Eran alrededor de las seis de la tarde en Colombia de ese 18 de julio de 2015. Carolina Soto se encontraba en su apartamento en Bogotá, junto a su esposo Germán González, cuando recibió una llamada de Jacky Cepeda, su mamá, desde Turquía. Su hermana Sofía El Khoury acababa de sufrir un accidente en la piscina del hotel donde se hospedaban.
“Cuando le contesté yo pensé que la llamada era para saludarme y contarme cómo iban las vacaciones. Pero mi mamá estaba ahogada, estresada y con mucha angustia. Apenas escuché su voz me asusté. Ella lo único que me dijo fue que rezara mucho porque a Sofi le había pasado algo terrible y estaban en la clínica”, recuerda la presentadora de televisión.
Mientras nadaba en la piscina del hotel Hilton Dalaman Resort, en la ciudad de Ortaca, Turquía, el cabello de Sofía, de 10 años, había sido succionado por una rejilla de la piscina del hotel. Durante esos minutos de angustia, Carolina encomendó la vida de su hermana “a Dios y a la virgen”.
“Esa fue la primera llamada que recibí. Después mi mamá me fue dando más información y a los dos días viajé a Turquía. De ahí hicimos un traslado en un avión ambulancia hacia Israel y allá es donde nos dicen que no había nada que hacer por ella”, le cuenta a Diners Carolina Soto.
Siete años después de este doloroso suceso, Carolina, Jacky y su esposo, Victor El Khoury, se unieron para plasmar este episodio en el libro Historia de un duelo, de la editorial Grijalbo de Penguin Random House. En este, el papá, la mamá y la hermana de Sofía hacen un homenaje a la pequeña que iluminó sus vidas con su llegada pero que también marcó con un propósito su partida.
Diners conversó con la presentadora Carolina Soto sobre el duelo que vivió y la experiencia de plasmarlo en un libro, cuyas regalías de los autores serán destinadas a una fundación de niños.
Han pasado siete años desde que toda Colombia escuchó la trágica noticia de Sofía. ¿Por qué deciden publicar el libro ahora?
La propuesta nos llegó hace dos años y medio. Llevamos todo este tiempo escribiendo y trabajando en el libro pero por la pandemia nos atrasamos un poco. La idea era lanzarlo antes pero los tiempos de Dios son perfectos.
De hecho, cuando nos hicieron la propuesta tuvimos que pensarlo bastante como familia porque no es una historia que uno quiera recordar. Sin embargo, tomamos la decisión de hacerlo porque sentimos que era parte de la misión que Sofi nos había dejado.
Este es un libro que puede ser de ayuda para muchas personas que están pasando por una pérdida o a aquellos que quieran llevarse una buena enseñanza de vida. Es como un bálsamo para quienes sienten que les pasan muchas cosas negativas pero al final no son tan graves como pensamos.

¿Cómo fue el ejercicio de coautoría en Historia de un duelo con su mamá y Victor?
Cada uno escribió un capítulo. El primero yo, el segundo el esposo de mi mamá y el tercero ella. Me encantó el proceso porque cada uno pudo hacerlo solo. Ellos viven en Cali entonces escribían en los momentos que podían, porque no es fácil volverse nada recordando esto todos los días.
Y yo escribí aquí por mi lado. Pero todo está conectado. Yo conté la primera parte, el esposo de mi mamá se enfocó en la tragedia en Turquía y mi mamá en el duelo y en cómo logró continuar su vida después de esto.
Algo que pasó es que cuando lo leí me di cuenta de muchas cosas que no tenía ni idea que mi mamá y su esposo habían vivido. Porque finalmente cuando regresamos de Israel a Cali yo tuve que venirme a Bogotá a seguir con mi vida entonces no estuve todo el tiempo al lado de ellos.
¿Cambió en algo su perspectiva de este suceso ahora que es mamá?
Eso fue lo más difícil de escribir el libro. Cuando pasó esto yo no era mamá. Entonces mi forma de ver la vida es distinta. La tragedia para mí ahora es mucho más grande porque entiendo que el dolor de una madre el perder un hijo no tiene nombre.
Pero también siento que fue una forma de hacer catarsis, cuando uno escribe y comparte su dolor con los demás ayuda a sanar.

