¿Sabía que la fundadora de Café Quindío, Nubia Motta Camargo, no nació en el Quindío, sino en Moniquirá, Boyacá? Esta historia empezó en 1994, cuando se mudó a Armenia junto a su esposo. Abogada de profesión, intentó abrirse camino en el campo legal, pero enfrentó barreras por no ser quindiana de nacimiento. Fue ahí donde asistió a cursos de incubación de empresas y talleres de tostión de café de la Federación Nacional de Cafeteros, y comenzó a visualizar una marca de café diferente, uno que rescatara la identidad del pequeño caficultor.
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Así, Nubia Motta empezó a comprar libras de café en verde a los caficultores de la región y empezó a tostar hasta desarrollar un perfil de sabor especial, algo inusual para la época en el país. «Fuimos de las primeras marcas en tener nuestra propia tostadora», comenta Jaime Andrés Moreno Motta, su hijo y actual CEO de Café Quindío. Poco a poco, la marca se consolidó como una empresa familiar, abierta a la diversidad y comprometida con el desarrollo de la región, brindando empleo a quienes llegaban en busca de oportunidades al Quindío.
Con el paso del tiempo, Motta abrió una tienda de café, donde empezó a vender su café especial acompañado de bizcochos y postres que aprendió en su tierra y que aún se ven en las principales tiendas de Café Quindío.
Romper con los esquemas tradicionales
El terremoto de 1999, que devastó el eje cafetero, obligó a la familia Motta a buscar nuevos mercados fuera del departamento. «En esa época, tenía solo 13 años y nuestro negocio era muy local. De un día para otro, nos quedamos sin clientes. Fue entonces cuando mi mamá decidió expandirse y abrir nuevas tiendas», recuerda Moreno Motta. La apertura de una tienda en el Aeropuerto El Dorado, en Bogotá, se convirtió en un punto de inflexión que catapultó a Café Quindío al reconocimiento nacional e internacional.
Esto también puso a Café Quindío como pionero en la capital con sabores especiales de café, que llegaron a romper con aquellos de la industria que cubría las grandes superficies de supermercados. «Desde el comienzo, nuestra visión fue desafiar el estándar del café colombiano y ofrecer una experiencia única. Nos adelantamos a una tendencia que luego se consolidó en la cultura cafetera», explica Moreno Motta.
Es así como toda la familia Motta empezó a aportar su conocimiento en el negocio, lo que generó una sinergia en Café Quindío. “Siempre estuve vinculado con la empresa y cuando crecí junto a mi hermana empezamos a preocuparnos por la imagen de la marca, algo que a mi mamá no le daba mucha importancia”, explica Motta Moreno.
Y como si todo estuviese fríamente calculado, Jaime Andrés y su hermana, empezaron a trabajar en el rediseño de la marca y en una expansión estratégica. «Cada proyecto universitario era sobre Café Quindío», comenta. Este compromiso generacional ayudó a forjar la identidad visual de la marca y a posicionarla como un símbolo no solo de Quindío sino de Colombia. “En mi oficina todavía tengo el delantal que mi mamá me hizo cuando tenía cinco años, especialmente para empacar café”.
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El café debe ser para todo el público
Uno de los paradigmas con los que ha trabajado Café Quindío es que debe adaptar su sabor gradualmente para los amantes del café que se quieren pasar al mundo de los excelsos y supremos, es decir aquellos que tienen una tostión media y que tienen notas afrutadas.
“Yo lejos de ser un catador profesional, disfruto el café desde los sabores primarios. Yo no me pongo a decir que es dulce a chocolate o tiene notas de limoncillo porque tiene que ser algo muy directo y que las personas sean libres de decir a qué le sabe el café”, explica Moreno Motta.
Y aunque Café Quindío tiene un equipo especializado en la calidad, la tostión y el sabor de la taza final, la empresa busca generar una experiencia transversal que se pueda acompañar con amigos y familia. “Hay algunas marcas que generan una experiencia intimidante con nombres rebuscados y cosas que la gente mayor no disfruta del todo, por ejemplo. Nosotros buscamos que disfruten todos, desde el barista más experto hasta el que no conoce nada”, comenta el CEO de Café Quindío.
El café de Disney
La reciente alianza con Disney para desarrollar el café de Encanto es otro hito en la historia de Café Quindío. “No es solo un empaque bonito; queríamos representar el orgullo colombiano de manera auténtica, y por eso colaboramos con la familia caficultora de Sara Gutiérrez. Con este café, buscamos un tributo a nuestras raíces con notas de chocolate y panela, dos sabores emblemáticos del país”, explica Moreno Motta.
De esta forma, la empresa ofrece un café de la variedad castillo cultivado por una familia tan unida como la de Mirabel Madrigal que resalta los valores de los colombianos y la historia que muestra Disney en esta película de los directores Byron Howard, Jared Bush.
Además, esta alianza es la oportunidad de la marca de realizar otras colaboraciones con Disney. “De momento vamos a tener el café de Encanto por un año, luego viene un desarrollo de vajillas y la posibilidad de desarrollar peluches que acompañen la experiencia de la marca en todas la tiendas”, concluye Moreno Motta.