Cúrcuma
Foto:
Estilo de vida Moda

Cúrcuma, el laboratorio de color que celebra las tradiciones textiles de Colombia

Diners conversó con María José Gómez sobre Cúrcuma, un laboratorio de color y celebración de los oficios textiles situado en Ubaté (Cundinamarca).
Por:
mayo 2, 2025
Comparta este artículo

Sentada desde un café en Antigua (Guatemala), la cara de María José Gómez se ilumina al empezar a hablar de Cúrcuma, un proyecto que se comenzó a cocinar, inconscientemente, años atrás en ese mismo lugar desde donde hoy conversamos. Guatemala, sin proponérselo, y como suele pasar en la vida cuando nos alejamos de nuestra zona de confort, la reconectó con sus raíces familiares al territorio, a un propósito creativo, y la encaminó hacia un proyecto de vida que hoy vive y mira hacia adelante en Ubaté (Cundinamarca). 

Describir Cúrcuma es complejo, pues tiene tantas vertientes como posibilidades, pero a riesgo de quedarme corta diré que se trata de un laboratorio de color que pretende abarcar una serie de procesos y universos creativos con un enfoque especial en lo textil, sin ser excluyente. Residencias artísticas, talleres, mentorías y servicios a clientes particulares son algunas de las actividades que María José desarrolla, siempre teniendo como pilar la comunión con el territorio. 

Así comienza Cúrcuma

Esta bogotana de 31 años, diseñadora con opción en Antropología de la Universidad de los Andes, vivió en Guatemala cuando era pequeña y regresó muchos años después, luego de graduarse de la universidad y cuando no tenía muy claro qué camino tomar. 

Lo que en un comienzo serían dos meses sabáticos en el país centroamericano terminaron siendo cinco años que le revolucionaron la cabeza y la forma de aproximarse al arte y al oficio textil, algo que siempre estuvo en su ADN. Su mamá, María Margarita Robayo, es diseñadora textil y maestra en telar, y desde que recuerda, este oficio ha sido parte fundamental de su mundo. “Mi mamá siempre estuvo muy conectada con el arte y la artesanía. Yo soy, en gran parte,  el resultado de lo que ella me inspiró; este proyecto también ha sido una forma muy bella de conectarnos por medio de algo que a las dos nos mueve fuertemente, en un lugar en el que también está escrita nuestra historia. Esto no habría sido posible sin su visión y su complicidad”.

De hecho, su mamá fue la que la impulsó para que regresara un tiempo a Guatemala, tal vez guiada por ese sexto sentido siempre acertado de madre, que seguro le decía que allí María José encontraría respuestas. Y así lo hizo. 

“Comencé a trabajar como asistente creativa en Luna Zorro, un proyecto textil que en un principio contrataba directamente a artesanos expertos en telar de pie y luego se convirtió en un espacio físico donde empecé a dar mis primeros talleres de tinte. También tenía que ir a visitar los talleres y a las artesanas con quienes colaborábamos; así empecé a conectarme con mi mamá desde la distancia. Recordé mucho mi infancia, cuando ella me llevaba al mismo plan en lugares como Curití, en Santander. Ahora yo estaba haciendo lo mismo, pero en el lago Atitlán o en Antigua”, dice.

“Posteriormente, ya con la idea de un regreso inminente a Colombia hice una residencia textil en Santa María de Tule, Oaxaca, en un proyecto maravilloso que se llama Thread Caravan. Era la primera vez que oía hablar de ‘residencias textiles’ y el concepto me pareció increíble. Fue ahí donde comencé a tejer sola, a aplicar el tema de las tinturas que había aprendido en Guatemala. Ahí terminé de entender que yo quería crear espacios de experiencia. Comprendí que no se trata solo de dictar talleres y compartir conocimiento, sino que también debe haber elementos que conecten a los asistentes en otros niveles, así como con el territorio”, manifiesta María José.

Casa raíz, un espacio para la tradición y el aprendizaje

En 2022, de regreso a Colombia, decidió radicarse en la finca familiar, en Ubaté; allí su mamá llevaba viviendo ocho años y había una pequeña casa que, en un momento dado, fue una quesera. Su mamá le vio potencial a ese espacio y le propuso que la remodelaran juntas para poner un taller de tintura, donde María José podría dictar talleres y tener un espacio propio que complementara el taller de telar ya existente. 

Así nació Casa Raíz, la nave nodriza, la casa matriz de donde se desprenden como de una sombrilla los proyectos e iniciativas de los que Cúrcuma forma parte. Un lugar en el campo para celebrar diversos oficios, que van desde el textil y la cerámica, hasta la botánica. Comenzó con tres líneas de acción: el servicio para clientes como marcas o personas que necesitan un producto específico, los talleres abiertos al público con un tema específico y, finalmente, los talleres privados o para eventos especiales, como despedidas de soltera o planes de amigos. A Casa Raíz han asistido reconocidos diseñadores y artistas, entre los que se destacan personajes como Mercedes Salazar, Sofía Jaramillo y Umhana.

Además del espacio para tintura, está también el taller de telar de María Margarita, con quien pueden tomar clases, y una huerta con especies diversas de plantas tintóreas. “Me interesa experimentar con lo que se da aquí o lo que logro que ‘pegue’ en la huerta. Por ejemplo, tengo ruda silvestre, que encontré una vez en el monte en Fúquene, o flor de cempasúchil, la tradicional del Día de los Muertos en México, pero criollita, así que abro la invitación a los participantes a que vayan, conozcan y exploren también a través de ese contacto con la huerta”, señala.

