Este admirable diccionario recoge cerca de 8.000 definiciones, 6.000 entradas, 1.500 expresiones y 4.500 ejemplos. Abarca las diez regiones lingüísticas de Colombia: el dialecto caribe, el pacífico, el antioqueño-caldense, el santandereano, el caucano-valluno, el cundiboyacense, nariñense, tolimense-huilense, el llanero y el amazónico.
No solo están las palabras, sino también las costumbres, la botánica y la zoología, la música, los instrumentos, la literatura, refranes, dichos y picaresca, los juegos y en definitiva la vida toda de nuestra gente, del paisaje a la sexualidad y las diversas etapas de su desarrollo humano. También el vocabulario juvenil.
Bajo la dirección de Carmen Millán de Benavides, muchas investigadoras e investigadores del Caro y Cuervo y de la Academia Colombiana de la Lengua, como fue el caso del ya fallecido Carlos Patiño Roselli, estudiaron con ahínco esa riqueza indetenible de nuestra lengua, en su variante colombiana, trátese de buseta o gaseosa, chuspa o dar papaya.
Instituto Caro Y Cuervo, Bogotá, 2018, 544 Pág.
Del hablantinoso a la borrachera caribe, la pea, este diccionario es un jugoso mapa de nuestra idiosincrasia, de nuestro humor y de la flexibilidad expresiva con que los escritores han dado giros sorpresivos y eficaces en un idioma del cual ya todos somos partícipes. Beneficiarios pero también activos gestores.
El Diccionario se enriquece aún más con sus útiles apéndices: los gentilicios de los departamentos de Colombia, ciudades y municipios. Las sesenta y cuatro lenguas indígenas, siglas y acrónimos y una muy exhaustiva bibliografía sobre el tema.
Comenzando a disfrutarlo y a recibir la rigurosa lección científica de su orden y diseño, solo puedo rubricar la última palabra del mismo. He quedado zurumbático.