Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
tengo alma de marinero.
qué le voy a hacer, si yo
nací en el mediterráneo
Joan Manuel Serrat cumple 50 años en el candelero. Desde que en aquel lejano 18 de febrero de 1965, en plena España franquista, apareciera en un programa de Radio Barcelona, grabado en el estudio Toreski, sus canciones han formado parte de la memoria sentimental de españoles y latinoamericanos de distintas generaciones.
Yo nací diez años después. Recuerdo que, de adolescente, Serrat era ese señor serio que hacía una música aburrida que escuchaban los padres. Más adelante fui cogiéndole cariño. Quizás porque me enteré que era socio del Barça y que procuraba no faltar nunca a su cita en el Camp Nou. Quizás porque entendí que si bien su música era del tipo melódica que un rockero como yo detestaba, sin embargo sus letras siempre decían más que contaban y prefiguraban el nómada en el que, con el tiempo, me convertí.
Caminante son tus huellas del camino y nada más
caminante no hay camino, se hace camino al andar
al andar se hace el camino y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar
caminante no hay camino sino estelas en la mar.
Serrat compuso grandes canciones a partir de los poemas de Antonio Machado y de Miguel Hernández. No con ánimo de dar a conocer sus versos, sino porque creía en su poesía, le parecía idónea para generar buenas canciones. Machado y Hernández, poetas republicanos, muertos antes de tiempo como consecuencia de la derrota de las libertades a manos de los fascistas. El propio Serrat, en los inicios de su carrera, se topa también con los intolerantes. Seleccionado para el Festival de Eurovision de 1968, en aquel momento el más importante de Europa, Serrat pretende cantar La la la en catalán, una manera de reivindicar la lengua de su tierra. El gobierno franquista lo prohíbe, pone a Massiel en su lugar (resultará ganadora de esa edición) y empieza una campaña en su contra que hará que el joven cantautor deje de escucharse en la radio y televisión españolas.
Paraules d’amor senzilles i tendres.
No en sabíem més, teníem quinze anys.
No havíem tingut massa temps per aprende’n,
tot just despertàvem del son dels infants.
No hay mal que por bien no venga, dice el refranero. Así, todo este lamentable episodio hizo que Serrat empezara a viajar por Latinoamérica y conociera una realidad y a un público que terminó por ser fundamental en su obra. De sus tempranos baños en las playas de la Barceloneta, el joven Serrat aprendió a amar el mar y el sol. Luego, ya de grande, cuando pudo adaptar el calendario a sus necesidades, se acostumbró a cambiar los meses del invierno europeo por el calor suramericano. Uruguay, Chile y Argentina fueron países de acogida para “el Nano”, países de donde se impregnó de un vitalismo existencial que suele ser el mejor antídoto contra el desencanto de la “vieja” Europa.
Saca de paseo a tus instintos
y ventílalos al sol
y no dosifiques los placeres;
si puedes, derróchalos.
Si la rutina te aplasta,
dile que ya basta
de mediocridad.
Hoy puede ser un gran día
date una oportunidad.
Para celebrar esos cincuenta años, Serrat escogió cincuenta canciones. No es un recopilatorio al uso de grandes éxitos, sino una selección con las que más gustan a su autor. La ha llamado Antología desordenada y eso es lo que es. La novedad es que Serrat se hace acompañar de 31 artistas españoles y latinoamericanos con los que reinterpreta los temas. Calle 13, Estopa, Rubén Blades, Lolita, Les Luthiers y un largo etcétera de cómplices en el difícil arte de juntar buenas letras y melodías. El disco será presentado en una gira por Latinoamérica durante el 2015 y prácticamente todos los países del continente, con la excepción de Venezuela, podrán celebrar con el Nano su aniversario.
Ya sé que no soy un buen yerno.
Soy casi un beso del infierno,
pero un beso, al fin, señora.