Ser madre o padre es una experiencia que muchos pueden definir como maravillosa, sin embargo, muchas veces se ignora el esfuerzo, las trasnochadas, el cansancio, los miedos y las angustias que puede generar tener a cargo la vida de otro ser humano que depende completamente de uno. A esto se suma, que en estos tiempos de hiperinformación de absolutamente todo, es abrumador ver en redes madres o padres perfectos con hijos perfectos con casas perfectas y vidas supuestamente perfectas, mientras uno se mira al espejo y lo primero que resaltan son las ojeras. Sumado a que todo el mundo da consejos de esto y de aquello, le dicen a uno que está bien y qué está mal todo el tiempo. Así que uno no sabe a dónde mirar, ni qué hacer, se siente la peor madre o el peor padre, y cree que todo lo está haciendo mal.
De todo lo anterior, la clave está en recurrir a los expertos, hacer oídos sordos a la supuesta perfección de las redes y de los consejos desinformados, y buscar aquellos que se dedican a investigar, documentar y a vivir en el día a día el contacto con niños y niñas. Por eso, consultamos a la reconocida doctora Lucía Galán Bertrand, pediatra, escritora y madre, a propósito de la presentación de su más reciente libro Los virus no entran por los pies. En el libro aborda de manera directa y honesta algunos de los mitos más arraigados sobre la salud infantil.
Con más de veinte años de experiencia profesional y un millón de seguidores en redes sociales, Lucía se ha convertido en una voz clave para las familias. En su nueva obra, desmonta creencias erróneas en temas tan variados como infecciones, alimentación, sueño, vacunas, salud mental infantil o bullying, entre otros. Basándose en sus vivencias personales y profesionales, la doctora no solo desmitifica los bulos más absurdos que circulan en redes y parques, sino que también desafía los neuromitos y los «dardos envenenados» que a menudo reciben madres y padres al inicio de la crianza. En esta entrevista, nos habla del proceso de creación de su libro, su visión sobre la pediatría moderna y su compromiso con la infancia.
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En su libro Los virus no entran por los pies, menciona la frase común: «De toda la vida se ha hecho así y nunca ha pasado nada». ¿Doctora Lucía Galán Bertrand, qué mitos o creencias erróneas en la crianza ha encontrado más difíciles de desmentir como pediatra?
Uno de los mitos más comunes y persistentes es que la fiebre de por sí es peligrosa y hay que descenderla rápidamente como sea. Muchas familias piensan que la fiebre, por el simple hecho de estar presente, debe ser controlada con urgencia, cuando en realidad es un mecanismo de defensa natural del cuerpo y no siempre necesita intervención. La evidencia nos dice que la fiebre, en la mayoría de los casos, no es peligrosa y puede incluso ayudar al cuerpo a combatir infecciones ya que activa nuestro sistema inmune. Por eso siempre decimos los pediatras que no tratamos la fiebre, sino que tratamos el malestar. Si el niño tiene fiebre y además está muy molesto o tiene dolor, por supuesto que debemos tratarla para aliviar ese malestar, pero si tiene alguna décima y se encuentra bien, lo ideal sería desabrigar, ofrecer agua y vigilar. Porque esa pequeña elevación de temperatura ya está contribuyendo a luchar contra la infección.
Otro mito difícil de combatir es que los bebés deben estar abrigados en exceso para evitar resfriados. La realidad es que los virus respiratorios no tienen relación con el frío como tal, sino con la exposición a gérmenes que portan otras personas y no el aire. De hecho en los países del norte de Europa los bebés duermen la siesta al aire libre, junto a la puerta de sus casas, muy bien abrigados y en sus carritos. “No hay frío sino ropa inadecuada” me decía a mí mi madre.
A pesar de ello sigue siendo común ver a los padres excesivamente preocupados por abrigar a sus hijos más de lo necesario, lo que puede provocar incomodidad e incluso sobrecalentamiento y en el caso de los bebés menores de 6 meses aumentar el riesgo de muerte súbita del lactante si están excesivamente abrigados en casa.
Desmentir estos mitos no solo requiere paciencia, sino también educar desde la base científica, siempre con respeto a la cultura y las experiencias personales de cada familia. Es un proceso lento, pero imprescindible para lograr que las decisiones en la crianza se tomen con la mejor información posibles por el saber es calma, es seguridad y es control, y esto en la maternidad vale oro.