Luego vino la residencia textil, cuyo propósito es brindar un espacio de experiencia que no solo se enfoque en la creación individual, sino que también involucre un reconocimiento pleno del territorio. La idea es que artistas o asistentes se puedan hospedar aquí de dos a seis semanas, en una inmersión con el oficio y con el entorno. Tienen acceso al uso de los talleres de tintura y telar para sus proyectos personales, al igual que a dos talleres con María José —o privados, si así lo desean—, como a una experiencia que los conecta con esta tierra.

Vea también: Tory Burch primavera/verano 2025: el poder del movimiento y la elegancia del deporte, ya disponible en Bogotá

“Desde la gastronomía hasta la botánica de la que se desprenden los tintes, diría que el 90 % de la experiencia está dada y enmarcada por lo local. También queremos resaltar los oficios de la región, e incluso, a alguien que quiera conocer los procesos de hilado locales, yo lo llevo donde Tomasa, que es la hiladora de Ubaté”, explica María José.

Una de las grandes premisas de las residencias es que haya un intercambio de oficios y saberes, por lo cual la idea es que el residente también desarrolle un taller voluntario para la comunidad. “Tuvimos, por ejemplo, a Daniela Moreno, una artista bordadora maravillosa que compartió su saber con una asociación de bordadoras de Sutatausa”, asegura.

Aunque esto suena como un viaje de descubrimiento para los asistentes, la verdad es que lo ha sido de igual manera para María José, quien ha ido descubriendo y afinando cada vez más cosas en su oficio mediante la experimentación del camino con los procesos de tintura.

“Yo trabajo, esencialmente, con agua lluvia y pigmentos naturales: cortezas de árboles, flores y raíces, y los pigmentos cambian por completo de acuerdo con el ecosistema. Los del trópico y los de la Región Andina son muy diferentes entre ellos y, de algún modo, se autorrepresentan en sus tonalidades; es algo muy bello. Entonces juego con lo que tengo aquí, pero también sé que puedo jugar con otras formas de tinte, como con el palo de vida, que me da un color terracota y sé que solo lo consigo en el mercado de Antigua. Pero independientemente del color, lo principal es entender qué fibra vas a tinturar: algodón, lana, seda…; al entender la fibra, sabes que son procesos distintos de tintura. Y la magia viene a la hora de ver cómo un mismo pigmento te puede dar una variedad de quince colores con solo cambiar el pH. Para esto utilizamos limón, hierro, alumbre, ceniza o cáscara de plátano, y los resultados pueden sorprender mucho”, sostiene la diseñadora.

La evolución hacia el taller de hoy

En cuanto a los talleres que se abren al público, la línea de oficios y miradas también se ha ido expandiendo. Al principio, era siempre María José quien dictaba los talleres, con el acompañamiento eventual en telar de María Margarita, pero por conexiones e inquietudes que el camino le fue planteando se aventuró a invitar a otros talleristas.

“La primera tallerista internacional invitada que tuvimos fue Jessie Mordine, una artista textil increíble que vive en Nueva York. Pensando que no tenía nada que perder, me lancé al agua y le propuse que, si en algún momento de la vida venía a Colombia, me encantaría invitarla a dictar un taller. Casi me voy de para atrás cuando me contestó y me dijo que en los próximos meses tenía un matrimonio justo en Sopó y que le encantaría dictar el taller. ¡Las casualidades de la vida!”, cuenta.

En Casa Raíz también ha habido invitados nacionales muy en sintonía con la filosofía del proyecto y el territorio como motor creativo, social y vital, como por ejemplo Estiven Castro, director creativo de la marca Somos Mhuyscas y miembro del resguardo indígena de Cota, quien dictó un taller de tejido.

En lo referente a otros oficios y miradas, tuvieron como invitadas, entre otras, a Frédérique Peltier, creadora de Sensorial, para dictar un taller sobre creación de perfumes y tintes naturales,  así como a Noemi Dulischewski, de Wild Daughter, con un taller en el que combinó comida experimental con fuego y tintura también con ese mismo elemento.

Los talleres se realizan más o menos una vez al mes y por el momento las convocatorias se hacen más que todo por Instagram, aun cuando el voz a voz ha sido una herramienta poderosa para darse a conocer. Próximamente, estará lanzando su página web, en la que se ampliarán las convocatorias e iniciativas de Cúrcuma como marca y del proyecto de Casa Raíz.

María José afirma que el próximo reto es juntar la residencia y los talleres. Esto incluiría dictar talleres más largos, de dos o tres días, al igual que series de inmersión en diversos materiales, como lana, junco u otras fibras y materiales. Su deseo también es que Casa Raíz sea un punto de encuentro entre creativos de diferentes disciplinas y oficios para ampliar y retribuir el conocimiento. La invitación está abierta a darse la oportunidad de conocer, conocerse y compartir desde el color hasta la raíz.

También le puede interesar: Pandora celebra el poder del amor maternal con una colección inspirada en el infinito

LO MÁS LEÍDO DE LA SEMANA

Rutina Facebook
Estilo de vida

El ejercicio es vital para la salud mental

Parece obvio, pero ejercitarse ayuda a tener la mente sana y el cuerpo sano. Así lo revela el último estudio
Carlos Muñoz, Facebook
Archivo Diners

De cuando Diners visitó a Carlos Muñoz en el set de Calamar

A cinco años del fallecimiento de Carlos Muñoz lo recordamos con la visita de Diners en el set de la
apiario
Tendencias

Las abejas se mudan a Bogotá: los primeros apiarios urbanos profesionales

ApisGreen instaló los primeros apiarios urbanos de manera profesional y especializada en Bogotá con el fin de proteger a las