Merceano de Jesús Melo y Libia Patricia Pérez se mudaron a Colombia luego de casarse hace más de 25 años. Ambos vivían en un apartamento de La Colina Campestre, que con el tiempo se fue llenando de pequeños bonsáis, hasta que unos amigos de la pareja les propusieron intercambiar propiedades para que pudieran seguir alimentando su pasión por estos pequeños árboles.
“Recuerdo que mi terraza y la del vecino estaban llenas de bonsáis, de no ser por nuestra mudanza a cuatro kilómetros después del peaje Los Patios (La Calera), no tendríamos El Dragón Dorado, un lugar majestuoso lleno de árboles, aire puro, pájaros multicolor y sobretodo tranquilidad”, comenta Pérez.
La llegada a El Dragón Dorado
Uno sabe que ha llegado al único museo de bonsáis cerca de Bogotá cuando ve una fachada tipo oriental con un dragón dibujado en la puerta. Justo al lado hay una escultura de un pescador del río Li -una de las vertientes más importantes de China-, que sirve de inspiración a Merceano para diseñar varios paisajes en miniatura.
“Después de dos años de encierro volvimos a abrir las puertas a este santuario de naturaleza, para que la gente se enamore de los bonsáis, la filosofía y las clases de cocina que ofrecemos en El Dragón Dorado”, comenta Pérez.
Al atravesar la gran marco rojo de madera se encontrará con un jardín cubierto de bonsáis de diferentes tamaños, estilos y colores. Cada uno con al menos 10 años de cuidados amorosos por parte de Merceano, quien lo adoptó como una forma de arte en la que con paciencia y cuidado busca el conocimiento del ser humano.
El arte detrás de un bonsái
“Los bonsáis fueron los que me sacaron de la ciudad y me pusieron en contacto con la naturaleza. Son mágicos”, cuenta Jesús Melo, quien junto a su esposa, entra en un momento de meditación cuando siembran y cuidan estos árboles ancestrales que vienen del chino bon (bandeja) y sai (cultivar).
Y es que para los pobladores de China, este árbol representa un puente entre lo divino y lo humano, que conecta a unos pocos con la eternidad, según reza la tradición desde hace más de dos mil años.
Entre tanto, bajo la visión de Merceano se trata de un diálogo entre culturas orientales y occidentales. “Me gusta conectar diferentes miradas. El bonsái en oriente representa un mundo espiritual y metafórico, pero en occidente es visto como un elemento decorativo”.
Paisajes miniatura
Esta pareja se ha dedicado a diseñar árboles que evocan a paisajes en todo el mundo, como por ejemplo, el Parque Forestal Nacional de Zhangjiajie (China), conocido por ser el escenario principal de Avatar (2009) en donde las rocas y el musgo se funden en un solo elemento.
También hay un bosque de bambú cuya simbología representa la vida y la muerte. “Esta planta ofrece un importante consejo sobre la actitud que debemos tener frente a la vida. Hay que ser flexibles, porque sin esto no estaríamos aquí”, cuenta Merceano.
Cada árbol de El Dragón Dorado narra una historia y representa la filosofía de vida de la pareja colombo portuguesa. Entre las joyas naturales más destacadas está el arrayán de más de 100 años de vida y el bonsái de apenas 36 añitos. “Este último se salvó de un incendio en una montaña donde fue macheteada. Ahí la rescataron y después la adquirí yo para darle una nueva vida”, dice Jesús Melo.
El secreto está en la variedad
Entrar a El Dragón Dorado es descubrir la infinita variedad de bonsáis que existe en el mundo. Existen aproximadamente nueve estilos clásicos que Merceano combina hasta el infinito según su creatividad.
Es así que con cada paso dentro del museo encontrará jardínes verticales, en escoba, cascada, inclinados, bonsáis barridos por el viento; aquellos que tienen múltiples troncos, los que emulan a un bosque, los enraizados en roca y así los que se pueda imaginar.
Pregunta también por el paisaje que recuerda el paso por el río Li en China, un lugar de montañas enormes que, aunque el visitante no lo conozca, genera esa sensación de Oriente.
Haga lo mismo con el bosque nórdico lleno de pinos cuyo paisaje en miniatura es bellísimo y evoca la naturaleza europea. “Este bosque me transporta a Laponia, un lugar con proximidad a la frontera con Rusia”, expresa Merceano.
Bonsáis de alto valor
“Nosotros tenemos bonsáis que pueden durar alrededor de 15 años de preparación, por eso nuestro objetivo principal no es vender bonsáis porque su valor es incalculable. Por ejemplo uno como el de Avatar puede costar 100 millones de pesos dado el tiempo invertido, el diseño y la impronta artística”, comenta Jesús Melo.
Aunque si se enamoró de un bonsái puede hablar con Libia quién tiene algunos árboles contados para la venta. “Tenemos desde 100 mil pesos, los cuales han sido trabajados durante años con mucha paciencia y amor, no como los que venden en las tiendas de cadena que ya están todos secos”.
Las clases de bonsái
Durante el recorrido además de aprender sobre filosofía oriental, podrá diferenciar un bonsái Chito -que cabe en la punta de los dedos- de los Chojin -que se pueden llevar en dos manos- y los imperiales -que miden de uno a tres metros de altura-.
También las macetas inspiradas en la cultura asiática que vienen con huecos en la parte inferior para anclar el alambre que da forma a estos árboles. “No todas las plantas necesitan esta técnica, ni tampoco todo el mundo las usa”, cuenta Jesús Melo.
En este rubro existe macetas elaboradas con piedras lajas traídas del río Kurama (Japón) que valen hasta $300 mil dólares, pero que se pueden conseguir imitaciones fieles a $300 mil pesos.
Otros espacios de El Dragón Dorado
Además de los bonsáis disfrute el diseño y la exclusividad de los arces japoneses, castaños portugueses, olmos chinos, nativos, cedrones y hasta el jaboticaba de Brasil.
También hay árboles barba del viejo -como los del Parque El Gallineral, Santander-, y hasta un baobab (árbol botella) de África, al quien se le atribuyen diferentes leyendas de sanación.
Por otro lado, hay una cabaña y un lago que está rodeado de estatuas de Buda; un jardín zen con arena y rastrillo para entrar en una profunda meditación; y una pagoda -estructura vertical que representa el vacío y la muerte- donde se encuentran mariposas amarillas, colibríes y pájaros multicolor.
Un escape del ajetreo de Bogotá
El Dragón Dorado es el lugar perfecto para disfrutar el fin de semana -con festivos incluidos- rodeado de naturaleza e inspiración asiática junto a sus amigos y familia.
“Además ofrecemos clases de cómo preparar sushi así como una explicación completa de toda la filosofía oriental y cómo está relacionada con los bonsáis y la naturaleza”, concluye Libia Patricia Pérez.
Precio de entrada: $30.000 pesos
Más información en el WhatsApp: 313 372778.
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