Sábado 31 de mayo de 2014
Gratitud
Por Juan Pablo Montejo
Expedicionario
Por: Juan Pablo Montejo
Expedicionario
Escribo la bitácora hoy 31 de mayo en el Medical Camp o campamento 4, a 4.650 m.s.n.m., el último campamento del Denali.
Antes de empezar a escribir, cerré los ojos y traté de concentrarme en lo que quería escribir, y para no gastar energía del computador, comencé a escribir en un papel, pero el frío era tal que la tinta del esfero no escribía las palabras completas, quedaban con pedazos blancos, como si la tinta estuviera congelada, al igual que mis dedos.
Estoy en mi carpa, son las 10 p.m., acabamos de terminar de comer y ya mis compañeros se metieron en sus sacos de dormir, ¡es el mejor momento del día!; acabo de derretir nieve y guardé el agua caliente en una botella, puse la botella junto a mi pecho y sentí un calorcito delicioso. No se oye ruido a esta hora en el campamento, la gente está descansando… Hace una hora había una tormenta de nieve con vientos de más de 70 k/m por hora, la carpa comedor que construimos hoy, se movía tanto que pensamos que podría colapsar, mucho frío, mucho viento, mucha nieve. Las bitácoras se escriben usualmente sobre algún acontecimiento del día, pero hoy aquí en este campamento, no ha pasado casi nada.
Unas horas antes de viajar a Alaska una amiga me preguntó si ya sabía ¿cuál era mi intención al subir a ésta montaña? ella es una de esas amigas profesora de yoga y nutricionista de quién se esperaría este tipo de preguntas, a las cuáles uno, desde luego, no puede responder de inmediato. Gracias a ésta pregunta, entré en una búsqueda que me incomodó hasta el punto de pensar: «Uno no tiene que tener una intención al subir una montaña, uno simplemente tiene que subirla». Pero el pensar eso me hizo sentir aún más incómodo… Después, pude definir mi verdadera intención; al descubrirla encontré una alegría y una paz increíble, mi intención es que en cada paso dado, le daré gracias a Dios y a la vida.
De esta manera comencé mi travesía por el majestuoso glaciar de Kahiltna, dando gracias a cada paso y así, seguir subiendo al campo 1 y cuando sentía que la carga de la espalda y el trineo eran muy pesados, le pedía fuerzas a Dios y a la Virgen, al seguir caminando agradecía nuevamente el hecho de estar acá; así mismo, al llegar al campamento 2, me comí unas pastas deliciosas y di las gracias, esta vez no a Dios y a la Virgen, sino a Joaco y Álex, quiénes las cocinaron. Así ha sido este recorrido, con una intención clarísima de agradecimiento, he dado gracias por tener a mis papas vivos, por el amor profundo que siento por mis sobrinos, por mi hermano Felipe y mi hermana Adriana; doy gracias por haber podido hacer todo lo que he hecho hasta el momento, por la gente con la que me he encontrado y he compartido; doy gracias por mis amigos y amigas, quienes han estado muy presentes en esta travesía.
Han sido unos días largos… Estamos a la espera de una mejoría del clima que nos permita seguir ascendiendo, en estos momentos, en los cuáles no tengo ninguna distracción tecnológica de celulares, internet, etc. Se tienen conversaciones largas con mis compañeros de expedición: Contamos cuentos y siempre, por supuesto, seguimos soñando con proyectos de escalada. Son tantos los lugares a los que quiero ir, son tantas las aventuras pendientes, que creo que la vida no me va a alcanzar, hoy seriamente pensé que tengo que ser muy selectivo y organizado con mis planes futuros de escalada y aventura, porque quiero hacer las mejores rutas, subir las montañas más hermosas y conocer los lugares y la gente más especial como lo he venido haciendo en las última semanas, en compañía de una cordada de esas que no se encuentran casi nunca… Apenas pensé en eso, se me iban a escurrir las lágrimas de la felicidad de tener tantos planes de vida, ¡Tanto por hacer!
En ese momento, una pequeña ráfaga de viento sacudió la carpa, como diciendo: ¡Hey, estás acá, en el Denali, la montaña con la que has soñado desde el 2012 y a dónde has podido llegar gracias a un gran esfuerzo con tus compañeros de equipo! Que verdadero privilegio estar en esta montaña aquí y ahora, representando a nuestro querido país con el proyecto de las 7 Cumbres y ¿saben qué? volví a dar las gracias, esta vez a nuestros patrocinadores, corrijo: a nuestros queridos patrocinadores, quienes han creído en éste proyecto y lo han apoyado con un entusiasmo semejante al que nos mueve a nosotros en cada nueva cumbre.
Mientras pienso en las personas que nos han apoyado en este proyecto -en los líderes de empresas como Pacific Rubiales, AON, Sodexo, Fondo Nacional del Ahorro y EPY – no me queda sino una palabra por decir: ¡GRACIAS!