Pocas agrupaciones musicales pueden afirmar que cambiaron el rumbo de la música para siempre. Que dejaron una huella imborrable y que, a pesar del paso del tiempo, siguen conectando con nuevas generaciones. Buena Vista Social Club es una de esas leyendas vivas que, desde Cuba, lograron lo impensable: conquistar el mundo con el sonido tradicional de la isla. Un sonido que nace entre partidas de dominó, de la guitarra del trovador que recorre las calles como un bardo errante, y de la vecina que se asoma a la puerta para sumarse a esos acordes llenos de sentimiento.
“No sabemos si fuimos el primer proyecto cubano que pegó a nivel mundial, pero sí somos conscientes de que nos reafirmamos concierto tras concierto, hasta que llegó un momento en que era imprescindible tener a los músicos de Buena Vista en tarima”, recuerda Javier Zalba, saxofonista y cofundador de la agrupación que nació en 1996, en el barrio de Buenavista, esa famosa calle habanera donde se encontraba el club social para músicos negros. Sin grandes expectativas, con humildad y pasión, los integrantes de Buena Vista Social Club iniciaron un camino que los llevaría a la inmortalidad.
La fama que llegó sin buscarla
Lázaro Villa, maestro y vocalista de la agrupación, evoca con nostalgia aquellas reuniones espontáneas en Buenavista, donde se congregaban gigantes como Compay Segundo, Omara Portuondo, Ibrahim Ferrer, Ry Cooder, Eliades Ochoa, Aguaje Ramos, Rubén González, Juan de Marcos González, Manuel Mirabal, Barbarito Torres, Cachaito López, entre otros tantos músicos excepcionales. Componían en vivo, sin pensar demasiado en el mañana, guiados únicamente por el deseo de tocar su música.
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“En ese tiempo la música cubana tradicional ya era conocida, y nosotros la veníamos practicando mucho antes de fundar Buena Vista Social Club. Grabamos un disco casi sin querer, porque sabíamos que muchos proyectos en la isla se habían quedado a medias. De repente, esos discos empezaron a venderse increíblemente bien, incluso a nivel mundial, traspasando fronteras culturales y de idioma. Había lugares tan lejanos como Islandia donde nos escuchaban. Rompimos todas las barreras”, cuenta Villa, todavía con emoción.
Del barrio al mundo
La fama tocó a su puerta con fuerza. En 1998, Buena Vista Social Club se llevó el Grammy al mejor álbum latino tropical tradicional, y con ello la oportunidad de tocar en escenarios icónicos como el Olympiastadion de Múnich. A pesar de sus dudas iniciales —pensaban que, tras un show de Elton John y con entradas costosas, el público sería escaso—, al salir al escenario se toparon con una imagen inolvidable: el estadio estaba a reventar. Wim Wenders, el legendario cineasta, inmortalizó aquel momento, capturando cómo la música cubana conquistaba los corazones alemanes.
“Veinte mil personas en el público, bajo un aguacero torrencial. Había hasta personas en sillas de ruedas y con muletas. Nadie quiso perderse ese concierto. Cuando terminamos y regresamos al hotel, estábamos en shock. Lo mismo pasó en Berlín, en la ópera de Viena, y hasta en el Vaticano. Nos sentíamos como esas grandes estrellas del rock que llenan estadios; fue un fenómeno que no puedo describir”, relata Villa.
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La permanencia de una leyenda
Con éxitos inmortales como Chan Chan, El cuarto de Tula, Dos gardenias y Candela, Buena Vista Social Club consolidó su lugar en la historia. “Nuestro secreto ha sido mantenernos auténticos. Esa autenticidad es la que nos abre las puertas del mundo. Hoy en día hay muchas sonoridades nuevas que influyen, pero conservar nuestra esencia es lo que nos mantiene vigentes”, afirma Zalba.
Actualmente, la agrupación sigue girando por el mundo con una segunda generación de músicos cubanos, acompañados por ocho de los miembros originales: Carlos Calunga (voz), Ángel Terry (percusión), Javier Zalba (saxofón), Lázaro Villa (voz), Alberto Muñoz (trombón), Osiris Valdés (violín), Roberto García (trompeta) y Fernando Arévalo (bajo). Siguen rindiendo homenaje a la música que los vio nacer, que los elevó a la categoría de íconos globales.
Colombia, próxima parada de Buena Vista Social Club
Después de una exitosa gira por Europa —que incluyó la inauguración de las Olimpiadas de París 2024—, Buena Vista Social Club aterrizará en Bogotá para presentarse en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, acompañados por Pancho Amat, uno de los máximos exponentes de la música tradicional cubana y colaborador de figuras como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Óscar D’León y Ry Cooder.
“Estar en Bogotá es un tremendo placer y un reto, porque allá la gente sabe cómo se debe interpretar la música popular. El público colombiano siempre nos ha acogido de forma cálida. Lo único que pedimos a los organizadores es que permitan que la gente baile”, dice Zalba, entre risas y con la certeza de que el teatro se convertirá en una gran pista de baile.
Una lección de vida
Para Zalba y Villa, la historia de Buena Vista Social Club es también una lección para la vida: la autenticidad es la clave del éxito duradero. “A los jóvenes y no tan jóvenes les decimos: pueden tener mil influencias, pero si no son auténticos, no van a trascender. Por ejemplo, los colombianos tienen el baile y otros fenómenos musicales que son propios. Si no se aferran a sus raíces, no van a progresar. Uno tiene que saber de dónde viene para saber hacia dónde va”, reflexiona Zalba.
Más de tres décadas después, Buena Vista Social Club sigue al pie de la letra este consejo. Las canciones que inmortalizaron en su álbum homónimo siguen emocionando al público alrededor del mundo. “Pasan los años y es gratificante ver al público ávido de nuestras canciones emblemáticas. Nos llena de ilusión ver el fervor en el País Vasco, en Madrid, en Barcelona, y próximamente en Bogotá”, concluye Lázaro Villa.