Como madre de dos adolescentes, ¿ha habido alguna experiencia personal que la haya sorprendido y que le haya hecho replantearse ciertos aspectos de la crianza desde el punto de vista médico?
Ahora que soy madre de dos adolescentes me reafirmo en la necesidad de seguir hablando de salud mental infanto-juvenil. Tenemos una grave crisis de salud mental entre los jóvenes y es responsabilidad nuestra, de los adultos, estar a la altura de las circunstancias y protegerlos. Las tasas de depresión, ansiedad, bullying incluso suicidio han aumentado en los últimos años y el impacto que esto genera en su salud presente y futura es muy alto. Así que entendamos que nuestros adolescentes nos siguen necesitando, fomentemos el diálogo, la comunicación, la escucha activa sin juzgar, sin adoctrinar, sin interrogar… repitiéndoles las veces que haga falta que les apoyaremos siempre, incondicionalmente.
Doctora Lucía Galán Bertrand, a lo largo de su carrera, ha recibido muchos premios por su labor divulgativa. ¿Cómo cree que ha evolucionado la forma en que las familias se informan sobre la salud infantil en la era de las redes sociales?
La forma en que las familias se informan sobre la salud infantil ha cambiado drásticamente con la llegada de las redes sociales, y creo que es un arma de doble filo. Por un lado, ha democratizado el acceso a la información: hoy, cualquier madre o padre puede acceder rápidamente a una cantidad ingente de datos sobre cualquier duda que tengan, desde un simple resfriado hasta temas más complejos como el desarrollo infantil o las vacunas.
Sin embargo, este acceso rápido también implica un reto enorme: la desinformación. En internet, abundan mitos, teorías sin fundamento y, lamentablemente, “consejos” que no siempre están basados en la evidencia científica. Esto ha hecho que los pediatras y otros profesionales de la salud tengamos un rol mucho más activo en el ámbito digital. Personalmente, a través de mi plataforma www.luciamipediatra.com y libros, me esfuerzo por ser una fuente fiable, contrastada y abalada que oriente a las familias de manera clara, sensible y basada en la evidencia científica.
Una evolución positiva es que las familias hoy son mucho más participativas y críticas. Buscan segundas opiniones, están más informadas y desean formar parte activa en las decisiones sobre la salud de sus hijos. Pero esto también implica que los profesionales sanitarios debemos adaptarnos, ser accesibles, actualizarnos y proporcionar contenido de calidad que compita con esa marea de información de dudosa procedencia.
En resumen, las redes sociales han cambiado el paradigma: ahora, el gran desafío es educar a las familias sobre cómo filtrar la información y asegurarnos de que las decisiones que toman estén fundamentadas en evidencia y no en el miedo o los mitos que circulan online y asegurarse de que quien le está dando esa información es un profesional experto en la materia, que esto sería clave.
La información en exceso puede llegar a abrumar a muchas madres y padres. ¿Cómo recomienda filtrar lo que realmente es importante y relevante en la crianza y cuidado infantil?
La sobrecarga de información es una de las realidades más abrumadoras que enfrentan muchas madres y padres hoy en día, especialmente con el acceso inmediato que ofrecen las redes sociales y otras plataformas digitales.
Mi consejo principal para filtrar lo que realmente es importante y relevante en la crianza es buscar siempre fuentes fiables y con evidencia científica. No toda la información que circula en internet está verificada o proviene de profesionales de la salud, y eso puede generar confusión y preocupación innecesaria.
Primero, recomiendo que las familias se apoyen en los profesionales de confianza: tu pediatra o médico de cabecera debe ser la primera fuente de información cuando surjan dudas sobre la salud de tu hijo. Los expertos tienen el conocimiento y la experiencia necesarios para orientarte adecuadamente.
Además, verifica la credibilidad de las fuentes que consultas online. Páginas oficiales de organizaciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud), UNICEF, o asociaciones pediátricas reconocidas son sitios fiables donde puedes encontrar información actualizada y basada en evidencia.
Otro aspecto clave es priorizar lo que es realmente relevante para el momento y las necesidades específicas de tu hijo. No toda la información disponible aplica a todas las etapas del desarrollo infantil. En vez de intentar absorber todo al mismo tiempo, enfócate en lo que es pertinente ahora y de cara a las próximas etapas de desarrollo.
