Este grupo etnorreligioso de origen germano se aisló del mundo moderno desde el siglo XVII. Los amish se han mantenido al margen de todos los avances tecnológicos (inclusive la electricidad), siguen las enseñanzas del NuevoTestamento, respetan a sus ancianos y viven en comunidades colaborativas y caritativas. Sus leyes son pacíficas. Sin embargo, su imagen pública se ve afectada por aspectos como la negación rotunda a aceptar transfusiones de sangre o tratamientos de quimioterapia, tanto para ellos mismos como para los miembros de sus familias. Sus condiciones de vida han creado un mundo al que el común de los mortales ya no tiene alcance y en el que no podríamos sobrevivir.
Por su aislamiento y misterio son como un caramelo para los productores de televisión estadounidense.
Esporádicamente han aparecido amish en series famosas como ER y CSI cuando se trata de revelar el contraste cultural que vive este pueblo. Además, los temas religiosos revolucionan el rating, y más cuando se trata de una comunidad que causa una curiosidad que raya en el morbo. Ellos no han sido la excepción y ahora llegan a la televisión de nuestro continente con un índice de audiencia altísimo.
Quizás el más interesante es el programa de Discovery Channel Amish Mafia en donde el líder de una “pandilla” (Lebanon Levi) mantiene la paz y el equilibrio en su comunidad bajo una ley propia, con matones a su cargo (que beben, fuman, ven televisión y juegan videojuegos) y mucha violencia de por medio. La iglesia amish de esta comunidad, situada en Lancaster (Pensilvania), niega la existencia de este grupo. Pero justamente, ¿no es así como funciona una mafia? Por su parte, la cadena dice que las escenas son historias verdaderas aunque algunas sean recreaciones. Su dudosa veracidad no ha afectado su éxito. En su estreno tuvo casi cuatro millones de televidentes, y ya está en su segunda temporada.
Hay que aclarar que los amish no siempre están alejados del mundo. De hecho, Breaking Amish es una serie que transmite el canal TLC donde cuatro adolescentes Amish y uno menonita disfrutan del Rumspringa, el período de la vida en que tienen contacto con el mundo moderno. Es interesante ver a estas personas debatirse en el dilema de si regresar a su comunidad, bautizarse y mantener la tradición, o quedarse en el “mundo moderno”, rompiendo todos los lazos con su familia y su vida pasada. La modelo amish Kate Stoltzfus, por ejemplo, apareció en este programa y, aunque mantuvo el contacto con su familia, decidió no regresar.
Por último Natgeo puso su cuota sobre el tema desde dos puntos de vista: Primero está Fui amish, que recoge testimonios de quienes viven lejos de la comunidad pero fueron criados en este mundo lleno de restricciones. Ellos deben empezar de cero y asumir muchos retos que el mundo moderno les tiene preparados pues han sido desterrados.
En la contraparte, que se llama Viviendo con amish, personajes del mundo moderno se internan entre comunidades de Ohio y Pensilvania para ver si es posible soportar seis semanas entre esta cultura y su modo de vida.
Todas estas series plantean grandes cuestionamientos en cuanto a su veracidad, pues por definición los amish no se muestran ni interactúan con el mundo exterior. Pero es quizás esta misma desconfianza la que atrae a los televidentes que mantienen siempre abierta la pregunta, “¿será posible?”.