21 de mayo de 2014
Estación Talkeetna
Por: Alexander Torres
Expedicionario
Después de que Joaco y Juan Pablo Montejo finalizaron las compras, debimos organizar todo el material técnico y acomodar el mercado en las tulas: empacar, desempacar, hacer lo imposible para cerrar las cremalleras. Ya era hora de tomar el tren a Talkeetna y seguíamos en el hotel, corriendo para resolver tareas de última hora, afortunadamente la estación de tren es cerca y no hay trancones en Anchorage. Alcanzamos a llegar a tiempo y entregar nuestras tulas para ser llevadas a la bodega: catorce bultos que suman casi quinientos quilos de peso, la ventaja de haber llegado tarde es que los empleados de la estación pasaron por alto el control de sobrepeso.
Apenas nos acomodamos en nuestros puestos el tren se puso en marcha. Es la primera vez que viajo en tren: ¡Qué bueno que fue aproximándome al Denali, a través de los bosques alaskeños! La diferencia con respecto al viaje en bus es que aquí uno ve las cosas desde arriba, ve los alces junto al ferrocarril, los ríos, las montañas… Hasta pudimos tomarnos un excelente café en la cafetería del tren, hablando con uno de los operarios que se acercó a saludarnos y se puso a
practicar su español con nosotros. La vista de las montañas me pone a soñar con volver a éste lugar y eso que apenas está comenzando la aventura. Fueron tres horas de recorrido, donde pudimos ver el Denali, apareciendo de repente en un claro del bosque rodeado de un cielo azul.
Al bajar del tren nos recogió una linda chica en una van de la empresa de aviación K2, quien con total indiferencia nos transportó hasta el Hostal Swiss-Alaska, donde pasaremos la noche, una vez descargamos nuestro equipaje tuvimos tiempo de salir y tomarnos una tarde de descanso en este lindo pueblo.
Es muy fácil moverse por Talkeetna: básicamente tiene dos calles y una termina en una playa del río, donde se consigue una vista asombrosa del Denali. Fui hasta ese lugar, me puse a ver la montaña, y en ese momento dos ideas se me pasaron por la cabeza: 1) Estamos a 400 metros sobre el nivel del mar; eso es ganancia pues ya sólo nos faltan 5.800 para llegar a la cumbre. 2) Si aquí necesito
tener puesta la chaqueta de polar, casi al nivel del mar, como si estuviéramos en una madrugada bogotana, quiere decir que allá arriba hará ¡mucho, mucho frío!
Después fuimos a visitar la oficina de aviación de K2 para ver las lindas avionetas que parecen sacadas de película. En una de estas saldremos mañana y aterrizaremos en el gran glaciar de Kahiltna. Será una emoción sólo comparable a la de viajar en un DC3 sobre las selvas Colombianas.
De regreso al hostal pasamos a conocer la oficina de parques y aparecieron, además de unos cuernos de alce, las fotografías del lugar, las cajas para la materia fecal y una linda piel de oso.
Tendremos que trabajar duro en los días que vienen, lo mejor por el momento es descansar. Espero conciliar el sueño esta noche: es grande la emoción de saber que mañana entraremos volando en la cordillera de Alaska. No veo la hora de estar a los pies del Denali.