Finalmente, escucha tu instinto como madre o padre. A veces, lo que más necesitamos es recordar que cada niño es único y que la crianza no es una carrera para acumular información, sino para disfrutar el camino y confiar en las decisiones que tomamos en base a la mejor información disponible.
Usted menciona que la evidencia científica es clave para tomar decisiones informadas en la maternidad y paternidad. ¿Cómo puede una familia sin formación médica distinguir entre fuentes confiables y aquellas que propagan mitos?
Es comprensible que, sin formación médica, puede resultar difícil para las familias distinguir entre fuentes confiables y aquellas que propagan mitos. Sin embargo, hay varias señales que pueden ayudar a identificar información basada en evidencia científica frente a aquella que no lo está.
Primero, siempre sugiero buscar el respaldo de instituciones de salud reconocidas. Fuentes como la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF, asociaciones pediátricas o hospitales universitarios tienden a ofrecer información que ha sido revisada y avalada por expertos. Estas organizaciones siguen estrictos estándares científicos y publican material que está basado en estudios rigurosos.
Otro paso es verificar la autoría del contenido. Si la información proviene de un profesional de la salud, como un médico, pediatra o investigador, y se incluye su especialización o trayectoria, es más probable que sea una fuente confiable. Las publicaciones sin autor o de fuentes anónimas deben tomarse con cautela.
También es importante observar si la información cita estudios o investigaciones. Los artículos que incluyen referencias a estudios científicos, investigaciones recientes o revisiones sistemáticas suelen tener una base sólida. Por otro lado, aquellas publicaciones que se basan en “testimonios”, “experiencias personales” o que usan frases como “se ha hecho así toda la vida”, son menos confiables.
Además, evita las fuentes que prometen soluciones rápidas o milagrosas. En salud, no existen soluciones mágicas, y cualquier fuente que prometa curas inmediatas o resultados milagrosos debe generar desconfianza.
Finalmente, no dudes en consultar a tu pediatra si tienes dudas sobre algo que has leído. Los profesionales de la salud estamos ahí para guiarte y podemos ayudarte a entender si una información es válida o no.
Su libro aborda tanto la salud física como mental de los niños. ¿Cómo cree que ha cambiado la conversación sobre la salud mental infantil en los últimos años, y qué papel juega la familia en ese aspecto?
En los últimos años, la conversación sobre la salud mental infantil ha evolucionado de manera significativa, y esto es algo que abordo en Los virus no entran por los pies. Antes, la salud mental de los niños no recibía la atención que merecía; se solía pasar por alto o minimizar los síntomas, atribuyéndolos a comportamientos “normales” de la infancia. Hoy, afortunadamente, hay una mayor conciencia sobre la importancia de la salud mental desde las primeras etapas de la vida.
Un cambio importante ha sido el reconocimiento de la salud mental como un componente clave del bienestar infantil, tan importante como la salud física. Se ha avanzado mucho en entender que condiciones como la ansiedad, la depresión o los problemas de conducta pueden manifestarse desde muy temprano y, si no se abordan, pueden tener un impacto duradero en el desarrollo del niño. Esto ha permitido que más profesionales de la salud y educadores estén atentos a las señales y síntomas, y que se fomente un entorno de diálogo sobre estos temas.
En cuanto al rol de la familia, este es fundamental. La familia no solo es el primer entorno donde el niño aprende sobre emociones, sino también el principal soporte emocional en momentos de dificultad. Los padres y cuidadores juegan un papel crucial en la identificación temprana de los signos de malestar emocional y en la creación de un espacio seguro donde el niño se sienta escuchado y validado. Es importante que las familias aprendan a hablar abiertamente sobre emociones, tanto las positivas como las negativas, y que no se repriman los sentimientos. La validación emocional y el acompañamiento son esenciales para el desarrollo de una salud mental robusta.
Por eso, siempre animo a los padres a no dudar en pedir ayuda profesional si sienten que su hijo está experimentando una situación que los desborda, ya que el apoyo temprano es clave. La conversación ha cambiado, pero todavía queda camino por recorrer para que la salud mental infantil reciba la misma atención y apoyo que la salud física. Y es ahí donde tanto los profesionales de la salud como las familias tenemos un rol crucial.

Con más de veinte años de experiencia en la consulta, ¿qué consejo o reflexión considera más importante para los padres que están criando hijos en un mundo con tanta información y tantas opiniones?
