Una mujer vestida de negro
Mañana del lunes 24 de enero de 2011 en el Centro Andino de Bogotá. La nueva directora del Festival de Cine de Cartagena es presentada “en sociedad”. En la mesa principal la acompañan otras mujeres: Adelfa Martínez, directora de Cinematografía del Ministerio de Cultura; Claudia Triana, directora de Proimágenes Colombia, y Lina Rodríguez, gerente del Festival. Monika Wagenberg viste pantalones negros, blusa y tenis del mismo color, que hacen complemento a su piel canela. Su informalidad y frescura contrastan con la “solemnidad” del evento y de sus compañeras de mesa.
Cuando nos vemos en Bogotá, en febrero de este año, vuelve a aparecer vestida de negro (“siempre visto de uniforme”, me dice) y con un avanzado embarazo. Espera su segundo hijo. “Voy a ser abuela pronto”, cuenta y yo me atrevo a decirle que será una abuela bella y joven. “¿Me imagino que tú nunca has estado embarazado?”, me pregunta riendo y se disculpa por posibles olvidos o incoherencias que según ella son producto de la gravidez. Pero no hay nada incoherente en la conversación.
Conoce con amplitud cada película que se presentará en el Festival y muestra una inapelable claridad en las metas y propósitos que se ha trazado para ella misma y para el Festival.
«Cuando asumí la dirección del FICCI, me tracé un plan a cinco años –este es el cuarto–. Para mí era importante que el Festival se posicionara como el principal espacio de lanzamiento para el cine nacional, y me doy cuenta de que eso lo hemos logrado. Este año todas las películas colombianas que se presentarán en el Festival no solo son estrenos nacionales, sino que muchas de ellas son estrenos mundiales. El cine colombiano es lo que nos diferencia de los otros festivales”, dice Monika.
Hoy por hoy el FICCI tiene una fuerza magnética que atrae a programadores de otros festivales, cinéfilos, periodistas, público en general y, por supuesto, a unas cuantas estrellas. Y ese renacimiento ha ido de la mano de un grupo de mujeres que el crítico Hugo Chaparro describe como activistas cinematográficas. “Hay la coyuntura de un montón de mujeres que convergen en el FICCI, que arrancaron con Lina Rodríguez, quien solita y poquito a poco fue llevando este barco por donde va y nos fue ‘subiendo’ a todas a esta locura. Puede ser que eso es lo que requería el momento: ‘tenacidad, constancia y amor’, para poder sacar adelante esto de hacer, ver y pensar cine”, asegura Diana Bustamante, renovadora del cine colombiano (es productora de títulos como El vuelco del cangrejo y La sirga) y quien desde el 2013 es productora general del FICCI. “Pero quiero ver más películas de mujeres, ese es un paso que nos falta por dar”. Es una obsesión que Diana comparte con Monika, y juntas van conduciendo el timón.
Pero para que llegue el día en que las mujeres no solo presidan la mesa como gestoras culturas de un evento, para que la voz de su sensibilidad pueda ser escuchada con fuerza y el matiz de sus obsesiones apreciado en su exacta diferencia, quizá haga falta la misma paciencia que Monika Wagenberg pide frente al cine colombiano. Sin duda el estado de las cosas puede cambiar, pero por lo general esos cambios se dan uno a uno. Y mujeres como esta judía expatriada y vuelta a repatriar –aunque aún vive en Nueva York– reúnen las condiciones para liderarlos.