Publicado originalmente en Revista Diners Ed. 467 de febrero 2009
Una de las principales razones para el dolor de espalda es que nos sentamos en sillas: así de simple. Con esta frase lapidaria el especialista en medicina deportiva del Hospital de Cirugía Especial de Nueva York, Vijay Vad, explica la relación fundamental de ese dolor con la postura. Vad atiende deportistas de alto rendimiento, personas que insisten en pasar por alto las señales enviadas por su cuerpo y que alertan sobre las malas posturas. “Mientras más las ignoramos, peor se vuelven ellas y el dolor de espalda”.
La espalda tiene tareas primordiales que van desde sostener el cuerpo y permitir el movimiento hasta contribuir al equilibrio y proteger la médula espinal. Por ser tan esenciales, cuando llega el dolor éste se siente casi incapacitante. Las personas que lo han padecido lo describen como “una sensación lenta y continua o aguda y punzante que causa rigidez y dificultad al estar quieto o al moverse”.
Aunque este dolor afecta al 80 por ciento de los adultos en algún momento, en muchos casos no requiere una visita médica. “Sin importar el tratamiento, al menos la mitad de las personas con dolor de espalda encontrarán que sus síntomas desaparecerán después de dos semanas”, reseña una publicación de la Clínica Mayo de Estados Unidos. Después de seis u ocho semanas, asegura ese centro médico, al 80 ó 90 por ciento de las personas les desaparece.
“Las causas comunes de los dolores de espalda están relacionadas con las articulaciones y los tejidos blandos de la espalda”, asegura Randy Shelerud, especialista en medicina física y rehabilitación de la Clínica Mayo. Algunos factores de riesgo están relacionados con la estatura, el sobrepeso o la obesidad, el consumo de cigarrillos (la sangre tiene problemas para llevar el oxígeno a los tejidos, lo que hace más débil a la espalda), y poca fortaleza lumbar y aeróbica. Además, “las personas con un exceso de estrés pueden tener un riesgo elevado de padecer dolores lumbares”.
La actitud ante el dolor influye en el riesgo de que se lo padezca y en la duración. “Los pacientes que han sufrido dolor de espalda pueden reaccionar de dos formas: los evasivos se asustan por el dolor y temen por su futuro, pensando erróneamente que cada vez que notan una molestia en la espalda significa necesariamente que su lesión se está agravando.
Por eso descansan mucho, evitan la actividad física, esperan pasivamente a que el dolor mejore, y suelen abusar de los medicamentos. Los combativos, en cambio, no temen por su futuro y confían en que el dolor va a mejorar o que podrán adaptarse a él. Procuran llevar una vida normal, se mantienen activos y asisten al trabajo y evitan sólo aquello que realmente el dolor les impide hacer y no se asustan si sienten una molestia pasajera”, asegura la página web especializada Espal.org desarrollada por la Red Española de Investigadores de Dolencias de la Espalda. Estos estudios evidencian que en relación con los evasivos, los combativos tienen menos riesgo de volver a padecer dolor de espalda, y si éste aparece, dura menos.
Tratamientos
Hallazgos médicos indican que el ejercicio puede ayudar a las personas a aliviar el dolor crónico de cuello y espalda pero que los profesionales de la salud tal vez no lo recetan con la frecuencia suficiente. Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, publicado en la revista Arthritis care & research, mostró que dada la eficacia del ejercicio, se lo está subutilizando como tratamiento para el dolor crónico.
El tratamiento para el dolor de espalda crónico o recurrente causado por una lesión nerviosa se compone, según el citado Instituto estadounidense, de “terapia de estimulación eléctrica del nervio, medicamentos contra el dolor, reducir la hinchazón y relajar los músculos y un programa de ejercicios y programas de reducción de peso”.
Las lesiones más graves deben tratarse con inyecciones para aliviar el dolor, o cirugía. Sin embargo es muy raro que se use la cirugía y sólo ocurre en un dos por ciento de los casos.
Los especialistas coinciden en que si bien no existe una cura para el dolor de espalda, la gente sí puede aprender a manejarlo.
Recomendaciones en el trabajo
•Tomar pequeños descansos regulares para hacer estiramientos (al menos un minuto cada hora).
•Sentarse derecho en una silla en la que se apoye la parte inferior de la espalda.
•Al utilizar un teclado, ajustar la silla de tal forma que los antebrazos queden horizontales y los codos en ángulo recto y los pies sobre el piso.
•Mezclar las tareas para no hacer los mismos movimientos durante horas.
Cómo reducir el dolor
•Dormir en un colchón duro con una tabla debajo.
•Acostarse sobre un lado con una almohada entre las piernas para evitar que las caderas tengan un movimiento rotatorio y aumentar la presión en la espalda o acostarse sobre la espalda con una toalla enrollada bajo la nuca y almohadas bajo las rodillas.
•Levantarse de la cama lentamente y con cuidado, primero sentándose y luego poniéndose de pies.
•Aplicar hielo o compresas frías durante veinte minutos cada dos horas durante las primeras 24 a 48 horas para reducir el dolor y los espasmos musculares.
•Después de 48 horas aplicar calor para mejorar la circulación y la curación.
•Tomar medicamentos analgésicos y antiinflamatorios sin receta médica, por ejemplo aspirina o ibuprofeno. Se recomienda ingerirlos con leche, comida o antiácidos para proteger el estómago.
•Evitar la actividad enérgica durante seis semanas después que el dolor haya desaparecido, para conseguir una curación completa y evitar que la lesión se vuelva a producir.