Si los japoneses pueden hacer una película llamada Bogotá, ¿por qué los colombianos no pueden hacer lo mismo con Tokio? Seguramente esa fue una idea que pasó por la mente de los directores Martha Sandoval y Diego Espinosa, quienes apuestan por el cine nacional de terror con una historia que no trata sobre la capital de Japón, sino sobre una niña llamada Tokio.
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En la película, esta niña de nueve años solo tiene ojos para su madre, Stella, y para su muñeca de trapo. El resto del mundo no existe para ella, o simplemente lo ignora por completo, incluyendo a su hermana mayor, Sofía, con quien mantiene una relación fría y distante.
Sin embargo, con el paso del tiempo, Stella comienza a tener pesadillas, y su hogar se transforma en un lugar lúgubre, cargado de una energía oscura. En ese ambiente, Tokio —silenciosa y un tanto diabólica— reacciona como un animal salvaje ante quienes intentan acercarse a su madre. ¿Cuál será la razón?
Con una narrativa frenética, Tokio, el inicio se presenta como una película de terror clásica que aborda temas cotidianos como el duelo y la falta de comunicación en el núcleo familiar. El miedo actúa como otro protagonista del filme, desplegándose a través del sonido, la imagen y los diálogos del elenco nacional, encabezado por Carolina Orozco (Stella), Sofía Zuluaga Córdoba (Sofía) e Isabella Muñoz González (Tokio).
Una historia de terror muy colombiana
Tokio, el inicio es una de las pocas películas colombianas de terror protagonizadas por mujeres. Este enfoque fue impulsado por la directora Martha Sandoval, quien afirma: “En esta película vemos, desde la visión de la mujer, cómo un hombre puede ser un aliado o un enemigo dentro de la casa; eso que muchas veces vemos en las noticias como feminicidio”.
Por otro lado, Sandoval explora, a través de su narrativa, cómo se entrelazan los traumas, la infancia y lo sobrenatural. “Desde su concepción, la película se diseñó para reflejar el aislamiento psíquico y emocional de sus personajes, a través de recursos visuales y sonoros que evocan una atmósfera de inquietud constante”, comenta.
De esta forma, la directora celebra dos décadas de trayectoria profesional en la industria con su ópera prima: un proyecto cinematográfico que resume su experiencia como productora, guionista y directora de cortometrajes.
Un homenaje a Mesitas del Colegio

Tokio fue grabada en su totalidad en Mesitas del Colegio, lugar de nacimiento de Martha Sandoval. La directora eligió personalmente la casa, la escuela, los senderos y las locaciones principales de la película, pues fue allí donde creció y vivió cada rincón del pueblo.
“Quise hacerle un tributo a mi tierra. Cuando soñaba con hacer cine, decía que grabaría en mi tierra, porque es un lugar que conozco, y es mi manera de retribuirle a mi región y a mi entorno todo lo bonito que viví allá, así sea con una película de suspenso”, comenta la directora.
Al equipo creativo se sumaron Enis Rodríguez Salgado, como gestora de la idea original de la historia; Mónica María Moreno Mora, en el guion; y Diego Espinosa —director de La Fuga—, con quien Sandoval codirigió Tokio, el inicio.

“Gracias a este equipo logramos un equilibrio entre la fotografía, que contribuye a la creación de un entorno narrativo donde se desdibujan lo real y la fantasía, y el diseño sonoro, que se concibe desde el eje emocional de los actores, porque sugiere presencias, evoca miedos y da forma a lo invisible”, concluye Sandoval.
Estreno: 15 de mayo en todas las salas de cine de Colombia.