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Así es la casa de Massimo Listri, el fotógrafo del Vaticano

Diners obtuvo, en exclusiva, las imágenes del palacete en el que vive Massimo Listri, el mejor fotógrafo de interiores del mundo, y conversó con él acerca de su vida y su colección de arte.
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noviembre 26, 2019
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Publicado originalmente en Revista Diners de marzo 2015

Massimo Listri nació hace 62 años en Florencia, Italia. Una ciudad perfecta para este hombre, que tiene un ojo preciso para retratar espacios y plasmar el alma de lugares, como pocos han podido lograrlo.

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En la sala de ingreso de la casa se destaca la sinopia de Dios Fluvial, de Piero Vignozzi; los bajorrelieves de varios emperadores romanos, y los grabados de Giuseppe Bianchinni (1704-1764)


Su pasión por la fotografía comenzó muy joven. Inspirado en parte por su ciudad. “He vivido siempre circundado por imágenes, algunas bidimensionales, otras tridimensionales. Florencia es una ciudad hecha de imágenes: palacios, torres, iglesias, frescos, pinturas”, asegura. Pero también inspirado por su padre, un reconocido periodista y crítico italiano, que le mostraba revistas y libros todo el tiempo. “Sí, hubo libros importantes en mi juventud, formativos, como La agonía y el éxtasis, de Irving Stone, porque para entender a Miguel Ángel y su tiempo no hay nada más bello”, explica.

A los 16 años comenzó a tomar fotografías, pero no de lugares. Inició con retratos de grandes personajes como René Clair, Jorge Luis Borges, Rufino Tamayo, Henry Moore, Eugenio Montale y Pier Paolo Pasolini. “Pasolini fue un caso especial. Era un verdadero forjador de imágenes, una mezcla de clasicismo y modernidad, de compromiso social y libertad personal. Inolvidable”, cuenta.

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Listri es un verdadero amante de las bibliotecas.


Luego entró a la universidad y se empezó a interesar más en los espacios. La revista Architectural Digest se percató de su atracción por el diseño de interiores y lo llamó para colaborar. Luego fundó la revista FMR junto a Franco María Ricci y desde entonces ha publicado más de 60 libros y se dedicó de lleno a tomar fotografías de espacios, como jardines, iglesias, bibliotecas, museos o galerías, por todo el mundo.

Dice que Filippo Brunelleschi, el inventor de la perspectiva, es su mayor influencia. “Yo me guío por sus principios, soy un alumno de su escuela. Claro, sin olvidar a Piero della Francesca, de quien he heredado la obsesión geométrica, obviamente sin alcanzar su altura, ese elemento sublime que caracteriza su obra. De los pintores flamencos he aprendido la importancia de los detalles y la iluminación”, confiesa.

Sobre la chimenea cuelga un bodegón de Fernand Léger.


Lo cierto es que, para él, crear no consiste en sacar algo de la nada. “Más bien es hallar, encontrar, reconocer. Un artista es un explorador más que un descubridor, va recorriendo lo real en busca de apariciones. Mi brújula es lo bello, sobre esto no hay duda”, asegura.

El arte del diseño

Muy cerca de la iglesia del Santo Espíritu, en Florencia, se encuentra una puerta como cualquier otra, que pasa desapercibida para un transeúnte desprevenido. Detrás está la casa de Listri, llena de objetos de una colección interminable que comenzó hace muchos años con un candelero de madera dorada.

“En cierto sentido, mi casa me escogió a mí. Fue un encuentro provocado por ella. Cuando la vi por primera vez, pensé que debía ser mía, pero supe de entrada que la decisión final sería suya. Ahora estamos ambos contentos: la casa parece gozar de mi presencia y yo disfruto enormemente de ella. Estamos enamorados”, dice.

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Lo cierto es que estaba en ruinas cuando la adquirió, pero junto a su esposa, la arquitecta Mariana Gagliardi, decidió restaurarla. “Se ha necesitado un largo trabajo de adecuación, que no ha terminado aún. La casa de los sueños es interminable. Un árabe se venga de su enemigo echándole una maldición: ¡Construirás una casa! Para mí se trata de una bendición. No hablo tanto del aspecto arquitectónico como de los objetos que habitan entre las paredes, y que añoro cuando me alejo”.

Su casa, su espacio, es justo como una de las fotos que suele tomar. Hay armonía, equilibrio, perspectiva, luz. Cada detalle está perfectamente cuidado. Listri utiliza su brújula nuevamente, para ir en búsqueda de lo que para él es la belleza.

Los objetos de su colección están meticulosamente colocados en cada lugar por una razón precisa. Nada se deja al azar. Objetos tan disímiles como un vaso Ming, una escultura romana o un perro lítico medieval, que impresionan en su conjunto, guardan un equilibrio. ¿Cómo ha sido el proceso? “La decoración no existe sin concepto, o sea, sin un principio estético que le dé coherencia y unidad, lo mismo que la fotografía. La originalidad no existe: nada es nuevo bajo el sol. Lo que importa es saber ver y disponer de un metro”, explica.

La colección secreta

Su relación con su colección resulta muy particular. En un artículo de una revista de arte aseguraban que conversaba con los objetos como si fueran personas. –¿Es eso cierto? “Hay seres animados y seres inanimados. Una colección se basa sobre el acuerdo mutuo, la comprensión, la tolerancia, el diálogo. Es decir, una colección es un conjunto animado, vivo, incluso petulante y locuaz. ¿Cómo podría yo quedarme callado?”, señala.

Y si lo ponen a elegir alguno de sus objetos más preciados prefiere guardar silencio. “No quiero decirlo para no turbar el principio de igualdad que he impuesto a los objetos de mi colección. Una madre no admite nunca que un hijo es más bello que el otro”.

Dos de los espacios más impresionantes de la casa son la biblioteca, que ocupa 16 metros de largo, y el Wunderkammer, aquellos cuartos de maravillas   habituales en los siglos XVI y XVII que guardaban objetos exóticos y diferentes. “Las bibliotecas son fuentes de conocimiento y de fantasía. Nadie lo ha expresado mejor que Borges. Yo tengo con las bibliotecas un entendimiento que es a la vez intelectual y afectivo. Me siento en una biblioteca como en mi casa”, dice.

El Wunderkammer tiene un techo abovedado decorado por Maurizio Palma y Stefano Sieni. En el escritorio hay encuadernaciones del siglo XVII, joyeros, marfiles, fósiles y, sin duda, es un lugar especial para un coleccionista nato como Listri.

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