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Cultura

¿Por qué es importante fomentar la lectura en los niños?

La importancia que tiene incentivar a la lectura a los niños, tiene variedad de factores positivos que le invitan a crear, imaginar, soñar y aprender sobre variados aspectos del mundo que le rodea
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abril 25, 2012
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En el borde de una página.

¿Qué buscan los niños en los cuentos? ¿Por qué nos piden cuentos, a veces los mismos que se saben de memoria? ¿Cuáles son los argumentos para asegurar que darles de leer construye los cimientos de su “casa imaginaria”?

Hoy existe evidencia suficiente que demuestra cómo los niños que crecen rodeados de libros y de historias se acercan con facilidad a las complejidades de la lengua escrita. Sabemos también que la lectura, en su sentido amplio de interpretación, determina considerablemente el éxito académico. De ahí que en países como Colombia, donde el capital simbólico está casi peor repartido que los recursos económicos, formar lectores sea un pilar de las políticas culturales y educativas.

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Pero volvamos al recinto privado en donde usted lee estas palabras. Si tiene hijos, nietos o sobrinos, tal vez les haya leído cuentos porque sí, sin una intención diferente a la de complacer aquella demanda expresada por una vocecita: “¿me lees un cuento?”. ¿Cómo negarse a descifrar los sentidos ocultos en las hormiguitas de palabras, al lado de esas caras expectantes; de esos ojos abiertos al asombro?

Además de las innegables conexiones entre lectura y aprendizaje, recurro a su imaginación para que trace las líneas que unen los vértices de un triángulo amoroso entre el libro, el niño y usted, el mediador. Aquellas mágicas palabras del “érase una vez”, inauguran una profunda experiencia emocional y ofician el tránsito hacia ese Mundo-Otro de la ficción, donde sus prisas adultas se van quedando atrás. Para el niño, con tan pocos años de experiencia de la vida, la historia le revela lo que sintieron e hicieron otros y le permite leerse en la experiencia vicaria, acumulada y compartida por nuestra especie humana y escrita “en el lenguaje”. Un mundo que existe en el lenguaje: ¿no es eso, acaso, lo que significa entrar en posesión de la cultura?

A veces los ojos del pequeño se apartan del libro para escudriñar el rostro y los ojos de quien le está leyendo. Y en esa cara, que es otro libro fascinante para él, puede leer que usted, su contador privado, comparte un idioma distinto al de la rutina cotidiana, para tener una conversación profunda sobre la vida. En vez de ser el adulto que censura y pone límites, necesarios en las horas de vigilia, usted se vuelve un cómplice para transitar a su lado por el vasto mundo de las emociones, los sueños –y las pesadillas– que a todos nos hermanan. Esos primeros libros que dan cuenta de nuestra necesidad de construir sentido son el reino donde se encuentran la historia del niño con la suya y con tantas que nos han precedido.

Dar de leer a un niño es asistir a ese encuentro incesante de voces, historias y saberes. Es sembrar el deseo para que cada uno, nutrido y resguardado entre palabras, explore los mundos posibles de la imaginación y del conocimiento que lo aguardan. Es entregarle los materiales básicos de su casa imaginaria y dejarlo suspendido en el borde de la página para que sea él quien pueda escribir aquel continuará que marcará su posibilidad: su propia historia.

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