Muy pocos fuera de Francia conocen a Barbara, uno de los íconos musicales del país galo, quien tuvo su apogeo en las décadas de 1960 y 1970 en la escena musical de ese país.
Pues bien, en esta película el también actor Mathieu Amalric (La escafandra y la mariposa) caracteriza a Yves Zand, un director que está rodando una película en la que rinde homenaje a la artista, interpretada por Jeanne Balibar, que encarna el papel de Barbara con una devoción tal que la lleva a mimetizarse con el personaje y a perder el norte de su propia existencia.
Ambos, el director y su musa están obsesionados con la figura de la artista que los avasalla y desborda su vida profesional.
No es muy clara la intención biográfica de la cinta, pues el espectador no llega a conocer a fondo la vida de esta cantante, aunque sí la dimensión de su talento y la poesía de su canto a través de las presentaciones en vivo y de las conversaciones con su biógrafo que desfilan en la pantalla.
Este experimento sale airoso gracias al poder interpretativo de Balibar y a la Barbara real que aparece en la película a través de clips y del espíritu de sus canciones.
