Cesar
Foto: Camilo Medina Noy
Estilo de vida Viajes

Entre aves, frailejones e historias: la magia oculta de la Serranía del Perijá

La serranía del Perijá, en el departamento del Cesar, es una cadena montañosa que alberga una biodiversidad exuberante, y también recoge una historia de paz, reconciliación y memoria.
Por:
marzo 12, 2025
Comparta este artículo

Carlos Ortega le preguntan repetidamente si no se cansa de estar “metido en el páramo todo el día, de tardar tanto en llegar, de ver lo mismo siempre”. Pero, para él, el paisaje es inagotable. Vive en Manaure (Cesar), y todos los días se tarda unas dos horas subiendo por una trocha en una camioneta 4 × 4 hasta la Casa de Vidrio, ubicada en la punta del páramo de Sabana Rubia. Allí, él y un pequeño equipo operan la empresa Ecoapat, dedicada al cuidado medioambiental y agropecuario, y recientemente empezaron a incursionar también en el turismo.

No es difícil entender por qué Ortega sigue impresionándose día tras día. Desde esa pequeña planicie en la corona de la montaña se pueden ver, al otro lado del valle, los picos pintados de blanco de la Sierra Nevada de Santa Marta. También se ven los colores de las piedras del Cerro Pintado, una montaña de la serranía. El frío, que no es poco, se contrarresta con el brillo del sol, que recorre el cielo despejado. Ortega, experto en agricultura y representante legal de la empresa, cuenta que en algunas partes del páramo los frailejones alcanzan los dos metros de altura, superando el límite que aparece en los libros de botánica.

El canto de los pájaros en el Cesar

El cantar de los pájaros —hay 300 especies de aves en la serranía— y el zumbido de los insectos es lo único que se oye. “Yo sé que Colombia está llena de maravillas naturales y quiero conocerlas todas, pero la verdad es que solo conozco bien estas montañas del Perijá. Mi familia es de estas montañas. Mi papá me enseñó a cuidar el páramo y a sembrar café, y es lo que yo también le enseño diariamente a mi hijo”, dice con su acento caribeño.

La serranía del Perijá es una extensión de la cordillera Oriental que comparten Colombia y Venezuela; llega hasta el sur de La Guajira y, en paralelo con la Sierra Nevada de Santa Marta, conforma el Valle de Upar, en el que se erige la ciudad que lleva ese mismo nombre.

En sus cimas está la Casa de Vidrio, a 3.100 metros sobre el nivel del mar. Antiguamente, era una finca particular. “Sabrá Dios por qué ese señor querría hacer una casa en estas lejanías”, opina Ortega. Cuando su empresa asumió el cuidado de ese territorio, que hoy pertenece al departamento del Cesar, la casa se encontraba en ruinas y sus alrededores estaban llenos de árboles de eucalipto, una especie invasora que afecta la flora del páramo.

También hay vestigios de lo que en su momento fue un corral de vacas, una práctica que tampoco le hace bien al ecosistema. Estos descuidos tenían una razón de ser: durante años, el Perijá fue territorio inexplorado porque el conflicto armado de esa zona del país les impedía llegar allí a las organizaciones (gubernamentales o no), a los campesinos y a los turistas. Los diferentes pisos térmicos, que van variando con la altura hasta llegar a Sabana Rubia, permiten que en esta cadena montañosa haya una gran diversidad de fauna y de flora.

“Ahora usamos los muros de piedra que servían como corral para resguardar una cosecha de frailejones que luego iremos sembrando en puntos estratégicos de la montaña. Aquí producimos material vegetal nativo. El frailejón no solo es importante por su papel fundamental en la producción de agua, sino que también es una especie sombrilla que protege a otras plantas que hacen lo mismo.

Cada uno de estos brotecitos de frailejón es un tesoro para la humanidad, pues en el país —que según la World Wildlife Fund (WWF) es una potencia hídrica mundial— está el 50 % de los páramos andinos del mundo, y en ellos se produce el 87 % del agua que consumimos los colombianos”, explica.

La otra labor que ha hecho la empresa Ecoapat es reconstruir la Casa de Vidrio para convertirla en un refugio ecoturístico. Esto contribuye al proyecto de convertir al Perijá en un destino obligado para el avistamiento de aves, por ejemplo. De hecho, es algo que ya está pasando. Jáider Carrillo —veinticuatro años, nortesantandereano, ojos verdes, pocas palabras, sonriente, binoculares colgados al hombro— es el creador de Perijá Birding Travel. Hace cinco años descubrió su pasión y decidió que quería ser avistador de aves, o “pajarero”, como a él le gusta decir.

Esto lo llevó a fundar su empresa que se dedica a hacer guías y acompañamientos en la serranía. El páramo es una de sus paradas preferidas. Allí lleva a sus clientes, que por lo general “son gringos o japoneses pensionados”, cuenta Carrillo. —¿Y usted habla inglés, Jáider? —No —responde entre risas—. Pero para esto no se necesita hablar. Nos señalamos las aves y luego consultamos su información, les tomamos fotos.

Es una actividad en la que el silencio no es un problema, sino una ventaja. —¿Qué aves les gusta ver a los extranjeros? —Los colibríes sobre todo. Pero aquí se puede ver, con frecuencia, al cóndor andino sobrevolando la montaña. Carrillo, de hecho, tiene un colibrí de una especie endémica colombiana tatuado en el brazo. Oye el pitido de un pájaro y puede identificar cuál es. Conoce los nombres científicos y los populares de cada pajarito.