¿Cómo era su relación con Sofía?
Yo fui hija única durante 20 años, hasta que nació Sofía. Y eso para mí fue un sueño. Muñequié mucho porque ya estaba grande y podía ayudarle a mi mamá con todo. Así que la relación con Sofi fue demasiado especial, la disfruté mucho. Éramos muy cercanas. Había una conexión muy bonita. Ella vivía orgullosa porque mi hermana salía en televisión. Y con eso me quedo de ella.
Carolina, entiendo que hay una fecha especial que comparten Sofía y su hija Violeta…
Sí. Violeta nació el 23 de agosto, el mismo día de Sofía. Y para mi fue un regalo de Sofi desde el cielo porque habiendo 365 días en el año y siendo tan difícil atinarle al mismo día, preciso me pasó a mí que soy su hermana. Además, no fue un parto programado y era la niña que tanto queríamos en la familia.
Mi hija tiene muchas cosas de la personalidad de Sofía. Y tanto ella como Valentino tienen muy claro quién es la tía. Dicen que está en el cielo y saben por qué se fue. En mi casa tengo muchas fotografías y camisetas de ella para recordarla.
Durante ese duelo tan difícil, ¿cuál fue su refugio?
Yo creo mucho en Dios y en la virgen. Y ahora, más que nunca, tengo una relación muy cercana con ambos. En ese momento le recé a todos los santos. Pero después de la pérdida me alejé mucho de Dios porque sentía que me había fallado y me había quitado a mi hermanita.
En el libro cuento cómo fue el proceso para volverme a encontrar con Él y de entender por qué habían pasado las cosas. Y es muy extraño porque mi mamá fue la que más me ayudó en ese proceso. Justo quien uno creería que es la que más dolida debe estar, pero son los caminos que cada persona toma en el duelo.
¿Cree que después de afrontar la pérdida de Sofía se afianzó más la relación con su mamá?
Sí, muchísimo. Y es algo positivo en medio de todo. Muchas familias, cuando viven una tragedia de esta magnitud, se terminan separando o incluso pasan cosas peores. En cambio a nosotros nos unió más. Siento que Sofía también tenía esa misión. Salimos adelante juntos y ahora nos encanta reunirnos para compartir cada fecha especial. Intentamos aprovecharnos al máximo.

¿Qué le diría a una persona que está viviendo un duelo como el suyo? Tal vez algo que a usted le hubiese gustado escuchar en aquel momento…
Le diría que hay que vivir el proceso, porque muchas personas no quieren afrontarlo. Siento que cuando uno no llora lo que tiene que llorar y no acepta la realidad, eso trae problemas terribles a largo plazo.
Entonces es vivir el momento. A todos nos va a pasar en algún punto de la vida que debemos despedir a alguien que amamos. Todos los duelos en los seres humanos son diferentes pero hay herramientas, muchos libros por ejemplo, que lo ayudan a uno a tomar una fuerza interior que es importante tener.
¿Cómo tomaron la decisión de donar los órganos de Sofía a otros niños?
En Israel nos propusieron hacerlo. Lo cual es poco común en un país en donde se le rinde culto al cuerpo. Allá casi no se practica la donación de órganos. Pero nosotros aceptamos y Sofi le dió vida a cuatro niños más. En el libro están las cartas de esas familias que se vieron beneficiadas por Sofi. Es una historia muy triste pero con algunos momentos felices.
Además del lanzamiento de Historia de un duelo, ¿qué otros proyectos tiene para este año?
Una de las cosas que me dejó esta tragedia es no hacer muchos planes a futuro. Soy una persona que vive el día a día. Me encanta vivir mi presente. No me gusta generar ansiedad sobre el pasado o el futuro.
Sin embargo, sé que los proyectos y los sueños son muy importantes así que los tengo en el radar. Pero para mí lo más importante es estar todos los días de mi vida con mi familia, con mis hijos, y hacer las cosas de la mejor forma todos los días.