquitecto Jim Olson, quien colocó varios espejos de agua en las áreas comunes, así como obras de arte contemporáneo, lo que le da un gran aire de sofisticación.
El hotel cuenta con un spa que ofrece, además de los habituales tratamientos, un ritual prehispánico llamado temazcal. En pocas palabras, es un baño de vapor realizado con hierbas en una habitación circular, que representa el útero de la madre Tierra.
Tiene el objetivo de producir una desintoxicación tanto física como espiritual. También cuenta con varios restaurantes y bares, entre los que vale la pena destacar Café des Artistes, diseñado por el chef Thierry Blouet, quien reinterpreta la cocina mexicana a través de técnicas francesas y el Niparaya JW Bar, el cual ofrece una barra fría de sashimis y tapas, además de una selección de whiskies de todo el mundo.
Dentro del resort queda también un hotel boutique de lujo llamado Griffin Club, que dispone de 45 habitaciones con acceso privado a la playa, salas de cine y un bar donde se ofrecen sándwiches y bebidas de cortesía, entre otros servicios de primer nivel.
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