Poco se habla de la vida de Jorge Gaitán Durán, aquel colombiano que nació hace 100 años en Pamplona, Norte de Santander, el 12 de febrero de 1924. A sus 17 años ingresó a la carrera de Ingeniería en la Universidad Nacional a regañadientes, pero en 1942 se pasó a la carrera de Derecho en la Javeriana, donde tampoco terminó sus estudios por escribir en El Tiempo, donde se consagró como crítico de cine, literatura y arte, teniendo apenas 20 años.
Sus amigos lo describen como un devorador de libros, tanto así que en 1946 con 22 años publicó su primer libro de poemas bajo el nombre: Insistencia en la tristeza, una crítica al contexto social por el que atravesaba Colombia. Luego, en 1947 lanzó su segundo poemario y se vinculó abiertamente a las juventudes gaitanistas.
Gaitán Durán participó en los disturbios del Bogotazo e hizo parte del grupo de jóvenes que se tomaron la Radio Nacional para informar que el caudillo del pueblo, Jorge Eliécer Gaitán había sido asesinado en el centro de la ciudad. Esta participación, lo convirtió en blanco del SIC -antiguo DAS-, por lo que tuvo que refugiarse en Cúcuta.
El despertar de Jorge Gaitán Durán
En los años 50, el jóven Gaitán Durán viajó a Europa, exactamente a París, donde conoció a Dina Moscovici, una estudiante de cine oriunda de Brasil con la que se casa y tienen una hija a la que bautizan como Paula Gaitán Moscovici, quien también se convertiría en poeta.
Sin embargo, no es hasta 1953 que el nacido en Pamplona conoce a sus mentores Eduardo Cote y Hernando Valencia Goelkel -influenciados por Eduardo Carranza-, quienes le enseñan lo mejor de la poesía en lengua española.
Después de esta influencia publicó su tercer poemario El Libertino y vuelve al país para fundar la revista Mito, cuya primera edición data de abril de 1955 y que le dio al país la posibilidad de leer textos inéditos de Vicente Aleixandre, Octavio Paz, Jorge Guillén; los poemas de Berthold Brecht; los análisis de Georg Lukács, así como ensayos sobre Hegel, Heidegger, Marx y Nietzsche. La revista tuvo 42 números, durante siete años, hasta la muerte de Gaitán Durán en 1962.
Vida política y muerte
La revista Mito fue un trampolín para que Jorge Gaitán Durán publicara sus ideas en contra de la dictadura de Rojas Pinilla. De ahí que aprovechó para publicar la separata Amantes en 1958; la Revolución Invisible en 1959 y el libro SADE en 1960, donde se le vincula directamente al Movimiento Revolucionario Liberal.
Sin embargo, el colombiano también plasmó sus pensamientos en poemas sobre la vida, el amor y la muerte con Si mañana despierto en 1961. El año siguiente Gaitán Durán murió en un accidente aéreo el 22 de junio de 1962 cuando volaba de París a Bogotá.
Su legado quedó en manos de su hija Paula, quien heredó esa percepción que su padre adquirió de los franceses y españoles modernistas. Sin embargo, Paula se mudó a Brasil, donde escribió sus poemas metafóricos con delirios del amor y la muerte, como los de su padre.
Poemas de Jorge Gaitán Durán
En Diners compartimos cinco poemas de Jorge Gaitán Durán, de los que puede discernir sus pensamientos sobre la vida, la muerte y el amor.
1. Envío 9 de diciembre de 1961
No he podido olvidarte. He conseguido
Que este inútil desorden de mis días
Solitarios, concluya en las porfías
De un corazón que da cada latido
A tu memoria. En tu mundo abolido,
He luchado por ti contra las pías
Obras de Dios. Cuánto ayer le exigías
Será invención del hombre que ha nacido.
Tantas razones tuve para amarte
Que en el rigor oscuro de perderte
Quise que le sirviera todo el arte
A tu solo esplendor y así envolverte
En fábulas y hallarte y recobrarte
En la larga paciencia de la muerte.
2. Sé que estoy vivo
Sé que estoy vivo en este bello día
Acostado contigo. Es el verano.
Acaloradas frutas en tu mano
Vierten su espeso olor al mediodía.
Antes de aquí tendernos no existía
Este mundo radiante. ¡Nunca en vano
Al deseo arrancamos el humano
Amor que a las estrellas desafía!
Hacia el azul del mar corro desnudo.
Vuelvo a ti como al sol y en ti me anudo,
Nazco en el esplendor de conocerte.
Siento el sudor ligero de la siesta.
Bebemos vino rojo. Esta es la fiesta
En que más recordamos a la muerte.
3. Veré esa cara
Voy a vivir contigo y contra ti.
Roma en llamas, la casa de los dos
Tiene un cuarto vacío. Nuestro Dios
Ha partido. Todo cuanto le di
Me comenzó a pesar: mi baladí
Fervor de adolescente. Grité: Nos
Reclama cada ser ; o: Todos los
Hombres son nuestros hermanos. ¡Mentí!
Ahora sé que renegué del cielo
Por nada. Inane César, porto el duelo
De un mundo sin amor ni paz ni fe.
Eres cuanto me queda: la postrera
Mirada fiel. ¿El terror persevera,
Cara! Cuando me abrases, te veré.
4. Tal es su privilegio
Los días me insultan al pasar, me apocan
Con palabras de muerto: injurias de otro siglo,
Culpas que ni siquiera yo reconozco
Aunque haya admitido la de ser hombre.
Mas ¿cuántos quedan? Tal es su privilegio,
Pues si los niego o mato no me queda vida,
Y hay que tomarlos como son, ratas feroces
Que me roen el vientre y me condenan.
5. Cada palabra
Cuando la muerte es inminente, la palabra
cada palabra— se llena de sentido. La sentimos
nacer al fin grávida, indispensable.
Esplende lo que por años había sido nuestra duda:
su fasto, conquista del mundo. Nombramos la
centella que nos mata: el mundo es una palabra.
No hay tiempo entonces que perder y esta
experiencia última, única nos resarce de toda patria.