Foto: Cortesía Teatro Nacional
Cultura

El Rinoceronte, teatro del absurdo entre marionetas

La casa del Teatro Nacional acoge una singular adaptación de la obra de Eugène Ionesco hasta el 28 de febrero.
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febrero 6, 2015
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En La Casa del Teatro Nacional hasta el 28 de febrero.
Carrera 20 # 37 – 54

El ser humano no dejará nunca de hacerse preguntas que a menudo no encontrarán solución lógica. Cuestiones como el sentido de la vida superan la racionalidad, y por ese motivo esquivamos a la razón para intentar responderlas.

Ese es el terreno del absurdo: Un espacio que la lógica no es capaz de abarcar. Un campo vinculado al existencialismo de Kafka, Camus y Sartre que un grupo de dramaturgos llevó a las tablas en tiempos de posguerra. Un estilo teatral que cuestiona el devenir de la sociedad y la identidad del hombre, y que de nuevo tiene representación en Bogotá.

En esta ocasión – y hasta el 28 de febrero – es el Teatro Nacional quien apuesta por recuperar en escena uno de los clásicos del género del absurdo. Se trata de “El Rinoceronte”, escrita en 1959 por el dramaturgo francés (y uno de los padre de esta corriente) Eugène Ionesco, y presentada por Isabelle Matter. La directora suiza intercala en su adaptación la actuación “convencional” (dentro de lo permitido en el género) con el teatro de marionetas, que contribuyen a enfatizar el propósito de la obra: Criticar la masificación y la falta de originalidad, que nos convierte en títeres.

La obra narra la historia de un pueblo francés que súbitamente se ve invadido por rinocerontes, algo absolutamente ilógico. Los vecinos del pueblo, cuyas personalidades representan diversos estereotipos – descritos en tiempos de posguerra y aún hoy vigentes -, pierden progresivamente sus cualidades individuales para terminar convertidos en paquidermos de uno y dos cuernos. La adaptación de Matter viaja de lo general a lo individual para terminar enfocándose en uno de los habitantes de la pequeña ciudad, Berenger, quien se resiste, no sin cavilar hasta el fastidio, a transformarse y perder su originalidad.

El Rinoceronte aglutina todas las características que conformaron el Teatro del absurdo en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Su argumento desafía la lógica y sus personajes presentan incoherencias entre discursos y actos. El miedo y la desconfianza social son partes esenciales de esta obra tanto como lo son de nuestro tiempo. El teatro del absurdo no está hecho para el gran público, como tampoco lo está la adaptación de Matter. Como lo exige su género, El Rinoceronte es intenso, ampuloso y viscoso a conciencia, y cuenta con un planteamiento inevitablemente cargado de irracionalidad.

La vigencia de Ionesco y El Rinoceronte es absoluta. Aunque los totalitarismos político-militares han sido derrocados, la democracia de las masas y la globalización han conducido a un grado de homogeneidad nunca antes advertido. Incoherente por naturaleza y ataviada con el trabajo de Héctor Loboguerrero, Jorge Rico y una brillante Fabiana Medina, El Rinoceronte se presenta ante el público bogotano como lo que es: Una sugerente y absurda experiencia.

 

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