Además de lo tradicional, o como parte de ello, llama la atención el enorme espacio dedicado exclusivamente a la gastronomía popular de las regiones. Cocadas cordobesas, espejuelos o arepas boyacenses dan una idea de territorio, tan vasto en extensión como en formas de vivirlo. Y es que en conjunto, el visitante se encuentra con múltiples texturas y lenguajes que hablan del hacer de un país. Desde tejidos ancestrales hasta joyería contemporánea o, incluso, sillas de diseño provenientes de los Montes de María.
Presentamos una selección de 10 imperdibles tradicionales:
-Si va en pos de sombreros, no deje de preguntar por los de Timbiquí. Tejidos en paja tetera que, según dicen sus propios artesanos, viene de “el cucunuco”, es decir, desde las profundidades del Cauca.
-Las mochilas del Caquetá, menos vistosas que las guajiras, llaman la atención por su sencillez. Se encuentra en el Taller Coreguaje.
-Del Pacífico son los canastos tejidos con la fibra del werregue, paciente trabajo a cargo del grupo de mujeres wounaan.
-Sobriedad en clave de platos, en barro para más señas, es lo que ofrecen desde La Chamba, vereda del Guamo, en el Tolima. Muy económicos, además.
-No tan conocidas, las hamacas del Guaviare sorprenden por la filigrana de su tejido, oficio del que se ocupan únicamente las mujeres. Provienen de la palma del moriche. Las verá en el estand Fondo Mixto de Cultura del Guaviare.
-Los coloridos tapetes en fique de Curití, Santander.
-Aunque a primera vista parezca de piel, el sombrero del Vaupés es elaborado de la palma ubí, también conocida como caraná. El más original, de lejos.
-El proyecto Memoria y creatividad, auspiciado por la Fundación Sura, reúne en un solo espacio 11 etnias del país. De su mano profundizan en diseño, innovación, mercadeo y desarrollo de producto. Deténgase en las ruanas en lana del Cumbal, Nariño.
-De las aguas de Nuquí, Chocó, son las canoas de pequeño y mediano formato que se topará a su paso en un par de módulos. Hechas de la finísima madera del espavé.
-Sillas mecedoras de El Salado, Bolívar; una urdimbre en plástico en sus acabados que remite a la siesta, la brisa y la tarde. Las llaman “hamadoras” y las hay en colores y tamaños varios.