El francés Sebastien Noel y las alemanas Eva Rucki y Conny Freyer se conocieron cuando estudiaban en el Royal College of Arts de Londres. En 2003 decidieron conformar Troika, un colectivo que fusiona arte, ciencia y tecnología. Su nombre alude precisamente a esa unión de miradas, un diálogo constante entre tres que se hace necesario para construir la obra. Eva Rucki asegura que este colectivo también podría explicarse como tres entidades que logran conjugar las partes para convertirlas en una en el momento de la creación.
El colectivo, que viene por primera vez a Colombia, exhibe una muestra denominada Límites de un territorio conocido, que incluye una instalación de sitio específico, diseñada exclusivamente para la galería NC-Arte de Bogotá, y que es prueba del interesante trabajo que ha venido desarrollando.
Para estos artistas existe una pregunta constante sobre cómo tener una imagen más completa del mundo que los rodea. Una de sus referencias es el libro Flatland, A romance of many dimensions, de Edwin A. Abbott, escrito en 1838, en el cual las personas vivían y veían un mundo de dos dimensiones. Otro de los símiles que emplean para explicar su trabajo es el de un globo lunar en el que se visualiza una parte conocida y otra desconocida. Ellos están interesados en ese lado oculto.
En Límites de un territorio conocido hay instalaciones, esculturas y dibujos en los que existe una simbiosis entre las posibilidades que otorga la ciencia, la mirada y el trabajo del arte. Las tres dimensiones de Eva, Sebastien y Conny se unen de manera estratégica para proponernos combinaciones, experimentos, en los que el arte dialoga en ese propósito de acercarse a una visión más completa de ese mundo, que encierra muchos significados.
Sin embargo, nada de esto es certero y calculado, pues luego de preparar cada pieza los artistas afirman no tener un control sobre lo que va suceder en el futuro y en la mente del espectador. Es una idea que recuerdan constantemente en su trabajo y que tiene que ver con los límites del control, de la verdad del ser y de lo desconocido.
Eva explica que ellos experimentan y discuten durante el proceso de creación, construyen con el lenguaje de las luces, el agua y de cada recurso técnico, para generar el asombro y esos “cortos circuitos” en el espectador, que será el encargado de construir el sentido que quiera en su cabeza.
La instalación principal recrea un espacio con luz tenue. El espectador puede identificar el lugar desde lejos: una sala amplia, el piso cubierto de agua y una especie de camino de piedras que se supone que se puede pisar y recorrer. Se escucha el leve sonido del agua que cae constantemente, hay un halo de misterio que lleva a caminar con timidez. De la puerta al espacio de la instalación existe un límite de significados variables. Aunque se encuentra en el espacio de la galería, y se sabe que lo más arriesgado que podría pasar es mojarse los pies, todo está dispuesto de manera estratégica, simulando otra realidad y esto confunde, cuestiona y emociona.
Además de esta instalación, está la escultura Squaring the Circle (Cuadratura del círculo) del 2013, donde se establece un juego de miradas y las formas mutan según la posición del espectador. Se tiene una sensación espacial inmediata al momento de entrar en la sala y percibir este objeto, que parece un cuadrado, pero el movimiento transforma el espacio y la forma ya no es solo una, esa perspectiva no lineal crea una escultura en movimiento.
Una seducción inmediata produce Cartography of Control (Cartografía del Control), una serie de dibujos hechos gracias a descargas eléctricas que van quemando el papel y logran grabar el material con estas especie de fractales y líneas que se ramifican de manera errática. Los artistas recuerdan cómo estas formas se asemejan a la imagen de las venas y de los ríos de las estructuras arbóreas.
Los artistas de Troika existen en una especie de isla en la que, sin ser científicos, manipulan la ciencia y logran dialogar juntos con el arte. Allí, la búsqueda constante por generar un serie de sensaciones se hace evidente y se completa con la presencia del espectador. Una metáfora sería eso que sustituye algo, así la obra de Troika, a través de sus esculturas e instalaciones, simula esas realidades para crear unas nuevas por medio del arte. Las metáforas de este colectivo nos permiten habitar espacios simulados que cobran una nueva fuerza.
Hay mucho más por ver. La obra de estos artistas debe ser vista y, sobre todo, vivida. La exposición estará abierta al público hasta el próximo 5 de septiembre.