Álvaro Mutis, memoria de Bélgica
Anne Marie van Broeck.
Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2016. 145 páginas
Pedro Nel Ospina el 26 de mayo de 1926 nombra a Santiago Mutis Dávila “secretario de la delegación de Colombia en Bélgica” con ochocientos pesos de viáticos para viajar allí. Irá con su esposa y su hijo Álvaro nacido en 1923. La infancia del futuro poeta quedará determinada por esa estadía: parques, fiestas infantiles, colegios y lecturas. Cercanía del mar, veleros que naufragan, el sonido de la lengua flamenca, el reino de Brabante y la casa de Borgoña.
Bruselas, Brujas, Amberes y Ostende. Esas tierras planas y esos muelles, sus barcos y marinos y figuras que, como Carlos V, luego serían recurrentes en sus novelas, poemas y ensayos.
Anne Marie van Broeck de origen belga entrevistó en tres ocasiones a Mutis y leyó con acuciosa minucia todos sus libros al subrayar las referencias a Bélgica. Lugares, comidas y escritores. Mutis hace especial énfasis en el príncipe de Ligne, los poetas simbolistas como Verhaeren y Rodenbach y la figura de Simenon y su famoso detective, el inspector de policía Maigret. También en el hecho de que uno de sus mejores amigos quien con más perspicacia escribió sobre su obra y recomendó lecturas decisivas, Ernesto Volkening, hubiera nacido en Amberes y se hubiera afincado en Bogotá.
Esta exhaustiva y reveladora investigación nos trae la infancia de quien sería uno de los más importantes poetas colombianos y concluye con una revelación: un poema no conocido de Álvaro Mutis sobre su estadía en Bélgica del cual citamos sus versos finales.
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“Solo en esos lugares que nombro
Con el sordo dolor de lo perdido,
Permanece mi infancia intocada
Por la terca ceniza de los años,
Sin que haya logrado oscurecer un solo instante
Esa ferviente epifanía que se repite
Cada vez que Bélgica regresa
En la vana rutina de mis horas”.
Pero el libro termina por elaborar un contrapunto muy proustiano entre memoria y olvido. No solo Mutis, ávido lector de Proust, sino también el niño que preserva fragmentos de una cinta que se va borrando y atesora atmósferas y rincones sin fecha precisa, con toda la intención de quien fabula con esas ruinas un pasado ahora inventado. Así su poesía.