Adulto contemporáneo
Foto: Dirty Kitchen
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¿Cómo vive el amor el adulto contemporáneo?

Aproveche la cuarentena para ver la serie Adulto contemporáneo y empápese del lenguaje, dudas y ocurrencias de la generación que empieza sus treintas. Su personaje, el científico, analiza lo que somos.
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abril 23, 2020
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El artículo ¿Cómo vive el amor el adulto contemporáneo? fue publicado originalmente en Revista Diners de septiembre de 2014

Jack y Rose, Brandon y Kelly, Ross y Rachel…, si usted identifica a estas parejas, probablemente usted sea un adulto contemporáneo. Si usted se identifica con alguna de ellas, no lo dude: usted ES un adulto contemporáneo.

A diferencia de sus años de juventud, en los que lo importante era tener una amplia lista de levantes, el adulto contemporáneo procura enrolarse en relaciones duraderas y estables, aunque eso signifique tener que hacer ciertos sacrificios. Sin embargo, en temas de amor, todo está condicionado por su estado civil:

El adulto contemporáneo soltero

Este subgénero cree en el amor como cualquier otro. Incluso cuando se encuentra sin pareja, si se proyecta hacia el futuro, se ve acompañado de una pareja estable. Bien es sabido que a medida que cumple años, el adulto contemporáneo adquiere chocheras que podrían dificultar el establecimiento de una relación duradera.

No obstante, al encontrar al candidato ideal, su relación se constituirá de manera acelerada, y en menos de lo que ellos mismos piensan ya habrán adquirido comportamientos propios de las parejas estables.

Esto lleva a una aceleración importante en el número de candidatos serios integrados en el grupo de amigos: para el adulto contemporáneo es algo normal ver caras nuevas en paseos, comidas, cumpleaños y demás eventos sociales, y verlas desaparecer de la misma manera en que llegaron.

En este mismo sentido, el approach o cortejo es una práctica cada vez menos común: el adulto contemporáneo soltero no sale con alguien por salir; si no hay expectativas de enseriarse prefiere salir solo… o no salir, lo cual desencadena conversaciones ejecutivas del estilo “Me gustas y he estado feliz este fin de semana, pero prefiero no involucrarme en algo complejo”; “Cuéntame en qué andas y qué puedo esperar de esto”, que demuestran el altísimo talante racional del adulto contemporáneo.

Si antes el intercambio de novios entre amigos cercanos o conocidos, también conocido como el síndrome Melrose Place, era motivo de preocupación y representaba un peligro para cualquier amistad, ahora es sumamente normal y es visto con absoluta naturalidad por los terceros involucrados.

El adulto contemporáneo casado

El vínculo del matrimonio suele sobrepasar cualquier expectativa en el adulto contemporáneo. Y para esto no hace falta pasar por el altar o la notaría. El mero hecho de convivir hace que los dos individuos que integran la sociedad conyugal se vean a sí mismos y se identifiquen como una sola entidad.

Contadas son las excepciones en las que un adulto contemporáneo casado se concibe sin el otro. No solo le cuesta trabajo recordar cómo era su vida antes, sino que muchas de sus prácticas cotidianas se vuelven impracticables en ausencia de su pareja. Dormir, cocinar, salir con los amigos, comprar unos zapatos o elegir una corbata son actos que carecerán de sentido si se llevan a cabo en solitario.

Tras el “sí” se da inicio a la institucionalización del hogar como el elemento único e indivisible alrededor del cual orbita todo. Es tal su fuerza que, si bien hay dificultades, son muy pocos los agentes externos que logran quebrantar su estabilidad; un sentido de pertenencia que se basa en el respeto, el bienestar, la generosidad y, por qué no, el romanticismo propio de tiempos remotos.

Esto no quiere decir que el matrimonio aleje al adulto contemporáneo de sus prácticas de soltero. Común es que el hombre se siga relacionando con sus pares y que el fútbol, los triunfos personales o las anécdotas que dan pie a mofas sigan siendo los ejes de estos encuentros.

No muy diferente de lo que pasa con las mujeres, que seguirán frecuentando a sus amigas, aunque se presenten ligeras modificaciones en los temas de conversación tomando especial relevancia los hijos, la casa y su decoración. Lo único que se mantendrá sin mayores variaciones será la temática compras.

El adulto contemporáneo separado

La diversidad de reacciones frente a una ruptura dificulta el hallazgo de un patrón. Sin embargo, vale la pena destacar la necesidad de los adultos contemporáneos que abandonan la comunidad del anillo, de repetir comportamientos propios de su juventud, como el regreso a bares o discotecas de música estridente adonde acuden en busca de una juventud que creen que pueden recuperar

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