“Yo estudié educación física, pero a la mitad de la carrera descubrí mi amor por las aves y por eso empecé a estudiar biología, y ya casi la termino”, cuenta el guía pajarero.

Jaider Carrillo – Foto Camilo Medina Noy

En sus expediciones por la serranía, frecuentemente escoge el mismo hospedaje: Tierra Grata Ecotour. Este hostal funciona en las instalaciones de lo que en su momento fue uno de los 24 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), creados como resultado de la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno nacional y la otrora guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En 2017, más de 160 firmantes se establecieron en este territorio, en cuartos de seis por cuatro metros, hechos con drywall y cubiertos con tejas metálicas, donde ahora se alojan los turistas. Con el pasar de los años, se han asentado, han construido sus propias casas de 90 metros cuadrados, diseñadas por un arquitecto que les dejó los planos y los modelos para reproducirlos. Con esfuerzo, han conseguido que Tierra Grata llegue al estatus político de vereda, perteneciente al municipio de Manaure, lo que le permite recibir ciertos beneficios.

“Los paisajes, la tranquilidad y el calor humano son las razones por las que creo que venir a visitarnos vale la pena. Nosotros ofrecemos un turismo nuevo, porque tiene un enfoque en la naturaleza, que puede ser un cambio de rutina agradable. Además, es un turismo de paz y de memoria. Aquí contamos la historia de Colombia y la violencia que se ha vivido en el país”, dice el guía Manuel Mieles, que trabaja en el hostal. Mieles, como Carrillo, también es pajarero.

Anda siempre con un librito rojo, ya gastado por el uso y el sol, en el que se ilustran las especies de aves y se describe su información. Lo consulta constantemente. Usa una polo verde y no se quita la gorra ni para sentarse a comer. El recorrido que hace por Tierra Grata tiene varias paradas.

En la vereda hay un billar, una tienda con mucha oferta, un salón comunal donde se reúnen a tomar decisiones importantes, una sastrería, un pequeño museo que los habitantes llaman la Casa de la Memoria y un jardín infantil. “Ese es nuestro proyecto más exitoso: los niños.

Han nacido más de 70 desde el 2017. «Yo también tengo un hijo”, asegura. En la vereda hay además una réplica de un campamento guerrillero. No está allí como un gesto de nostalgia o para enaltecer la cultura de la guerra, todo lo contrario: es un monumento de memoria histórica que les sirve a los habitantes de ese territorio para recordar por qué tomaron la decisión correcta. Y para los visitantes, esta instalación ayuda a entender lo que sucedía en el país.

Un firmante, que vive en la vereda y que pidió que no se mencionara su nombre, afirmó: “Yo me hice guerrillero porque empezó a haber paramilitarismo en la zona y me daba miedo que me mataran. Entonces se me ocurrió que meterme a la guerrilla era una manera de defenderme. No fue por nada más. Con el pasar del tiempo, a veces me sentía como preso. Ni siquiera teníamos claro quién era nuestro enemigo, porque con el Ejército incluso se podría decir que nos llevábamos bien».

Bueno, por lo menos en nuestro frente. Ellos también eran colombianos pobres, como nosotros. En mis reflexiones, he llegado a pensar que la guerrilla debió dejar de existir en 1970. A usted le parecerá una bobada, pero mi sueño era estar en un lugar en el que pudiera ver gente pasar, simplemente: una señora con un bebé, un muchacho fumando un cigarrillo, un señor que va tarde al trabajo. El día en que dejé el fusil sentí que me quité un peso de encima”.

Para terminar el recorrido, hay una parada obligatoria en Tierra Grata que se llama La Rotativa. Es la sede de un colectivo artístico liderado por Marcos Guevara y María Fernanda Pinilla.

El espacio está adaptado en uno de los cuartos del antiguo ETCR, y allí la pareja tiene su vivienda, además de un café, un laboratorio de revelado fotográfico y una pequeña galería. Las paredes están llenas de retratos, serigrafías y stickers, y los anaqueles y mesas tienen libros, cámaras artesanales y souvenirs. “La Rotativa nació con la intención de narrar lo que sucedía en el ETCR por medio de la fotografía y el cine documental.

Queríamos mostrar la transición de las extintas FARC hacia la vida civil”, cuenta Guevara. Y Pinilla complementa: “Con el tiempo, nos fuimos dando cuenta de que no solo era importante hacer ese registro audiovisual, sino que también teníamos que crear arraigo por lo que se estaba convirtiendo en una comunidad. Aquí no solo viven los firmantes, sino también sus hermanos, sus madres, sus amigos, sus hijos. Por eso La Rotativa es, además, un taller de fotografía y artes visuales para los niños y las niñas de Tierra Grata”.

(Fernanda Torres: la actriz brasilera que hace historia en los Oscar)

LO MÁS LEÍDO DE LA SEMANA

Cocina vegetariana 2024
Estilo de vida

Recetas vegetarianas fáciles y deliciosas para la cena navideña

En época de festividades, Diners lo invita a preparar tres recetas vegetarianas para que disfruten todos. La clave está en
Laura Tobón
Cine y TV

Laura Tobón: “Volver a la televisión es un sueño hecho realidad”

La presentadora bogotana Laura Tobón conversó con Diners sobre Escuela Imparables, el reality de E! Entertainment sobre mujeres emprendedoras que
secretos de la ciencia
Estilo de vida

Siete secretos de la ciencia que están por salir a la luz

En un futuro próximo veremos los secretos de la ciencia que responden a los más grandes interrogantes del ser humano