Retomamos este artículo publicado en febrero de 2013 por considerarlo de interés para nuestros lectores.
Merecido el premio de este recorrido investigativo a través de la historia de Sixto Díaz Rodríguez un cantante descendiente de inmigrantes que nació en Detroit y que lanzó dos discos que no tuvieron una acogida entre el público norteamericano pero que por misteriosas razones que se convirtieron en leyendas orales llegó a Sudáfrica en un momento en el que el Apartheid coartaba las mentes de los jóvenes y necesitaban alguien que les dijera como poder liberarse.
Este músico fue quien despertó todas esa efervescencia que se dio en grupos musicales capaces de componer sus letras protestando contra el apartheid y entre los jóvenes que los escuchaban. La historia es increíble y a medida que transcurre el documental en cada corte hay una puerta abierta hacia el siguiente que supera en milagros el anterior. Un mito musical que se pensaba muerto- algunas historias hablan de suicidios ante el fracaso- y que resulta estar vivo y haber subsistido en su vida de una forma tan estoica y parca que lo hizo feliz a pesar de todo.
La música que acompaña el documental es la música de Sixto y cada letra es una revelación de la conciencia y lo que alguien es capaz de decir por otros. Estéticamente esta bien construido por las imágenes actuales, las de archivo y las entrevistas que son cortas pero que perfilan perfectamente a este personaje que habla poco pero dice mucho.
Un obrero de Detroit es un héroe al otro lado del mundo. Un artista que vendió millones de copias y jamás se enteró. Un hombre que pudo ser una estrella pero fue un padre de familia abnegado que crió tres hijas.
Cuando SIxto fue encontrado hizo una gira llamada ¨ Dead Men Don’t Tour: Rodriguez in South Africa 1998 ¨ y las imágenes de este concierto no dejan más que emociones en quienes vemos la cinta y en quienes estuvieron ese día en ese concierto, el concierto del héroe que fue capaz de hablar por ellos y empujarlos a decir la verdad.