COLOMBIA DE IMPORTADOR A EXPORTADOR
El rock en español ha llegado tarde a Colombia. Sin temor a equivocarnos, es posible afirmar que las cosas han cambiado mucho en los últimos dos o tres meses. Aunque no es la de primera vez que se escucha rock en español en nuestro país, es indudable que el concierto «Bogotá en armonía» marcó una pauta muy importante. Sin embargo, los primeros indicios de que algo importante podía suceder comenzó con las giras de Soda Stereo a nuestro país. Su presentación del año pasado convocó número muy importante de espectadores en la Plaza de Santamaría. Las emisoras de radio, que antes se contentaban con emitir programas esporádicos de música cantada en español, comenzaron a programar a los grandes grupos de España y Argentina. Ahora el panorama es bien diferente. Las canciones de los grupos de rock en español también suenan en las emisoras de balada, e incluso de música tropical. Es el caso de los Prisioneros de Chile, un grupo que se ha hecho famoso gracias a sus melodías pegajosas y a sus letras de «denuncia social».
Hasta ahora, el fenómeno en Colombia se ha caracterizado más que todo por la importación de grupos argentinos, españoles y chilenos. No son los mejores. Algunos de ellos, como los Prisioneros, ya dejaron de estar en los primeros lugares en Chile. Otros apenas representan las facetas más comerciales de lo que ocurre en sus países. Otros, que antes eran baladistas, ahora son cantantes de rock en español. Y los grupos colombianos, todavía venciendo fuertes contratiempos tratan de abrir un espacio. Parcialmente lo han logrado, pero todavía están lejos de poder adquirir el status de estrellas. En los últimos conciertos, en los que alternan con las vedettes internacionales, deben hacerlo en condiciones desventajosas. Pasaporte, que es tal e vez el grupo colombiano más importante de la actualidad, ha debido trabajar muy duro para hacer conocer sus canciones en las ciudades colombianas.
Lo mismo ha ocurrido con Compañía Ilimitada, un grupo que lleva seis años abriendo una brecha y que, a pesar de la actual bonanza, debe enfrentar la competencia, por qué no decirlo, desleal de los grupos extranjeros, que entran a Colombia como Pedro por su casa. Pero el panorama es bastante bueno. Además de estos grupos bogotanos, existen en otras ciudades agrupaciones como Sociedad Anónima, La Pestilencia, Distrito Especial, Zona Postal y Hora Local que ya tienen proyectos concretos para grabar sus primeros larga duración.
Pero lo más importante es la actitud del público, que ahora se muestra muy interesado en escuchar rock en español y en apoyar a los grupos nacionales. Los obstáculos siguen ahí. En Colombia poca gente compra discos y las cifras que se consideran buenas (vender unas cinco mil o diez mil copias) no dan beneficios suficientes como para pensar que los músicos puedan vivir de la venta de discos.
Lo que sí parece consolidarse es la cultura del rock en español. Es mucho más que una moda pasajera.Los grupos que están abriendo el camino permitirán que en el futuro divulguen otras agrupaciones menos comerciales y que gracias a este impulso, los nuevos músicos encuentren razones más sólidas para dedicarse a la música y no considerar esa posibilidad como una simple utopía.
El rock en español está entre nosotros. Así tenga detractores por todos los lados, así nuestros hippies nostálgicos, en una actitud absolutamente reaccionaria y digna de un papá de esos que ellos decían detestar, manifiesten que “el rock murió con Elvis, con Hendrix o con Lennon”. Tal vez respiren por la herida, porque muchos de ellos hubieran querido un auditorio como los setenta mil espectadores que estuvieron en el Campín o hubieran deseado contar con las condiciones mucho más favorables, que no hacen tan imposible grabar, dar a conocer y vender un disco. El rock no ha muerto, en ningún idioma.