En el consciente nacional, la literatura colombiana ha estado tradicionalmente asociada a nombres como Gabriel García Márquez, Laura Restrepo o Héctor Abad Faciolince. Sus obras han asumido la ardua tarea de retratar las múltiples realidades del país, desde las más crudas hasta las más mágicas.
Sin embargo, a la sombra de ese brillante legado, suele olvidarse que la literatura colombiana no se limita a historias melancólicas para adultos. También hay un país que vibra con la ternura y esperanza de sus jóvenes lectores. En Diners, le invitamos a descubrir siete libros infantiles que han dejado huella en la literatura nacional.
Esta selección no es aleatoria, ni mucho menos. Surge de las recomendaciones de destacados medios y editoriales como Penguin Random House y Medium.
7. Tito y Pepita

La colección comenzó en 2011, de la mano de Editorial B, con una único tomo sobre dos hámsters vecinos —Tito y Pepita—, que simplemente no podían llevarse bien. Para expresar su disgusto, intercambiaban poemas desagradables y llenos de insultos. Una pequeña guerra que cada día se volvía más intensa.
La popularidad de la historia original impulsó a su autora, Amalia Low, a seguir explorando la vida y enemistad de esta entrañable pareja de hamsters. Así imaginó cómo reaccionaría Tito y Pepita ante la llegada de nuevos y singulares personajes: un perro bienintencionado, un astuto camaleón y una tímida mofeta. Cada nuevo libro transmitía un mensaje a favor de la amistad, invitando a la curiosidad antes que al juicio.
Amalia Low es conocida por viajar constantemente por Colombia y el mundo con sus espectáculos de literatura y música—a lo que ella llama “momentos mágicos para disfrutar la literatura, la risa, la reflexión, la música… y el sueño de la amistad universal”.
A lo largo de su carrera ha publicado más de diecisiete libros, algunos de los cuales han sido traducidos al francés, portugués, italiano, e incluso al coreano, japonés y mandarín. Desde Penguin Random House recomiendan el título más reciente de la colección Tito y Pepita, La mamífera odorífera.
6. Zoro

Érase una vez un niño indígena al que todos llamaban Zoro. Tras un terrible incidente, Zoro se vio separada de su comunidad, pero no quedó completamente solo. A su lado estaban un sabio anciano y el ave tente, un guardián espiritual. Juntos emprendieron un viaje a través del fantástico bosque para reencontrarse con su gente. En el camino se cruzaron con un tigre cantor de cristal, un águila de hielo, y viajeros del sol.
Jairo Aníbal Niño escribió Zoro en 1997, inspirado por un viaje al Amazonas en el que conoció a diversos pueblos indígenas y aprendió sobre la tradicional figura del ave tente.
Aunque la obra está dirigida para niños más mayores, Zoro fue rápidamente reconocido por ofrecer un relato más cercano al contexto y a la tradición latinoamericana, distinto a los clásicos europeos. En el año de su publicación, el libro le valió a su autor el Premio Nacional de Literatura Infantil Enka.
Otras obras destacadas de Aníbal son: La alegría de querer, Preguntario y El sol subterráneo.
5. Cantar es Contar
Maracucha de nacimiento y colombiana de corazón, María del Sol Peralta cree firmemente que cantar es contar. Así lo demuestra a través de más de siete volúmenes, que une canciones infantiles icónicas —como Aserrín, aserrán— con ilustraciones originales y coloridas. Una invitación a los niños y sus familias a reunirse para jugar y divertirse.
María cuenta con una amplia lista de obras singulares en su trayectoria. Entre las más destacadas se encuentran: La familia Zarigüeya, ¿Baila usted? y Así me lo contaron a mí y así te lo canto a ti. En 2002, su arduo trabajo fue galardonado por la X Tribuna Musical de América Latina y el Caribe, en colaboración con la UNESCO.
Como pedagoga preescolar, no sorprende que sus obras sean altamente valoradas por editoriales como Penguin Random House y medios como Medium dentro de la literatura colombiana. Diners le recomienda Tomatina Curatodo: Cura Nada Sin Amor de 2015.
4. El Imperio de las Cinco Lunas

