En 2025 se cumplen cincuenta años de Blood on the Tracks, uno de los discos más trascendentales en la carrera del premio nobel. Lanzado el 20 de enero de 1975, este álbum consolidó a Bob Dylan como uno de los artistas más influyentes de su época, marcando un punto de inflexión en su carrera y llevando su escritura y sonido a otras dimensiones de la intimidad y la emoción. En el ranking de los mejores 500 álbumes de todos los tiempos que sacó la revista Rolling Stones, en el inicio de la década de los 2000, este figuraba en el puesto 16.
Blood on the Tracks: el punto de inflexión en la carrera de Bob Dylan
A principios de los 70, la vida de Bob Dylan atravesaba un período turbulento. El divorcio con Sara Lownds, madre de sus hijos, estaba en proceso, aflorando esa memoria y esa emociones que la crítica y la audiencia no ha hecho sin rastrear en las 10 canciones de Blood on the Tracks. La rabia, la tristeza, el arrepentimiento pero también la pasión y la aceptación son temas que aparecen a lo largo del álbum, convirtiéndolo en un lamento que en medio del dolor también entiende y también celebra: como la herida que va sanando luego de la ruptura.
Si bien en varias ocasiones Dylan afirmó que el disco no estaba inspirado en su ruptura sino en una serie de cuentos de Anton Chéjov, sí es cierto que el sonido del álbum nos sitúa en ese gran teatro que son las calles y paisajes norteamericanos de su época. Entre bares, carreteras y distintas ciudades y pueblos de Estados Unidos, Dylan explora en el interior de sus emociones, ofreciendo una vulnerabilidad que, 50 años después, sigue conmoviendo.
Las grabaciones iniciales en Nueva York dieron paso a versiones finales en Minneapolis, logrando un sonido definido que fusiona el folk, el rock y el country. Además de evocar la esencia de sus primeros trabajos durante la decáda de los sesenta, Blood on the Tracks evidenciaba la madurez de una propuesta musical que se nutría de las tradiciones musicales populares de los Estados Unidos y de la potencia poética de la generación Beat.
A pesar de los arreglos sencillos, la instrumentación es sofisticada y logra un equilibrio entre minimalismo y carga emocional, destacándose especialmente las cuerdas en temas como «If You See Her, Say Hello» y «Shelter from the Storm», que aportan una suavidad y vulnerabilidad poética a las letras.
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Después de una serie de álbumes más experimentales y menos comerciales en la primera mitad de los 70, como Self Portrait (1970) y Planet Waves (1974), Dylan sentía la necesidad de volver a lo más fundamental: la canción como medio para expresar el pensamiento, la emoción y la vida, con la sencillez y profundidad propia de las tradiciones populares.
Blood on the Tracks inspiró de inmediato reseñas de cinco estrellas, así como análisis profundos sobre el verdadero significado detrás de sus letras. Muchos lo consideran el mejor álbum de Dylan, de principio a fin. 50 años después, este sigue siendo uno de los trabajos más completos de Dylan y un testamento de madurez artística: un disco que se distancia de las grandiosas metáforas políticas de sus años 60 y se adentra en los reinos más personales y vulnerables de su psique y de su emoción. Reinos que se revelan, generalmente, en la realidad del día día y en los escenarios más cotidianos.