Ya está en cines White Bird, la película inspirada en la novela gráfica escrita por R.J. Palacio. Dirigida por Mark Foster y protagonizada Ariella Glasser y Orlando Schwerdt, plantea la historia de Sara, una niña judía con gran talento para el dibujo que termina sufriendo la persecución Nazi en un pueblo francés. La película tiene similitudes y ecos de los diarios de Ana Frank y se preocupa por instruir a la audiencia acerca de las amenazas que representaba el proyecto Nazi, a las que antepone la bondad y la generosidad humana encarnadas en Julien.
El relato inicia en nuestra época cuando Julian, el “bully” que protagonizaba la novela anterior de Palacio, se sienta a escuchar a su abuela narrar su infancia durante la ocupación Nazi en la ciudad de La Rochelle, en Francia. Después de presentar una vida común y corriente, en donde asistimos a la cotidianidad de Sara, en su escuela y junto a su familia en escenas de evidente armonía y tranquilidad, la película se va oscureciendo conforme entran en vigencia las leyes antisemitas y la persecución de los judíos. En el momento en el que llevan a cabo un arresto en su escuela, Sara logra escapar con la ayuda de Julien, un compañero que ha sufrido el matoneo y el desprecio de la escuela a causa de su cojera, ocasionada por el polio. Julien y sus padres la acogen con cariño y sin cuestionamientos y la esconden en su granero. En ese tiempo florecerá un vínculo de cariño y amor entre Sara y Julien, a través del cual ella reconocerá sus error al haberlo despreciado en el colegio: Julien se revela como una luz y como el ejemplo de bondad, coraje y resistencia necesarios para vencer la amenaza del Nazismo.

Articulada a través de la voz de Helen Mirren, la abuela Sara se adentra en el relato de su infancia y la película nos va reiterando la importancia de llevar a cabo buenas acciones que promuevan la bondad y la justicia. La frase “Vive l’humanité” (Viva la humanidad) es repetida múltiples veces como una consigna de resistencia y de benevolencia que ayude a vencer el mal. Esto quizás se deba a que la audiencia que busca la película es joven, quizás de adolescentes o pre-adolescentes.
Otro de los temas poderosos que quiere comunicar White Bird es la importancia de la empatía y de las decisiones individuales en tiempos de crisis. La abuela de Julian le muestra cómo las acciones, incluso pequeñas, pueden marcar una diferencia significativa en la vida de otros.
White Bird es una película que nos invita a revisar un momento terrible de la humanidad para exaltar valores necesarios que deben seguir vigentes hoy para construir un futuro mejor. Es también una invitación para seguir preguntándonos acerca de las maneras de representar episodios de la historia tan difíciles como el genocidio judío y a volver a películas como El hijo de Saúl (2015) o La zona de interés (2023), que ganó el premio Oscar a mejor película extranjera en 2024.