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Cine y TV Cultura

Televisión de otros mercados

EE. UU no es el único innovador en formatos para televisión. Basta mirar a Nueva Zelanda, Dinamarca, Sudáfrica, Corea del Sur o Israel para darnos cuenta de que el universo está lejos de agotarse.
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diciembre 3, 2013
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Una semana después del final de Breaking Bad las ventas digitales de Baby Blue, la canción que sonó en la última escena, subieron un 3.000 %. Esta cifra sirve para demostrar los alcances de las series de televisión hechas en Estados Unidos. Lo bueno de esta nueva ola sobre la que cabalga la TV es que el interés de los espectadores ha desbordado las fronteras del país de donde han salido clásicos instantáneos como Los Soprano, The Wire y Mad Men. Precisamente Elisabeth Moss, una de las protagonistas de esta última, en una jugada poco usual pero muy ilustrativa de cómo se está moviendo el mercado televisivo en el mundo, eligió ser la detective sobre la que gira la serie neozelandesa Top of the Lake, dirigida por la ganadora del Óscar Jane Campion, en lugar de sumarse al reparto de cualquier otro producto hecho en Estados Unidos. En ese país la primera temporada de Top of the Lake se estrenó en el Festival de Sundance en enero de 2013. La proyección duró siete horas (se presentó íntegra) y todos retornaron cautivados a sus asientos después de un intermedio para almorzar.

Otras series internacionales que han impulsado a que los espectadores amplíen el radio de acción de su radar y cambien su dieta de rayos catódicos son Borgen (Dinamarca), sobre una política muy poderosa que opaca a su marido, también servidor público, sin recurrir a giros dramáticos de telenovela; Blackstone (Canadá), de la APTN (Red de Televisión de la Gente Nativa, por sus siglas en inglés), que trata sobre las peleas internas, las luchas por el poder y adolescentes perdidos en una reserva indígena canadiense; o la sueca Real Humans, que plantea un mundo en el que los androides se han instalado en la vida diaria de los humanos y han empezado a deslizar cuestiones éticas acerca de su libertad, autodeterminación y la responsabilidad de sus creadores.

La demanda por una televisión de alta calidad narrativa también ha llevado a que los productores norteamericanos hagan remakes de series de otras partes del mundo, como la recién estrenada The Bridge, una versión de Broen/Bron (coproducción entre Dinamarca y Suecia) o la israelí Be Tipul, sobre un psiquiatra conflictivo, de la que se desprendió In Treatment. Sin embargo, la pregunta que surge es si existe una televisión más allá de las series que sea tan atractiva como para enganchar al gran público. La respuesta quizás la tengan países como Corea del Sur, Sudáfrica o Alemania.

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