Virgen de los sicarios (Vallejo, Sicaresca)
Foto: Récord Guinness y Alfaguara
Arte y Libros Cultura

La sicaresca en dos ediciones conmemorativas de Alfaguara

Alfaguara celebra los aniversarios de La virgen de los sicarios y Rosario Tijeras, dos obras fundamentales de la sicaresca, con ediciones conmemorativas que nos recuerdan el lugar que ocupan en la literatura colombiana.
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noviembre 28, 2024
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Este año se celebran 30 y 25 años de las dos novelas más representativas de la sicaresca. La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, y Rosario Tijeras, de Jorge Franco, marcaron un momento de la literatura nacional que respondía a una década de narcotráfico y violencia cruda. Aunque radicalmente distintos, ambos textos comparten un contexto y una figura que articula el relato: el sicario. Por lo general joven, muy joven, esta persona se dedicaba a matar a cambio de un sueldo, una televisión o una nevera. En sectores populares de Antioquia y de su capital, cárteles y mafias recogían – y seguramente todavía – adolescentes que a falta de oportunidades se entregaban a una vida corta en la que el crimen los asomaba a la ilusión de algo mejor. 

El origen del término sicaresca se remonta a mediados de los noventa, cuando Hector Abad Faciolince lo acuñó en un artículo para referir a una nueva escuela literaria de Medellín que venía produciendo obras en torno al sicariato. En su opinión, La virgen de los sicarios representaba el culmen de una estética quizás mandada a recoger, determinada por el ritmo, el furor y la vulgaridad de una violencia muy difícil de ignorar, que ya brotaba en todos los sectores de la sociedad y de la ciudad – recordemos que en la década de los noventa, Medellín era uno de los lugares más peligrosos del mundo. La juventud de la época, sin importar su estrato, padecía ese malestar del no futuro: Rodrigo D, la icónica película de Victor Gaviria, es una de las muchas expresiones de un momento en donde los jóvenes, de tanto lidiar a diario con muertes y noticias aterradoras, dejaban de contemplar sus sueños del mañana.

(Lo último de la sicaresca antioqueña)

Este año, dos ediciones conmemorativas nos recuerdan la vigencia de estas novelas, invitándonos a revisar un episodio rudo de la historia nacional, sin miedo, pues en medio del horror ocurre también el encuentro y el descubrimiento del otro: con su belleza y sus odios, sus lenguaje, sus motivos. 

Virgen de los sicarios (Vallejo, Sicaresca)

La virgen de los sicarios se publica en 1994 y aparece también como un pedazo de la biografía del propio Vallejo. Luego de un largo exilio, un gramático e intelectual regresa a su ciudad natal, Medellín, para encontrarla azotada por la violencia y el auge del cartel dirigido por Pablo Escobar. Con el humor y el cinismo que lo caracterizan, el narrador se adentra en estas calles para describirnos sus romances con adolescentes, sus opiniones acerca de Dios, del país y de sus memorias, poniendo en evidencia cierto elitismo, cierta nostalgia y una irreverencia que sigue resultando renovadora en la literatura de un país como el nuestro. 

La novela, al leerla, se siente viva: en la lengua que usa, en sus descripciones y en una mirada crítica que enuncia como se le viene en gana la realidad de Medellín. Esta quizás sea la razón por la que Vallejo ha tenido tantos detractores: por su crudeza y honestidad en temas que al país le ha costado mirar y aceptar y decir. En la definición que da del sicario -en el artificio que es su minuciosidad en desentrañar lo que parece obvio- también aparece un elemento que hace de la sicaresca un término más interesante que el de “novela de sicarios”: “te voy a decir qué es un sicario: un muchachito, a veces un niño, que mata por encargo. ¿Y los hombres? Los hombres por lo general no, aquí los sicarios son niños o muchachitos, de doce, quince, diecisiete años, como Alexis, mi amor: tenía los ojos verdes, hondos, puros, de un verde que valía por todos los de la sabana.” Como en la picaresca, el universo de los sicarios ocurre entre infancias y juventudes precarias y difíciles. 

Rosario Tijeras, por otro lado, fue la obra publicada en 1999 que lanzó a Jorge Franco al éxito editorial. En ella hay un evidente giro de la narrativa convencional que asume que el sicario es un hombre: Rosario, una mujer que se sumergió en el mundo del sicariato y la prostitución desde que era una niña, es el personaje que obsesiona Antonio, el amigo de cuya mirada se sirve Franco para desentrañas la historia de esta sicaria que como muchos otros no vio otra alternativa. A partir de esta obra se hicieron canción (del 2004, interpretada por Juanes), película (del 2005 y dirigida por Emilio Maillé) y telenovela (producida por RCN y lanzada en 2010). 

Virgen de los sicarios (Vallejo, Sicaresca)

Los sicarios, el narcotráfico y Medellín son temas que siguen adquiriendo fuerza por el potencial que grandes plataformas como Netflix ven en historias de personajes como Pablo Escobar. Si bien hay que evitar a toda costa un criterio moralizante a la hora de construir un relato o de juzgarlo, series como Griselda (2024) evidencian que sin matices, sin contexto y sin reflexión, ciertas historia y cierta violencia puede tornarse en vano y sonso espectáculo. 

Estas dos ediciones conmemorativas de Alfaguara son una invitación a acercarnos a un episodio y de una violencia que aunque mermada sigue presente en nuestras ciudades. La vigencia de ambas novelas es la vigencia de problemas y fenómenos que tienen que seguir enunciándose, evitando tapujos o maniqueísmos, para que nuestra mirada contribuya a desentrañarlos y para que el no futuro se transforme en otras ambiciones, otras preguntas y otras soluciones de una juventud que también quiere sentirse, a su manera, como reina del mundo. Esta es también una oportunidad para volver a la lectura, que en la voz de Vallejo o Franco nos recuerda que en medio del furor de las fantasías del streaming hay otras formas de ver e imaginar. 

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