Fernando Szyslo
Foto: Archivo Diners
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«El arte del siglo XXI no tiene nada que expresar, pocas cosas que sentir»: Fernando de Szyslo

El maestro Fernando de Szyszlo falleció a los 92 en Lima, Perú. Diners recuerda su obra y trayectoria con esta entrevista de cuando vino a Colombia en 2015.
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diciembre 16, 2019
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*El reconocido pintor Fernando de Szyslo falleció en Lima a los 92 años junto a su esposa, a causa de un accidente doméstico. A continuación encuentre un perfil sobre el primer artista abstracto de Perú, junto con una entrevista exclusiva para Diners.

Fernando de Szyszlo tiene 89 años, una voz pausada, una mirada enigmática y una memoria impresionante. Su padre fue un científico polaco; su madre, hermana de uno los grandes poetas peruanos, Abraham Valdelomar. Sin dudarlo por un segundo, confiesa que el más grande legado que le dejaron fue el “vicio impune” de la lectura.

A los 17 años comenzó a dibujar. Y como tenía la facilidad con las matemáticas decidió estudiar Arquitectura. “Al año y medio quise mejorar mi dibujo y me metí a un curso nocturno en la Universidad Católica. Al día siguiente de haber comenzado me di cuenta de que eso era lo que quería hacer por el resto de mi vida”, afirma.

Siguió el camino del arte, se fue a vivir a París durante varios años. Allí descubrió el cubismo, la teoría surrealista, la abstracción, la obra de Rembrandt y de todos se fue nutriendo para crear su propio lenguaje plástico. “Me interesaba la teoría surrealista, los descubrimientos de la pintura abstracta de la posguerra y la búsqueda de relación con el mundo en el que vivo. Siempre he repetido esa frase de Ortega y Gasset que dice ‘yo soy yo y mis circunstancias’, pues modifican mi esencia. El hecho de haber nacido en Lima, en un país del tercer mundo y en la cultura occidental, me ha influido”, dice.

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Paracas III, acrílico sobre lienzo.


De Szyszlo hizo hace parte de la generación del cincuenta, aquella que renovó por completo la cultura peruana. Recuerda que sus primeros cuadros expuestos en Lima eran cubistas, mientras que en los segundos ya se percibía que había descubierto la pintura del mexicano Rufino Tamayo y el arte precolombino de América Latina, elementos que ha seguido explorando sin cesar. “Es una pintura que no ha cambiado mucho, pues siempre he buscado ese cuadro que está en mi subconsciente y que no he podido sacar”, explica con esa voz tranquila que lo caracteriza.

Tras más de medio siglo de carrera y luego de una ausencia de varios años regresa a Colombia con una nueva exposición en la galería Duque Arango, de Medellín, que se inaugura el próximo 18 de junio. Desde su casa en Perú, habló con Diners.

La primera vez que vino a Colombia fue en 1963, invitado por Marta Traba. ¿Cómo recuerda ese primer viaje?

Recuerdo que Marta Traba pasó por Lima y me invitó a exponer en lo que ella, ambiciosamente, llamaba el Museo de Arte Moderno de Bogotá, pero en realidad era una pequeña sala que había en la carrera Séptima. Ahí hicimos la exposición y fue muy emocionante porque la presentó el poeta Jorge Zalamea, que en esa época era el suegro de Traba. Allí pude conocer a muchos artistas colombianos y reencontrarme con otros que eran amigos míos desde París.

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La casa de Venus, acrílico sobre lienzo.


Y desde entonces ha tenido una relación muy cercana con el país…

Es una relación que en más de cincuenta años no ha hecho más que crecer. Expuse durante muchos años en la galería de la inolvidable Rita Agudelo y en el Mambo. Y, sin duda alguna, mis mejores grabados los he hecho en Bogotá, en el Taller de Artes Gráficas.

Y ahora regresa a la galería Duque Arango en Medellín…

Sí, voy a presentar los cuadros que he pintado durante los últimos seis meses, algunos grandes, algunos ambiciosos. He trabajado como loco y tengo mucha curiosidad de verlos colgados en esa galería tan linda de Medellín.

El 5 de julio cumple 90 años, han sido muchos años de trabajo artístico. ¿Cómo se siente maestro?

Me siento como si no tuviera 90 años, pero al mismo tiempo me siento viejo, las dos cosas a la vez. Sin embargo, tengo esta maravillosa ayuda que es la pintura, que me permite, cada mañana, entrar en ese desafío, en esas batallas perdidas. Unos cuadros no son el botín de una batalla, son los despojos de lo que queda de esa pelea por volver sentimientos, experiencias, anhelos, en colores, en materia palpable. Ahí hay un milagro inexplicable que siempre te deja insatisfecho. Hay un desfase entre lo que uno consigue y lo que uno sueña.

Usted siempre ha reiterado la idea de que ha tratado de plasmar el cuadro soñado, pero que lo único que ha logrado es un conjunto de fracasos…

Desgraciada, o felizmente, sigo persiguiendo el viejo cuadro. Nunca he hecho otro cuadro que ese que tengo en el fondo y que trato de sacarlo. Nunca lo he conseguido, pero seguiré intentándolo…

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Díptico, 2015.


Ha sido muy crítico con el arte contemporáneo. ¿Cuál es su perspectiva de lo que se está haciendo?

Lo que se está haciendo en Latinoamérica es una tragedia, pero no es más que un reflejo de lo que es el arte contemporáneo en general. No veo culpa en los artistas, porque la sociedad en la que viven es banal, no tiene significado. Todo ha perdido contenido, el sexo, el amor, se ha convertido en un intercambio de soledades (…). Es completamente explicable que el arte en el siglo XXI sea lo que es porque no tiene nada que expresar, pocas cosas que sentir, solo soledad y un deseo de autodestrucción.

¿Esto lo inquieta?

Esto tiene que cambiar, esos son vaivenes que da la historia, pero no me inquieta. El hombre tiene la condición terrible de ser mortal, lo que siempre lo obliga a dejar testimonios que permanezcan, a dejar huellas. Y no creo que los ejercicios de instalación vayan a dejar mucho rastro en la historia del arte.

Cambiando de tema, usted apoyó la candidatura de Mario Vargas Llosa a la presidencia, ¿cómo fue esa experiencia?

No solamente Vargas Llosa, sino muchos quisimos soñar ese sueño de una política decente, libre, desinteresada, pero siempre chocamos con esas masas, que no tienen convicciones, sino intereses… Y no hay nada más que decir.

Y ahora ha sido muy crítico con el actual presidente del Perú, Ollanta Humala…

Yo creo que ha sido una pena todo lo que ha pasado. Nunca voté por él, pero cuando comenzó le di el chance de que pudiera hacer algo porque había una conjunción de pueblo con ideas, que podría haber dado un resultado, pero ha sido realmente un fracaso…

Es un gobierno completamente vacío y ha llevado a Perú a un caos político (…). Si hay algo rescatable es que no ha cambiado las líneas económicas que se han seguido desde hace 15 años. A largo término, soy optimista con mi país, pero ahora estoy muy preocupado.

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