Isabel Calderón Reyes nos recomienda tres lecturas entrañables: la nueva novela de la italiana Veronica Raimo, un libro de poemas dedicado a los animales de la escritora mexicana Isabel Zapata y un libro infantil del ilustrador colombiano Dipacho.
Nada es verdad
Veronica Raimo
Una Veronica muy pequeña (la misma Raimo, cuando niña) se robó del colegio dos trabajos de arte hechos por niños mayores que ella, los llevó a su casa y le dijo a su familia que ella los había pintado. Se lo celebraron muchísimo y la empezaron a considerar una artista, pero la niña sabía que había mentido. Sin embargo, en el libro hay un momento magnífico en el que Veronica se pregunta si no hubo un mérito artístico al haber escogido precisamente esas dos obras entre tantas que había para robar, pues, al fin y al cabo, saber qué tomar de los demás exige un esfuerzo mental, una suerte de ejercicio del criterio estético.
Esta historia de la vida real, con la que los lectores nos encontramos al comienzo de Nada es verdad, ilustra una de las tensiones de publicar autoficción, o literatura del yo, en estos momentos. Es cierto, sí, que Veronica Raimo escribe sobre sus amigos y su familia, y que por lo tanto se roba historias todo el tiempo para adornar su novela. Pero también pasa que por el camino construye su propuesta, única, no solo escogiendo de qué apropiarse y cómo mentir, sino dinamitando ese límite absurdo con el que muchos hemos dividido las operaciones entre “recordar” e “inventar”.
Una ballena es un país
Isabel Zapata
Una de las mejores noticias de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) fue la publicación de ediciones colombianas de los libros de Isabel Zapata, una escritora mexicana que piensa en animales como nadie más y que hasta hace poco era difícil de conseguir en las librerías del país. Animal Extinto acaba de sacar su novela Troika. Y la nueva editorial Pequeña Bestia llega con uno de sus libros de poemas, Una ballena es un país.
“No sabemos qué cosa aman las ballenas, pero sabemos que el corazón de un cachalote es del tamaño de un coche pequeño”, dice Zapata. Rinocerontes, pulpos, perros y caballos también aparecen en estos poemas, que le dan la vuelta a nuestra relación con los animales. Hay algunos en prosa, otros en verso, enumeraciones, diccionarios, datos que son el resultado de investigaciones (históricas, científicas) y sentencias sensibles, lentas y juguetonas, que nos devuelven a nuestro lugar: “Que los leones no conozcan las metáforas no quiere decir que no sepan quiénes son”, puntualiza.
Algunos y los otros
Dipacho
Un libro para niños sobre unos pájaros grandes que se llaman jabirús y sobre la inmensidad que cabe en palabras como familia. Varios títulos de Dipacho se reconocen a lo lejos: la ilustración expansiva de mares, cielos y suelos que se sienten de pintura, con todos sus rayones imperfectos, expresivos. Y los animales, sobre todo pájaros, a los que se les estira el cuello y se les salen los ojos de las órbitas. Pocas palabras, oraciones cortas: sujeto, verbo, sin muchos adjetivos. El texto puede ser una obviedad; por ejemplo, que algunos quieren estar solos y otros prefieren la compañía, pero la relación entre el diseño, la imagen y esa sencillez aporta todo lo que falta: ni siquiera la soledad ni la compañía son tan fáciles de encasillar porque hay numerosas formas de querernos como pájaros en el cielo. Es, entonces, un libro que los niños terminan de escribir mientras lo leen.
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