Entre 2023 y 2024, La semilla del fruto sagrado fue escrita y rodada en absoluta clandestinidad. Mohammad Rasoulof, director y guionista iraní, se enfrentaba a la censura y persecución del régimen de su país. A pocos días de la proyección de su película en el Festival de Cannes, Rasoulof supo que había sido sentenciado a una pena de ocho años de prisión y varios castigos por un trabajo que, según el gobierno, amenazaba la seguridad del país.
La película, que se llevó el premio Una cierta mirada, en el Festival de Cannes, y que estará compitiendo el próximo dos de marzo en la categoría de mejor película de habla no inglesa en los premios Oscar, tuvo que rodarse en secreto luego de que su director fuera arrestado por Crimen Intencional (2022), un documental en el que se criticaba la represión a las protestas que hubo luego de que un edificio se derrumbara, matando a varios civiles.
El compromiso del exiliado Rasoulof ha sido entonces esa constante que también le permitió escapar a Alemania, donde terminó el proceso de postproducción antes del estreno de la película. La razón de todas estas condiciones puede parecer obvia pero es necesario reiterarla: en su propio país, a este director iraní no le es permitido hablar de ciertas cosas.
Algo similar ocurre en La semilla del fruto sagrado, presenta el retrato de una familia de mujeres a merced de las decisiones del padre de familia. Luego de que Iman es ascendido al puesto de juez investigado en la Corte Revolucionaria de Tehran, la madre Najmeh empieza a advertirle a sus hijas, Rezvan y Sana, que deben mantener un perfil discreto y ser particularmente precavidas.
No obstante, en medio del universo adolescente de las hermanas, que tienen acceso a la información que inunda las redes sociales, las protestas que se llevaron a cabo en Teherán en 2022 comienzan a hacerse presentes en la trama. El despertar de conciencia y de indignación de las hijas se contagia así a los espectadores, que al presenciar algunos de los videos grabados en Iphone que la película íntegra se hacen testigos de una brutalidad real, documentada.

El estallido social que apareció como respuesta al caso de Mahsa Amini, una mujer de 22 años que, luego de ser detenida en una comisaría por llevar de forma “inapropiada” el hiyab, su velo, moriría por muerte cerebral tres días después, es el momento histórico que la película se propone mostrar.
En un juego entre el registro documental y la ficción, La semilla del fruto sagrado nos va trayendo y sacando de dos escenarios, el uno sobre todo doméstico, familiar, y el otro histórico.
La película también sabe mostrar ese contraste en la narrativa que ciertos medios alineados con el régimen se esfuerza en imponer, y las verdades que los dispositivos celulares logran propagar, haciendo que quienes quieren cerrar los ojos tengan que ver, o al menos preguntarse por su mirada.
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La pregunta por cómo operan algunos sistemas patriarcales y opresivos -en este caso el régimen de los ayatolas-, adoctrinando y enfermando el criterio o la ética, es una constante a lo largo de los 167 minutos que dura el film.
Por otro lado, la película celebra ese pacto y ese apoyo incondicional entre mujeres que siempre, pese a las diferencias, terminan escuchándose, entendiéndose y haciendo frente a una opresión y una violencia que históricamente, y en particular en Irán, ha sido casi que exclusivamente hacia ellas.
En un contexto en el que el hiyab ha sido utilizado como una forma de silenciar y esconder a la mujer y a ciertas realidades que la conforman, que una película muestre durante más de una hora los rostros descubiertos de sus personajes femeninos representa un acto revolucionario.
Quizás esta sea otra de las razones fundamentales por las que esta película debe resonar con más fuerza: para que se siga generando conciencia de ciertas realidades que, más allá del contexto particular de Irán, siguen atravesando hogares y familias.
Luego del veredicto de los Oscar, el gobierno Iraní a lo mejor emitirá más condenas al director Rousalef y a su equipo, quienes, no obstante, han tomado la decisión de permanecer valientes. +