Hace dos años no la vemos en Colombia. ¿Qué nos trae de nuevo?
Voy a presentar Cambio de Piel, mi nuevo disco. Estaré llevando toda la banda, que es una banda nueva. Tenía ganas de tocar en teatros, donde la gente que pueda estar tranquila, la producción es maravillosa, digna de escuchar con los ojos cerrados para poder matizar muy bien.
Cuéntenos más de ese «Cambio de piel». ¿Por qué ese nombre? ¿Está renaciendo?
Todos los animales experimentamos un cambio de piel a lo largo de la vida. En definitiva son pasos de maduración, realmente. Este «Cambio» está dejando atrás una etapa a nivel personal y profesional. Evidentemente ya no tengo 22 años, tengo 38, y tengo otra actitud, otra manera de sentir más madura.
¿Qué tal es el público de Bogotá?
Me tratáis muy bien siempre. El concierto que hicimos hace dos años fue precioso, tengo muy buen recuerdo de todo. Disfruté muchísimo, me encanta la ciudad, y lo mismo en Medellín. Vamos a estar tres días para ver la ciudad, conocer más sitios.
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¿A dónde va después de Bogotá?
A casa. Es el último concierto de la gira.
¿Qué significa escoger un sitio para cerrar una gira?
Es un balance. Es tan importante el primero como el último; hay que cerrar una etapa, hay mucho trabajo detrás, y una separación: de mi hija, de mi familia… así que cuando llego al último hay que ver si valió la pena esa larga separación. Vosotros hacéis que valga la pena.
¿Tiene algún ritual el día que tiene un concierto?
Intento estar tranquila y tampoco pensar mucho. Si lo pienso mucho me quedo con bronca. Procuro el día del concierto no tener entrevistas porque requieren bastante energía. Puedo levantarme tranquila, tomarme un café…
¿Cómo cuida su voz?
Qué bonita pregunta. La cuido muy poco, debería cuidarla más. Tomo alguna infusión, por ejemplo, algo caliente cuando amanezco ronca. En los viajes suelo llevar un pañuelo al cuello para el frío de los aviones, el aire acondicionado.