La batalla real por conocer el universo comenzó el 16 de julio de 1969, cuando el Apolo XI fundió el suelo desde el cual despegó y cuatro días después, con su llegada a la luna, materializó los sueños de Georges Méliès y tantos otros que imaginaron de mil formas la conquista del espacio. Hoy siguen siendo más los misterios que las certezas sobre del Universo, y para resolver algunos, la NASA tiene tres proyectos.
InSight: el electrocardiograma de Marte
Es una misión no tripulada que se lanzará el 4 de marzo y llegará a la superficie marciana el 28 de septiembre. “Se adentrará profundamente bajo la superficie de Marte, detectará las huellas dactilares de los procesos de formación de planetas terrestres y medirá los ‘signos vitales’ del planeta: su pulso-sismología-, temperatura -sonda de flujo de calor- , y los reflejos-seguimiento de precisión-”, señala la NASA en el portal web de la misión.
“El módulo-nave- cuenta con sismómetros y una sonda para medir flujos térmicos que tienen como objetivo capturar información sobre la evolución geológica de Marte. Está basado en tecnología usada en el módulo Phoenix, el mismo que aterrizó en Marte en el 2008, para reducir costos”, explica el investigador Ricardo Ramírez, quien ha desarrollado propuestas de nanotecnología para la NASA, es asesor científico de la Fundación del Pacífico para el Avance de la Ciencia y la Tecnología- FUPACTECNO- y actualmente realiza el doctorado en el Departamento de Ing. Eléctrica y de Computadores de la Universidad de Texas, en Austin.
Una de las curiosidades de esta misión es que hasta el 8 de septiembre de 2015 la NASA recibió más de un millón de nombres para que sean llevados en InSight hasta Marte. Jim Green, director de Ciencia Planetaria de la NASA, en un comunicado señala que esta propuesta hace parte de un proyecto de “viajero frecuente”, en donde «al participar en el envío de su nombre a bordo de InSight al planeta rojo, estás demostrando que eres parte de ese viaje y el futuro de la exploración espacial».
JUNO: en busca del gigante Júpiter
En agosto de 2011 JUNO despegó con un propósito: conquistar la única estrella dominante del sistema solar aparte del sol: Júpiter- el primer planeta del sistema solar en formarse, cuyo tamaño y fuerte campo gravitacional lo han convertido en uno de los más atractivos y misteriosos para la NASA-. En julio de 2016, luego de 5 años, la misión llegará a la órbita de este planeta y transmitirá información sobre su núcleo interno, así como sus campos magnéticos y gravitatorios.
“Los objetivos de esta misión son los de explorar los orígenes de la atmósfera del planeta más grande del sistema solar. El módulo cuenta con tres paneles solares-con los cuales se suministró de energía para tan largo viaje- y sumados diametralmente dan una medida de 20 metros”, explica Ricardo Ramírez.
Es la primera misión que busca detallar aspectos específicos de Júpiter, y a pesar del esfuerzo tecnológico existen algunas dudas que quizás no puedan ser contestadas, o eso cree Paul Núñez, investigador posdoctoral de la NASA que trabaja en el Jet Propulsion Laboratory-uno de los centros científicos que construye y opera naves espaciales no tripuladas para la NASA-.
“Todavía hay muchas preguntas sobre la atmosfera de Júpiter, por ejemplo: no se entiende bien el origen de la gran mancha (tormenta) roja, y tampoco se sabe qué es lo que le da su color”, pero también reconoce que el proyecto es ambicioso y sin duda uno de los más importantes: “la atmósfera de Júpiter se ha usado como una base para entender muchas de las atmósferas de exoplanetas detectados recientemente, así que la ciencia de Juno va mas allá de Júpiter”, explica Núñez.
Cuando termine de recolectar información, y su combustible se acabe, JUNO tiene la orden de caer para entrar y desintegrarse en la atmósfera como un meteorito.
OSIRIS-REx: el jinete del asteroide Bennu
El 3 de septiembre Osiris-REx dejará Cabo Cañaveral, Florida, para lograr una de las misiones más arriesgadas: alcanzar y aterrizar sobre el asteroide Bennu, que viaja a 63 mil millas por hora y está ubicado a 2 millones de kilómetros de distancia.
Esta misión es histórica porque será, de lograrse, la primera nave que traerá a la Tierra material recogido de un asteroide. “Como parte del proceso de muestreo se espera hacer un mapa del asteroide y una documentación detallada del sitio de donde se extrae. Otro aspecto interesante que se va a poder medir tiene que ver con la desviación de la órbita del asteroide, que se dice, no está relacionada con campos gravitaciones”, concluye Ricardo Ramírez, de la Universidad de Austin, Texas.
El asteroide Bennu es de especial interés para la NASA, no solo por los misterios de su composición molecular, sino porque es uno de los objetos espaciales que amenazan con impactar la Tierra. “Los científicos esperan que este asteroide sea rico en carbono. Bennu puede dar pistas sobre el origen del sistema solar, fuentes de agua y moléculas orgánicas que también pudo tener la Tierra en su etapa de formación. Este asteroide podría impactar la Tierra en unos 150 años, por lo que esta misión será de gran ayuda para que los científicos entiendan cómo mitigar o evitar el impacto”, dice Erin Morton, jefe de comunicaciones de la misión.
No es la primera vez que se busca entender el origen del sistema solar a partir de los asteroides o meteoritos, “hace un tiempo la agencia aeroespacial Japonesa (JAXA) logró recolectar material de un asteroide con el objetivo de desintegrarlo en la atmósfera (como un meteorito), pero de forma controlada. La gran diferencia con OSIRIS-REx es que esta misión va a lograr traer la muestra intacta a la tierra”, cuenta el investigador Paul Núñez.
Estos proyectos son algunos de los que ya están confirmados. Otros que también se realizarán en 2016 son ExoMars-que instalará un orbitador y dos exploradores que buscarán vida en Marte-, y la misión Rosetta- la primera en la que se logró un descenso controlado sobre un meteorito-, entregará sus últimos datos.
La colaboración internacional para llevar a cabo cada uno de los proyectos es vital. Los centros de investigación que le presentan proyectos a la NASA se enfrentan en una puja por lograr la aprobación y, muchas veces, deben compartir tecnologías para realizar mejores planes; por ejemplo, “el sismógrafo que hace parte de la misión Insight fue desarrollado por el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) en Francia, y el altímetro, que funciona con tecnología láser, fue desarrollado en Canadá”, señala Paul Núñez, y añade que la cooperación es fundamental para evitar esas “historias de pequeños errores de construcción debido a que, por ejemplo, los estadounidenses usan pies y pulgadas- sistema imperial-, y el resto del mundo usa el sistema métrico”.