No es extraño que los libros infantiles sean sinónimo de imaginación, pero con un título como El Imperio de las Cinco Luna se puede anticipar un cuento repleto de lugares maravillosos y personajes aún más fantásticos.
La historia se desarrolla a lo largo de cinco lunas. El anciano Makuna y Edka son llamados de vuelta a la acción cuando dos niños son condenados a muerte debido a la interminable guerra entre las naciones de tapir y el pecarí. En su viaje, estos inocentes mortales se enfrentarán a un imperio del mal, encarnado por la reina araña y el rey serpiente. Pero también aprenderán valiosas lecciones del pez Payara, el venado Ochopuntas, el Jaguar de Luz y el Águila de Fuego.
Publicado en el siglo pasado, este libro aún conserva su frescura y relevancia al enseñar a los niños lo que significa crecer y cambiar. En 1998, le valió a su autor —Celso Román— el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil de Norma-Fundalectura.
Entre sus trabajos más recientes se encuentran El espíritu del páramo (2021), Ojo que mira el sol / Ojo que mira la luna (2020) y Al rescate de la tortuga de mar (2019). Su presencia en la selección de Diners era obligatoria.
3. El Terror de Sexto B

Los papás y las mamás siempre dirán que fueron los mejores de clase y los que mejor se portaban, pero este libro, dirigido a lectores más mayores, ofrece una mirada más realista a la vida escolar.
En esta colección de cuentos cortos, Yolanda Reyes retrata con ternura momentos como el estresante primer beso, el niño travieso que desordena el salón, la niña que detesta la clase de gimnasia y el chico enamorado que no encuentra las palabras para declarar su amor.
Más allá de ser un clásico inmediato de la literatura infantil colombiana, El terror de Sexto B es un libro que busca comprender a sus lectores y darles voz en un mundo que con frecuencia pretende decidir por ellos.
No es sorpresa, entonces, que haya ganado el Premio Noveles Talentos de Fundalectura, sido incluido en la Lista de Honor White Ravens (de Múnich) y seleccionado entre los mejores libros del Banco del Libro. Como señala El Espectador en su revisión de 2016, “tras casi 21 años de publicación, no pierde vigencia”.
2. El Renacuajo Paseador

Hay cuentos tan relevantes que trascienden las páginas y llegan a convertirse en emblemas nacionales. Rin Rin, el joven renacuajo vanidoso, apareció en 1867 como parte de una colección de fábulas y poemas escrita por Rafael Pombo, titulada Cuentos pintados para niños.
En la historia, Rin Rin desobedece las advertencias de su madre y sale de casa para reunirse con Miguel el Ratón y su acompañante, una rata. Juntos ríen y bailan, hasta que un pato los interrumpe. Los roedores logran escapar del estómago del pato, pero no de las garras de una familia de gatos.
Un mensaje claro para los más pequeños: Cuidado con la desobediencia, porque el precio a pagar puede ser alto.
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Para muchos de los nuevos admiradores de Rin Rin Renacuajo, el siguiente dato puede desmoronar un poco su magia. La obra de Pombo no es completamente original, sino una adaptación de una canción inglesa del siglo XVI, titulada “A Frog He Would A-Wooing Go”.
Sin embargo, su tono y mensaje son completamente diferentes. En la canción inglesa, una rana adulta busca cortejar a la Señorita Ratón, pero un gato impenitente interrumpe en el día de bodas.
Si bien la original pasó desapercibida en Latinoamérica, la versión de Pombo llegó a protagonizar un espectáculo de títeres en México, inspiró la pantomima de Silvestre Revueltas y, durante la pandemia de Covid-19, le enseñó a los niños la importancia de quedarse en casa gracias a su edición interactiva.
1. Chigüiro
La lista comenzó con una colección de libros y termina con otra que demuestra que no hacen falta las palabras para contar buenas historias.
Chigüiro consta de 13 títulos publicados entre 1985 y 2006, y narra el viaje de este enorme y amigable roedor a través de distintas aventuras. Desde descubrir el poder creador de un lápiz, enfrentarse al temible baño, hasta dejar volar su imaginación usando un simple palo para todo tipo de juegos.
Ivar Da Coll, autor de la serie, compartió que, en la creación del personaje, solo tenía como referencia una pequeña imagen de los Llanos, tomada de los archivos de la Biblioteca Nacional de Bogotá. Fue hace casi un año, en junio de 2024, cuando finalmente conoció al animal que tanto lo había inspirado, en las sabanas de Casanare.
Hoy en día, Chigüiro sigue formando parte de los planes de lectura en todo el país —y de México hasta Chile—, con una circulación que supera los 18,000 ejemplares cada dos años. En 2014, la obra fue galardonada con el Premio Iberoamericano SM, además de haber sido nominada al Premio Hans Christian Andersen e incluida en la Lista de Honor de IBBY (International Board on Books for Young People).
Su reconocimiento e impacto la consolidan como una pieza clave en la historia de la literatura infantil colombiana.