Con más de veinte años de experiencia en la consulta, el consejo más importante que puedo dar a los padres es confiar en su instinto, pero apoyarse siempre en la evidencia científica. En un mundo donde hay una cantidad abrumadora de información y opiniones, es fácil sentirse confundido o sobrecargado. Hoy en día, hay miles de voces y enfoques sobre la crianza, y aunque es valioso escuchar distintas perspectivas, es fundamental que las decisiones que tomamos como padres estén basadas en datos fiables y en el bienestar real de nuestros hijos.
Mi recomendación es que los padres se centren en crear un ambiente de amor, seguridad y empatía. Ninguna teoría o tendencia en la crianza puede reemplazar la conexión emocional y el respeto por el desarrollo individual de cada niño. Además, es vital no dejarse llevar por la presión social o por la búsqueda de la perfección. No existe un manual único para criar hijos, porque cada niño es único. La clave está en escuchar, observar y adaptar las decisiones a las necesidades específicas de tu hijo.
Tu hijo no necesita un padre o una madre perfectos, necesita unos padres reales, amorosos, sensibles, bien informados y que que les quieran y les apoyen incondicionalmente.
Criar a un hijo no es una carrera para ser los mejores, sino un viaje en el que vamos a ir aprendiendo y en el que lo más importante es que tu hijo se sienta amado, respetado y apoyado.
El humor y la empatía son características que destacan en su manera de divulgar información. ¿Cómo logra equilibrar estas cualidades con la seriedad que muchas veces requieren los temas de salud?
El humor y la empatía son, sin duda, dos herramientas fundamentales en mi forma de comunicar sobre salud infantil, y creo que juegan un papel esencial para acercar a las familias a temas que, muchas veces, pueden ser complejos o incluso angustiantes. Lograr ese equilibrio con la seriedad que requiere la medicina no es algo que haya surgido de la noche a la mañana, sino que ha sido un proceso en el que he aprendido que la información científica no tiene por qué ser fría o distante.
El humor es una manera maravillosa de reducir el miedo o la ansiedad que los padres pueden sentir cuando se trata de la salud de sus hijos. Cuando logras que alguien sonría o se relaje, es más probable que escuche, que se sienta cómodo para hacer preguntas y que asimile la información que le estás dando. Pero, por supuesto, siempre con respeto y sin banalizar la seriedad de los temas. El humor, bien aplicado, crea un entorno de confianza.
Por otro lado, la empatía es clave en mi trabajo diario. Entender los miedos, las preocupaciones y las emociones de las familias me permite conectar con ellas de una manera más humana. La medicina, sobre todo la pediatría, no es solo ciencia; es también acompañar, escuchar y ofrecer apoyo emocional. Y, como madre, también sé lo que se siente cuando nos preocupamos por la salud de nuestros hijos.
El equilibrio se logra respetando siempre los límites de ambos elementos: ser clara, honesta y ofrecer soluciones basadas en evidencia científica, mientras trato de hacer más accesible esa información a través de un tono cercano y, cuando es apropiado, un toque de humor que alivie tensiones.
Al final del día, la credibilidad se basa en la confianza, y esa confianza se construye con una comunicación que sea seria en su contenido pero que también permita a las familias sentirse acompañadas y comprendidas.
Finalmente, ¿qué espera que las familias se lleven de la lectura de Los virus no entran por los pies? ¿Cuál es el mayor mensaje que desea transmitir?
Con Los virus no entran por los pies, lo que más espero es que las familias se lleven la tranquilidad y la seguridad de que pueden tomar decisiones informadas y basadas en la evidencia científica cuando se trata de la salud de sus hijos. Este libro busca desmitificar muchos de los miedos y creencias que, durante años, han generado angustia en torno a temas muy comunes.
El mayor mensaje que deseo transmitir es que la salud infantil no tiene por qué ser un motivo constante de miedo, y que, si contamos con la información correcta, podemos enfrentarnos a estos desafíos con calma y confianza. Quiero que las madres y los padres sientan que no están solos en este proceso, que tienen recursos fiables a los que acudir y que, en la crianza, lo más importante es actuar desde el amor, la sensatez y el conocimiento.
Al final, quiero que los padres comprendan que no se trata de ser perfectos, sino de ser padres reales, optimistas, alegres, tranquilos, amorosos, sensibles y bien informados, capaces de apoyar a sus hijos incondicionalmente. Si consigo transmitir esa tranquilidad y confianza, sentiré que he logrado mi objetivo.